El contenido de este blog se ha cedido al dominio público: puede ser copiado, parcial o totalmente, sin previo permiso de la autora.


lunes, 9 de septiembre de 2024

Niñas y mujeres desaparecidas

     Mujeres y niñas desaparecidas mientras buscaban una oportunidad en el corazón de la India

       Devi (nombre ficticio), de 65 años, ha dedicado gran parte de su vida a alimentar a sus ocho hijos —cuatro varones y cuatro mujeres— con limitados recursos. Enviudó muy joven y su marido le dejó una pequeña parcela de tierra para que la cultivara en su aldea de Chhaktala, en el Estado de Madhya Pradesh, en el centro de la India. Aunque al principio la familia se las apañaba bien, en la última década el terreno se volvió prácticamente inservible para el cultivo durante la mayor parte del año.

    La hija pequeña de Devi, Rashmi (no es su nombre real), de 12 años y cansada de la situación, le dijo en abril de 2022 que había encontrado un trabajo en la construcción en la ciudad de Alirajpur, cerca de su pueblo. Rashmi no era la primera niña de su zona que buscaba y aceptaba este tipo de empleos. La tierra que antes bastaba y sobraba para alimentar y mantener a familias como la de Devi hace tiempo que les ha fallado, y a los jóvenes no les queda más remedio que buscar trabajos a menudo precarios. “En nuestro pueblo, todos los miembros de la familia tienen que trabajar; la edad no importa”, señala Devi. La adolescente fue al mercado cercano a comprar ropa nueva para su trabajo, y esa tarde no regresó.

Más de tres meses después de la desaparición de Rashmi, y tras los persistentes esfuerzos de Devi por conseguir ayuda de la policía y de las ONG, un buen día la familia recibió la llamada de un número desconocido. Al otro lado de la línea, Rashmi pedía que fueran a buscarla a un pueblo del vecino Estado de Gujarat, a más de 600 kilómetros de distancia. Se negó a revelar cómo había llegado hasta allí y con quién. Al no obtener ayuda de la policía local, Devi se puso en contacto con la ONG ChildLine, cuyos miembros intentaron reconstruir la historia y llegaron a la conclusión de que, con toda probabilidad, Rashmi había sido víctima de trata.

     Al llegar a Gujarat, los trabajadores de la ONG y Devi se enteraron de que Rashmi estaba casada. Un hombre, su autoproclamado suegro, insistía en que había pagado cerca de 4.000 dólares para “comprar” a la adolescente. Rashmi no pudo marcharse hasta que la policía intervino y amenazó con denunciarlo por un delito de matrimonio infantil, ya que no es legal que las menores de 18 años se casen.

     Tras ser rescatada, Rashmi reveló que se había enterado de una oportunidad para trabajar en Gujarat como albañil, pero sabía que su madre nunca le permitiría irse allí durante un periodo prolongado de tiempo, así que huyó. También confesó sus motivos para buscar oportunidades tan lejos: “Mi madre lloraba todas las tardes al volver del campo. Tenía que alimentarnos a todos los niños, sin obtener apenas ingresos de nuestras tierras. Yo quería aprender corte y confección, pero ni siquiera teníamos dinero para comprar una máquina de coser. Así que un día, impotente, decidí coger un autobús a Gujarat”, relató. Al llegar, el contratista que le había prometido un trabajo la vendió a un hombre que la casó con su hijo.

     Al llegar a Gujarat, los trabajadores de la ONG y Devi se enteraron de que Rashmi estaba casada. Un hombre, su autoproclamado suegro, insistía en que había pagado cerca de 4.000 dólares para “comprar” a la adolescente. Rashmi no pudo marcharse hasta que la policía intervino y amenazó con denunciarlo por un delito de matrimonio infantil, ya que no es legal que las menores de 18 años se casen.

     "Mi madre lloraba todas las tardes al volver del campo. Tenía que alimentarnos a todos los niños, sin obtener apenas ingresos de nuestras tierras" Rashmi, víctima de trata

  Migración forzosa

      Madhya Pradesh tiene la mayor población tribal (como la India califica a los indígenas) del país, con más de 16 millones de habitantes tribales (más del 21% de la población del Estado). Los distritos occidentales, en gran parte de los cuales predomina la población indígena, comparten frontera con tres Estados: Gujarat, Rajastán y Maharashtra. Cada pocos meses, se produce una emigración masiva de trabajadores de distritos tribales de Madhya Pradesh a estos Estados, como hizo Rashmi.

