Etiopía (país africano) registró más de 30.000 casos de esta enfermedad el año pasado, la mitad en menores de cinco años. Las trabajadoras Del hospitalde Meki Dugda trabajan contrarreloj para salvarlos.
Etiopía, con más de 106 millones de habitantes, es uno de los países más pobres del mundo, azotado por los embates del cambio climático, además de un violeto conflicto en la región norteña de Tigray desde 2020. A esta situación se suman brotes de cólera, sarampión,degue y malaria. Entre enero y diciembre del año pasado, se detectaron más de 30.000 casos de sarampión en el país y 233 muertes, según datos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés). Más de la mitad de estos casos eran niños menores de cinco años, y el 42% de ellos no habían recibido vacunas de sarampión.
En el Hospital de Meki-Dugda en el centro del país, que concentra el 23% de los casos de sarampión), Feven, Aberash (mujeres) y el resto de profesionales etíopes de la salud, están demostrando un nivel excepcional de dedicación y resistencia. Muchas de ellas han optado por turnos extraordinariamente largos, de 12 horas, extendiendo sus horas de trabajo mucho más allá de lo que sería razonable en condiciones normales. Esta decisión no solo refleja su compromiso con la salud pública, sino también su compasión y empatía hacia aquellos que sufren las consecuencias de la enfermedad.
Uno de los mayores desafíos que enfrentan es la falta de recursos y el abrumador número de pacientes. Las salas de emergencia están llenas, los suministros médicos están bajo presión y la carga de trabajo es demoledora. A pesar de estas dificultades, continúan brindando atención médica de alta calidad, demostrando una resistencia y habilidad impresionantes.
Es imperativo que la sociedad y la comunidad internacional reconozcan y aprecien el esfuerzo de estos profesionales. Además de expresar gratitud, es fundamental que se brinde el apoyo necesario en términos de recursos médicos, personal adicional y programas de bienestar para garantizar que puedan continuar su labor de manera sostenible.
A menudo, su
labor es pasada por alto e incluso eclipsada por los cooperantes
internacionales, y es esencial cambiar esa narrativa. La apreciación y el
respaldo a doctoras y profesionales etíopes son vitales para garantizar que
puedan continuar desempeñando su papel vital en la lucha contra el sarampión y
otras enfermedades (Fuente: El País. Planeta Futuro, 26 de marzo de 2024. Autor Inaki Alegría del Hospital de Meki-Dugda. Oromía Etiopía)
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