Si las embarazadas de los países de ingresos medios y bajos tomaran un preparado con micronutrientes múltiples elaborado por Naciones Unidas, que cuesta 2,60 dólares (2,36 euros) para un embarazo completo y que contiene vitaminas y minerales, se salvarían casi medio millón de vidas cada año. No invertir en acabar con la malnutrición tiene sin embargo un coste devastador, también económico, equivalente al de una recesión como la de 2008, de forma permanente, según datos del último informe anual Goalkeepers 2024, publicado por la Fundación Bill y Melinda Gates este martes.
“Es la inversión de mayor impacto que se puede hacer. Tiene un coste realmente bajo y un impacto muy alto”, asegura el director general de la Fundación, Mark Suzman en una entrevista por videoconferencia. A pesar de los progresos alcanzados hasta 2020, la acumulación de crisis que atraviesa el planeta hace que la malnutrición y la ayuda al desarrollo a África hayan dejado de ser una prioridad para los países donantes. Las predicciones indican, además, que la emergencia climática no hará más que empeorar la situación. En 2050, se prevé que 40 millones más de niños tengan retraso en el crecimiento y 28 millones de niños más sufrirán emaciación, la forma más grave de desnutrición crónica y aguda.
La crisis climática empeorará la malnutrición
2,5 millones más de niños sufrirán hambre aguda en 2050 como consecuencia de la emergencia climática si no se adoptan medidas
Además de acceso a mejores vitaminas prenatales, la fundación filantrópica aboga por garantizar que las vacas sean más productivas y la leche más segura, hacer que algunos alimentos tengan más vitaminas y minerales y aumentar la financiación contra el hamre. Citan un ejemplo muy concreto: en Kenia, donde el 80% de las vacas lecheras producen unos dos litros de leche al día, algunos programas han logrado que el rendimiento sea entre 6 y 10 veces mayor. Estos mejores resultados se han logrado mediante el estudio del ADN y otros datos de los animales para seleccionar a vacas “que den a luz crías más productivas”, la obtención de forraje de mayor calidad o la reutilización de los residuos de los cultivos, que puede emplearse como un nutritivo alimento para las vacas. El resultado es más leche para beber en casa y más ingresos para los ganaderos, que en su mayoría son, además, mujeres.
“Después de una década trabajando con solo dos vacas, mi yerno me ayudó a solicitar una subvención del Gobierno por internet, lo que me permitió comprar más vacas”, explica la ganadera keniana Sushama Das. “Y a lo largo de los años he podido participar en varios programas de formación dirigidos a ganaderos lecheros como yo, que me han ayudado a mejorar la salud de las vacas y la productividad de mi explotación”, añade la mujer, según un testimonio recogido por la fundación filantrópica, una de las mayores del mundo. Ahora, afirma Das, tiene ocho animales, produce unos 60 litros diarios de leche e incluso ha tenido que contratar a trabajadores para que la ayuden con la producción.
" Quienes pasaron hambre durante la infancia ganan un 10% menos a lo largo de su vida y tienen un 33% menos de probabilidades de salir de la pobreza", según la Fundación Gates
El enriquecimiento de los alimentos a gran escala para aumentar los micronutrientes, especialmente en los países de renta baja, es otra tecnología “prometedora” que, además, lleva utilizándose con éxito durante décadas. Por ejemplo, los supermercados de Estados Unidos y Suiza venden desde los años veinte del siglo pasado sal yodada que ha permitido reducir las enfermedades asociadas a la falta de yodo, como el hipotiroidismo, pero también mejorar el cociente intelectual por las consecuencias que la falta de este mineral tiene en el feto durante el embarazo.
Financiación inadecuada
Las nuevas tecnologías permiten ir más allá e intervenir, por ejemplo, en que ciertos alimentos contengan más vitamina A, cuya carencia es la principal causa de ceguera infantil. En Etiopía existe un proyecto que ha aprovechado el éxito de la sal yodada para investigar la posibilidad de añadirle otro nutriente, el ácido fólico, y obtener así una sal “doblemente fortalecida”. Sería casi tan barata como la sal yodada, pero el enriquecimiento con ácido fólico permitiría eliminar cerca del 75% de las muertes de niños y recién nacidos por defectos en el tubo neural (más de 5.000 al año en el país africano) y reducir la anemia de toda la población en un 4%, calcula la Fundación Gates.
Aunque todas las medidas tienen el potencial de salvar vidas, sin voluntad política, es decir, sin recursos que las respalden, corren el peligro de acabar siendo papel mojado. El 58% de las muertes de niños ocurren en África subsahariana, pero la llegada de ayuda humanitaria ha disminuido del 40% del total en 2010 al actual 25%, el porcentaje más bajo en 20 años. (Fuente; El País. Planeta Futuro, 17 de septiembre de 2024)
Recuerdo el ODS 1: "Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo" y el ODS 2: "Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible".
¿Qué podemos hacer nosotros? Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lo más importante es evitar el desperdicio de alimentos. Una tercera parte de la comida perdida o desperdiciada cada día sería suficiente para alimentar a las personas que padecen hambre en el mudo. Compra y come solo lo que sea necesario, no discrimines las verduras y frutas "feas", di no a los envases de plástico inútiles y ama tus sobras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario