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lunes, 15 de marzo de 2021

Mujeres y crecimiento económico

   Según Jeremy Rifkin, profesor del programa de Formación Ejecutiva de la Wharton School en la Universidad de Pennsylvania, el problema del PIB, parámetro utilizado para nedir el crecimiento económico, es que “no distingue entre aquellas actividades económica que realmente  mejoran la calidad de vida de la sociedad y aquellas negativas, que empeoran dicho estándar”. (La civilización empática. La carrera hacia una conciencia global en un mundo en crisis, Paidós, 2010: 539)

Con ocasión de la celebración del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo de 2021, Linda Scott, profesora emérita de Emprendimiento e Innovación de la Universidad de Oxford y autora de La economía Doble X. El extraordinario potencial de contar con las mujeres (Temas de Hoy. Ed. Planeta, 2020) escribió un artículo, “Incompetencia de la política de género y pandemia”, publicado en El País el día siguiente. En ese artículo, Linda Scott  con la pandemia de la covid-19 las mujeres pueden perder la libertad ganada en 50 años de esfuerzos. A ese respecto, recuerda que en el “primer mes de la pandemia, Naciones Unidas advirtió de que las mujeres podrán perder los avances logrados en 50 años si los líderes mundiales no prestan atención a sus circunstancias económicas concretas durante la crisis de la covid-19”. El principal problema reside en que en el Producto Interior Bruto (PIB no cuenta el trabajo no remunerado realizado por la mujer.

Linda  Sott  señala que “varios sectores con presencia de mujeres” fueron los primero en cerrar cuando apareció del virus”. “La consecuencia es que, de acuerdo con los datos procedentes de todo el mundo, las mujeres han perdido más puestos de trabajo que los hombres, hasta el punto de vista de que millones han abandonado el mercado laboral permanentemente”. ¿Por qué razón?

Linda  Scott  señala, en ese artículo, que “varios sectores con presencia mayoritaria de mujeres” fueron los primeros en cerrar cuando apareció el virus. […]. La consecuencia es que, de acuerdo con los datos procedentes de todo el mundo, las mujeres han perdido más puestos de trabajo que los hombres, hasta el punto de vista de que millones han abandonado el mercado laboral permanentemente”. Segùn Linda Scott, los planes de recuperación económica deben, entre otras cosas, “garantizar que la mitad de la población no salga de la crisis en una posición aún más desfavorecida y que la tendencia de la participación femenina en la fuerza laboral que se observaba antes de la pandemia no empeore después de que haya terminado”.

“En todos los países del mundo, las mujeres tienen muchas más probabilidades que los hombres de trabajar a tiempo parcial, una situación atribuible a la suposición universal de que las mujeres son las que van a hacerse cargo de la mayor parte del trabajo no remunerado en el hogar y, sobre todo, van a sacrificar su seguridad económica para cuidar a sus hijos. Los puestos de trabajo a tiempo parcial son los primeros que se eliminan en caso de crisis económica. De modo que también en ese sentido las mujeres han resultado más perjudicadas que los hombres, en todas partes”.

Con la pandemia, indica Linda, las mujeres fueron enviadas a casa a asumir un tarea imposible:  seguir trabajando en su empleo remunerado, al mismo tiemplo que se hacen cargo del trabajo no remunerado en el hogar. “Los datos recogidos muestran que los maridos y los padres ayudan, pero no asumen la carga a partes iguales, ni mucho menos”.

¿Qué tiene que ver esto con el crecimiento económico? Si atendemos al crecimiento económico, los trabajos no remunerados que realizan las mujeres en el hogar no cuenta. El PIB solo cuenta el trabajo remunerado, realizado, mayoritariamente realizado  por los hombres.

Comenta Linda Scott que las mujeres trabajadoras (trabajos remunerados) “aportan alrededor el 40% del producto interior bruto (PIB) mundial”. “El trabajo no remunerado no cuenta”.

Poner fin a todaslas formas de discriminación de las mujeres y las niñas no es solo un derecho humano básico, sino que además es crucial para un desarrollo sostenible.  La Agenda 2030  impulsa el compromiso de la comunidad internacional para el logro de la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas, a través de un objetivo específico (ODS 5) y de manera transversal en otros objetivos: el ODS 3 y el ODS 8.

En España, a pesar de la igualdad reconocida en la Constitución y en nuestro ordenamiento jurídico, y de los significativos progresos hechos en los últimos años, persisten discriminaciones que van desde las formas más extremas –como las que padecen las mujeres víctimas de violencia-, a las menos perceptibles que se dan día a día en todos los ámbitos. En este sentido es fundamental atender a colectivos víctimas de discriminación múltiple, muchas veces ocultos hasta ahora, como el de las mujeres y niñas con discapacidad.

Algunos datos a corregir:

-        El 58% del paro registrado en España corresponde a las mujeres.

-        La diferencia salarial media entre hombre y mujeres en España es de 5.941 €.

-        En España, el 75% de las personas con trabajo a tiempo parcial son mujeres.

-        Las mujeres en España destinan más del doble del tiempo que los hombres a tareas vinculadas con el hogar y la familia.

-        Tan sólo un 28% de las mujeres españolas realizan una carrera tecnológica y un 7% ingenierías.

-        Desde 2003 (que se computan los asesinatos de violencia de género) , 973 mujeres han sido asesinadas en España por sus parejas o ex parejas, en 2018, han sido 47 mujeres asesinadas.

Cristina Manzano, en un trabajo periodístico, “Llámame por mi nombre” (El País, 20 de noviembre de 2020) escribe: “Hace apenas unos días, y bajo iniciativa de España, la ONU ha aprobado la Resolución mujeres, niñas y covid-19, para impulsar que las respuestas a las crisis sanitaria y económica aborden específicamente su desproporcionado impacto sobre mujeres y niñas”.

 

martes, 9 de marzo de 2021

Educación empática

“Uri Treisman, un matemático del campus de Berkeley en la Universidad California observó, asombrado, que sus estudiantes asiático-americanos tendían a obtener mejores resultados que sus estudiantes afroamericanos e hispanos. Para comprender el porqué, Treisman realizó un seguimiento de los tres grupos de estudiantes de los tres grupos de estudiantes en el campus, para saber s había algo en su socialización que pudiera explicar la diferencia. Descubrió  que los estudiantes asiático-americanos iban siempre en grupo, comían juntos y se relacionaban entre sí, y constantemente hablaban de sus tareas de clase, probando hipótesis, cuestionando puntos de vista y […] negociando una comprensión y un consenso colectivo  sobre cómo enfocar sus tareas. Por el contrario, los estudiantes afroamericanos e hispanos eran más propensos a caminar solos y menos dados a hablar entre sí de sus tareas escolares.

Para comprobar se éste era el factor clave que explicaba la diferencia en los niveles de rendimiento en el aula, Treisman congregó a los estudiantes afroamericanos e hispanos, asignó a cada grupo un lugar de estudio y los ayudó a aprender a trabajar de forma colectiva y participativa. Los resultados fueron impresionantes: muchos de sus estudiantes, que eran alumnos necesitados de refuerzo, terminaron siendo estudiantes  de notable o sobresaliente. […] Si bien   aún no es la norma, un número cada vez mayor de aulas en la universidad y en la educación secundaria (incluso en los cursos inferiores) están empezando a transformarse en entornos de trabajo participativo, al menos durante breves periodos de tiempo. Es frecuente que clases de gran tamaño se dividan  en grupos más pequeños de trabajo. Posteriormente, se reúnen en sesiones plenarias en las que comparten sus conclusiones, generalmente en forma  de  trabajos de grupo. La nueva función del profesor no es tanto la de ser un conferenciante, como la de facilitar y establecer un contexto, explicar la naturaleza de la tarea, recoger los trabajos de los diversos grupos y ejercer de árbitro en un esfuerzo para llegar a un consenso en el aula. Al tiempo que del profesor se espera que comparta sus conocimientos académicos y que señale las similitudes y diferencias en los puntos de vista existentes en la disciplina académica de la que forma parte, así como en las propias reflexiones y creencias de los estudiantes, la participación del profesor se concibe como una contribución importante al diálogo, pero no es la última palabra en el tema sometido a debate. […] El aprendizaje ya no consiste solo en llenar la mente de los estudiantes con conocimientos expertos, sino también n pensar en forma crítica y participativa”. (Jeremy Rifkin, La civilización empática. La carrera hacia una conciencia global en un mundo en crisis Paidós, 2010:595-597).

Personalmente, tuve ocasión de sustituir la forma tradicional de impartir una clase –el profesor imparte una conferencia y los alumnos toman apuntes, pero no consultan otras fuentes de información- y acercarme a una enseñanza participativa.  Debo confesar que se  trata de una experiencia altamente gratificante, que pone de manifiesto hasta qué punto los alumnos son capaces de pensar y no solo memorizar. 

Se ha demostrado que el ser humano s empático. Como dice Jeremy Rifkin, ¿estamos a tiempo de alcanzar la empatia global necesaria para evitar el desmoronamiento de la civilización y salvar la Tierra?