     Los expertos afirman que es imposible abordar el problema de las desaparecidas sin tener en cuenta el cambio climático. “Las preguntas que debemos hacernos es por qué estas personas tienen que desplazarse masivamente para buscar trabajo y por qué tienen que emprender viajes tan largos y posiblemente arriesgados”, señala Nitesh Alawa, activista de la organización por los derechos indígenas, Jai Adivai Yuva Shkti.

     "Aunque el Gobierno dé nuevas tierras a esta gente, es posible que no sean igual de fértiles o que no basten para mantener a familias enteras", afirma Nitesh Alawa, activista de Jai Adivasi Yuva Shakti

     En las últimas décadas, Madhya Pradesh ha sido testigo de frecuentes inundaciones y de largas temporadas sin lluvia. Aunque el cambio climático es un fenómeno mundial, los más vulnerables son aquellos que dependen directamente de la tierra para su subsistencia.

     “Los pueblos cerca del río Narmada [el mayor del Estado de Madhya Pradesh] se inundan con frecuencia”, afirma Alawa. “Aunque el Gobierno dé nuevas tierras a esta gente, es posible que no sean igual de fértiles o que no basten para mantener a familias enteras. La verdadera tragedia es que las tribus nativas hoy tienen que luchar por mantenerse. La tierra se ha corrompido, ya no es suficiente para mantenerlos”. En septiembre de 2019, más de 175 pueblos situados junto al río Narmada quedaron sumergidos después de que la presa de Sardar Sarovar alcanzara su capacidad máxima.

     Emigrar a otros Estados para siempre, y no solo durante unos meses, tampoco es una opción viable. “Pedir a los indígenas que renuncien a sus campos no es justo. Aunque sea una parcela pequeña y no sea fértil durante todo el año, sigue siendo su tierra. Por eso tienen que ir de un Estado a otro, consiguen pequeños trabajos, y vuelven”, explica Radiya Padiyar, activista por los derechos de los niños.

Mercados de trabajo precario

     El impacto del cambio climático en la vida de las mujeres también se manifiesta en un lugar que se ha vuelto muy normal en el cinturón tribal de Madhya Pradesh: los mercados de trabajo. Poco después del amanecer, mujeres y niñas, a veces de solo 13 años, hacen cola esperando a que lleguen hombres montados en bicicletas o motos y les ofrezcan algún empleo temporal. Estos negocian brevemente la tarifa, que suele rondar los dos dólares (1,80 euros) al día.

      Dhani, de 16 años, que cuenta que es la tercera vez que acude al mercado. “Conseguí dos encargos antes que este. Ambos eran para trabajos con cemento. Me pagaban poco más de dos dólares al día, que no es mucho, pero es algo”, detalla. Todas las mujeres señalan la incapacidad de sus familias para mantenerlas con lo que producen sus tierras.

     En la breve y concisa conversación entre los empleadores y las temporeras no se habla de las condiciones laborales, ni se comprueba de dónde proceden los hombres. Acto seguido, ellas se montan en las motos con los hombres y son transportadas al lugar de trabajo.

     Harsing, activista indígena, califica los mercados de trabajo como algo parecido a una subasta. “¿Qué otra cosa si no? Nuestras hijas se ven obligadas a subastarse en las calles. Así de grave es la situación. Al acceder a trabajar para cualquiera que les ofrezca algo de dinero, es probable que corran peligro”, afirma Harsing. “Incluso si consiguen volver, es un proceso traumatizante y humillante que afecta a su sentido del ser y a su confianza en sí mismas”, añade.

     Aunque a Rashmi la encontraron y pudo volver a casa, muchas jóvenes nunca lo hacen. Sakari lleva desaparecida cuatro años, desde que tenía 25. Su familia dice que se fue de su pueblo, Haraswat, a Ahmedabad, a más de 200 kilómetros, en busca de empleo, como era habitual en el pueblo. La familia no volvió a saber de ella. “Seguíamos esperando que volviera algún día, pero nunca lo hizo. Y ahora no creemos que lo haga”, admite Hera, su tío. Los casos de desaparecidas están muy estigmatizados, por lo que la mayoría de las familias no hablan de ellos públicamente ni presentan denuncias ante la policía. “Al principio, no queríamos que la gente del pueblo se enterara de que había desaparecido”, añade Hera, que, años después, sigue llevando una foto de su sobrina en el teléfono, por si alguna vez se cruza con alguien que pudiera conocer su paradero. “Las familias cuyas hijas desaparecen son vistas con recelo. Ahora, todo el mundo se ha dado cuenta de que ha desaparecido, y nos tratan de forma diferente”.

