La Unión Europea dio hace unos días el vista bueno al pacto migratorio, que restringe la condiciones para solicitar asilo y agiliza las deportaciones. Por el camino. ha tejido pactos con países de origen y tránsito, como Túnez o Egipto, a los que paga para que eviten las salidas hacia Europa, dejando de lado las preocupaciones por las vulneraciones de los derechos humanos de sus gobiernos. El día 23 de abril. el Reino Unido dio luz verde a la ley que permite la deportación de migrantes en situación irregular a Ruanda gracias a un convenio con el Gobierno de ese país; una medida que - aunque sin llegar a tanto- ha inspirado otras iniciativas como la de Italia con Albania. (Fuente_El Pais, 24 de abril de 2024)
En el País.Planeta Futuro he leído un artículo en el que se habla de Ruanda. Copio el artículo. escrito por una persona de Ruanda.
En el albergue Hope, las 50 habitaciones dobles se limpian a diario. Un par de zapatillas, artículos de aseo y el Corán en la mesilla de noche: todo está listo. Pero en sus dos años de existencia, este hotel, construido en un barrio acomodado de la capital ruandesa, Kigali, con vistas a la ciudad, jamás ha tenido un cliente. “Estamos operativos al cien por cien”, afirma satisfecho el hotelero Ismaël Bakina durante una visita. “Tenemos mesas de billar, un centro deportivo y salas de ordenadores. Y hay wifi en todas partes”.
Al entrar, en la pared, detrás de un recepcionista aburrido, un reloj mundial muestra la hora de Londres. Justamente allí, el Parlamento aprobó en la madrugada del martes una polémica ley que permitirá enviar a Ruanda a los solicitantes de asilo que hayan llegado ilegalmente al Reino Unido.
Con este pacto, renegociado por última vez en diciembre pasado después de que el Tribunal Supremo confirmara la ilegalidad de esta política de deportaciones, los británicos quieren disuadir a los inmigrantes de tratar de alcanzar sus costas. El Gobierno conservador, dirigido por el primer ministro Rishi Sunak, se ha comprometido a acabar con los barcos cargados de migrantes que cruzan ilegalmente el canal de la Mancha desde Francia. Desde 2018, casi 120.000 personas han llegado al archipiélago por esa vía.
El albergue Hope es el primer “centro de tránsito” de Ruanda, con capacidad para 100 personas. Si hay más deportaciones, el Gobierno ruandés construirá otros centros similares. El mantenimiento del lugar se ha pagado con dinero británico durante años, gracias a los 433 millones de euros previstos en un acuerdo firmado por los dos países en 2022, parte de los cuales ya han sido transferidos por el Reino Unido. Tras ser deportados, los migrantes y refugiados acabarían en el sistema de asilo ruandés, lo que les da derecho a vivir y trabajar en Ruanda. Si prefieren abandonar el país africano, también estaría permitido.
Activistas de derechos humanos y miembros de la oposición británica acusan al régimen represivo del presidente africano, Paul Kagame, de violaciones de los derechos humanos y consideran que el acuerdo migratorio con el Reino Unido es simplemente una forma de blanquear la reputación del jefe de Estado y su Gobierno. Kagame está en el poder desde 2000, tras el genocidio de la población tutsi hace 30 años y en este país africano cualquiera que critique abiertamente al régimen corre el riesgo de ser procesado.
“Ven como huésped, vete como amigo”, se lee a la entrada del albergue Hope. El hecho de que aún no haya llegado nadie a sus habitaciones parece no preocupar al gerente del hotel. “Soy un hombre de negocios”, dice con una sonrisa mientras alisa una arruga de su chaqueta roja y gris. “Hacemos lo que se nos pide. Si los británicos deciden subir hoy a nuestros huéspedes a un avión, estaremos listos para su llegada”, afirmaba Bakina a mediados de marzo, mientras mostraba el establecimiento al periodista.
Antes de que el albergue Hope abriera sus puertas, el edificio era conocido como el albergue de la Asociación de Estudiantes Supervivientes del Genocidio (AERG). Fue construido para proporcionar alojamiento seguro a entre 150 y 190 jóvenes que quedaron huérfanos en el genocidio de 1994, cuando fueron asesinados hasta 800.000 tutsis y hutus moderados. A los residentes que aún vivían en el edificio se les dijo que serían realojados para hacer sitio a los solicitantes de asilo del Reino Unido. .
Prometo seguir con este tema en la próxima "píldora para pensar".
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