     En otros casos, las familias de las desaparecidas son acusadas de tener hijas de “carácter disoluto” que se han fugado con un chico.

     “A las familias les inquieta hablar de las desaparecidas”, señala Rem Singh Dodwa, presidente del Comité de Bienestar Infantil (CWC, por sus siglas en inglés) de Alirajpur, en Madhya Pradesh. “La mayoría de la gente de su entorno lo convierte en una cuestión de personalidad y no aborda la raíz del asunto: que a menudo se trata de chicas que huyen para escapar de determinadas situaciones, como que las tierras no dan lo suficiente para alimentarlas”.

El impacto mental

     Ruma Bhattacharya, psiquiatra y miembro del consejo de la Sociedad India de Psiquiatría, apunta: “El cambio climático afecta a todos los ámbitos de la vida. Pero para las tribus y los agricultores, cuyo sustento depende de un pequeño trozo de tierra, el impacto es grandísimo”.

     La joven Rashmi contó que, tras tener que casarse a la fuerza, la obligaban a levantar material de construcción pesado, como cemento y piedras, y la regañaban si no podía hacerlo. Pero su madre, Devi, está convencida de que ocurrían más cosas. Hace dos años que la chica regresó a casa, pero sigue sin hablar de lo que pasó. “He intentado preguntarle. Pero cambia de tema o sale de la habitación cada vez que intento indagar. Así que ya no la molesto. Estoy preocupada por ella y por lo que este incidente le ha hecho”, confiesa.

      "He intentado preguntarle qué le hicieron. Pero cambia de tema o sale de la habitación cada vez que intento indagar", afirma Devi, madre de Reshmi (víctima de trata)

     “Está claro que la mayoría de las niñas rescatadas han sufrido traumas graves”, se lamenta Manisha Bagole, de la ONG ChildLine, que participó en la misión que rescató a Rashmi. “Necesitamos expertos que las traten y asesoren. Esos mecanismos no existen en los pueblos y ciudades pequeñas, donde este problema es más frecuente”. La falta de estos mecanismos hace que las rescatadas nunca reciban un asesoramiento adecuado. “Tenemos revisiones físicas obligatorias para estas niñas. Desgraciadamente, el asesoramiento y la terapia de salud mental no forman parte de esas revisiones médicas. Esto tiene que cambiar”, añade Bagole.

     “Cuando una niña huye para escapar de una sequía u otros problemas económicos causados por el cambio climático, y al final la encuentran, tarda años en recuperarse realmente de ese trauma”, subraya la psiquiatra Bhattacharya, que reside en Bhopal, capital de Madhya Pradesh. “El síntoma más destacado es la dificultad para adaptarse, junto con depresión a largo plazo, insomnio, pesadillas, así como un Trastorno de Estrés Postraumático. Huyen pensando que se dirigen a un lugar más prometedor, pero a menudo deben afrontar grandes adversidades. Cuando regresan, tienen que adaptarse a una vida con la que no estaban contentas desde un principio”, remacha.

     Dodwa, del Comité de Bienestar Infantil, añade que la salud mental de las familias también se ve enormemente afectada. “Conozco a madres que quieren suicidarse cuando su hija lleva desaparecida muchos meses. Lo peor es que se trata en su mayoría de familias pobres, que tienen que seguir trabajando y viviendo al día mientras las buscan. En las zonas rurales no hay terapeutas. A menudo, además de hacer mi trabajo, tengo que hacer las veces de psicólogo y de hermano mayor que las guía”, explica.

     La hija de Baholi y Gina, Ila, de 16 años, desapareció en junio de 2023 del pueblo de Ghata. La pareja pasó meses escuchando rumores de que se había escapado con un joven de un pueblo vecino. Ahora son conscientes de otro hecho muy cruel: no pueden permitirse dedicar demasiado tiempo a buscar a Ila. “Pronto tendré que ir a Gujarat [una gran ciudad a más de 1.100 kilómetros] a buscar trabajo, no puedo retrasarlo más. Tengo otros cuatro hijos que alimentar”, concluye Baholi. “Cuando hayamos cosechado todo después del monzón, no quedará nada que hacer aquí. Los campos no van a producir lo suficiente para alimentar a mi familia. Y una vez que me vaya, nadie más está preparado para seguir con este caso. Así que no sé qué pasará después”. (Fuente: El País. Planeta Futuro. 30 de agosto de 2024. Autora:

      Niñas y mujeres desaparecidas por culpa del cambio climático. ¿Dónde están las metas a alcanzar antes del año 2030 del Objetivo de Desarrollo Sostenible 13?


 

No hay comentarios: