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jueves, 30 de junio de 2011

Investigación farmacéutica

     Paul Collier en su libro El club de la misería. Qué falla en los países más pobres del mundo se dedica a identificar las razones´-trampas al desarrollo- por las cuales algunos países no son capaces de salir de la pobreza. Entre esas trampas no incluye ninguna en la que se haga referencia a los problemas de salud con que deben de enfrentarse esos países. Su única mención a la relación entre pobreza y enfermedad es la siguiente:

     "Aunque el concepto de trampas al desarrollo lleva mucho tiempo en circulación, últimamente se asocia a la obra del economista Jeffrey Sachs, que se ha centrado en las consecuencias de la malaria y de otras enfermedades. La malaria no deja que los países salgan de la pobreza y, como son pobres, su potencial de mercado para una vacuna no es la suficientemente elevado" (pág. 25).

     Y ahí termina todo. Sin embargo, son muy frecuentes las estudios acerca del fuerte vínculo entre pobreza y enfermedad: la existencia de enfermedades impide el desarrollo económico de los países: en los últimos años se ha puesto de manifiesto el impacto que la carga de enfernedad tiene en el empobrecimiento de las sociedades.

     Jeffrey D. Sachs, catedrático de Economía y Director de Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard como indica Paul Collier ha señalado, en sus trabajos, que la enfermedad en los países más pobres constituye una barrera básica para su avance económico: los hombres y las mujeres están enfermos porque son pobres; se empobrecen aún más porque están enfermos y su salud empeora porque siguen empobreciéndose.   Es un círculo vicioso mencionado en múltiples ocasiones.

     En un artículo firmado por el líder del grupo de rock U2, Bono, titulado El coste brutal de nuestra pasividad" (EL PAIS, 20-VI-2003) indicaba, refiriéndose al sida:

     "Cuando esta gente muere -por falta de medicinas cuya disponibilidad entre nosotros se da por sentada-, se lleva consigo su poder adquisitivo, su capital humano, dejando atrás a sus hijos".
     "Ahora está brotando el síndrome del señor de las moscas: niños que crían niños"

     En la misma línea, el entonces Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de la ONU dijo, en una entrevista (EL PAIS, 14-VII-2005) que "un niño bien alimentado tiene la mitad de probabilidades de contraer el sida", y añadió: "unos 8 millones de granjeros africanos han muerto de sida, y los niños ya no tienen con  quien aprender a cultivar".

     A mi juicio, sólo un fundamentalista del mercado puede justificar la falta de investigación farmacéutica en una enfermedad que mata a millones de personas, únicamente porque "el potencial de mercado no es suficientemente elevado".  Como es natural, no conozco a Paul Collier, sólo sé lo que de sí mismo dice en el prefacio del libro: "Antes fui catedrático de Harvard y director del departamento de desarrollo del Banco Mundial". ¿Puede eso justificar su opinión?  También trabajó en el Banco Mundial, como economista jefe y vicepresidente, Joseph E. Stiglitz, pero sus abiertas críticas lo convirtieron en una incómoda presencia en ese organismo, por lo cual abandonó su puesto (fue obligado a dimitir) y volvió al ejercicio docente e investigador en la Universidad de Columbia.

miércoles, 29 de junio de 2011

Austeridad presupuestaria

     Otro pilar de las políticas del FMI es la austeridad presupuestaria. La austeridad presupuestaria implica la reducción drástica de la partida de gastos sociales, es decir, una reducción al mínimo de los gastos en educación y sanidad, una congelación de salarios y un aumento de despidos en la función pública, recortes en el mantenimiento de infraestructuras, vivienda, investigación y cultura. Sólo quedan al margen los gastos en policía y justicia.

     El FMI y el Banco Mundial exigían a los gobiernos la supresión de subvenciones que, con frecuencia, concedían a los más desprotegidos para el acceso a alimentos básicos y a otros bienes y servicios vitales. Han sido muy numerosas las revueltas causadas por estar medidas. Sin ánimo de presentar una lista exhaustiva, se pueden dar algunas fechas, extraídas del libro 50 preguntas y 50 respuestas sobre la deuda, el FMI y el Banco Mundial de Damien Millet y Éric Toussan, ambos pertenecientes al Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (2004, Icaria editorial e Intermón Oxfam): en 1986, en Zambia, debido a que el precio de los alimentos aumentó un 120%; en Venezuela en 1989, tres días de revueltas arrojaron centenares de víctimas; en Yemen, las revueltas del hambre se produjeron en junio de 1998; en agosto de 1999 en Costa de Marfil; en Zimbawe, las revueltas del hambre tuvieron lugar en octubre de 2000; etcétera.

     Junto con el precio de los alimentos suele subir el precio del combustible; con lo que la población tiene enormes dificultades para la cocción de los alimentos y para hervir el agua y hacerla potable.

     Para ahorrar en gastos de educación, con frecuencia, se ha establecido un sistema de copago. Como consecuencia, los niños, sobre todo, las niñas dejaban de ir a la escuela. Es muy difícil pensar que el FMI y el banco Mundial no sepan que, principalmente para los países subdesarrollados, los gastos en sanidad, educación, agua potable, electricidad y otras cosas por el estilo no es un simple capricho, sino una inversión seria y productiva. Por ejemplo, en educación es mucho más sensato gastar un poco más de dinero por unos cuantos años de escolarización, que enfrentarse a décadas de costes sociales debidos a la cantidad de trabajadores sin formación.

     En cuanto a los gastos en sanidad, no hay que olvidar que la salud es un derecho reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Además, en los últimos años se ha puesto de manifiesto el impacto que la carga de enfermedad ejerce sobre el empobrecimiento de las sociedades.

    Durante años, en FMI y el Banco Mundial han obligado a los países a renunciar a su soberanía: los gobiernos no han estado en condiciones de aplicar la política para la que fueron elegidos. Tan sólo un ejemplo: "en Guyana, el Gobierno había decidido, a principios del año 2000, un aumento del sueldo del 3,5% de los funcionarios, tras una pérdida del 30% en el curso de los cinco años anteriores. El FMI amenazó y unos meses más tarde el gobierno dio marcha atrás". (D. Millet y E. Toussant, página 190 del libro citado). Esa falta de soberanía ha irritado a muchos países subdesarrollados.

     Termino aquí este pequeño homenaje a quienes sin haber tenido ocasión de disfrutar de las ventajas que podía ofrecer el sistema capitalista (algunos acababan de salir de un largo período de colonización) han sido golpeados por uno de los mayores defectos del sistema: la desregulación del mercado financiero y de capitales y el consiguiente pago, por parte de los ciudadanos corrientes, de los destrozos a que da lugar esa falta de regulación.

martes, 28 de junio de 2011

Liberalización. Mercado de capitales

     Junto con la supresión de todas las barreras al comercio, el FMI defendía -sigue defendiendo- la total independencia de los mercados financieros y de capitales, ninguna intervención pública.

     Sin embargo, si la prematura y mal manejada liberalización comercial fue perjudicial para los países subdesarrollados, en muchos sentidos la liberalización de capitales fue, incluso, peor. El objetivo era abrir totalmente las economías de los países subdesarrollados a las inversiones, a los productos y servicios de las multinacionales de las países más industrializados, a fin de satisfacer los deseos de  estos directivos: producir lo que ellos quieran, donde ellos quieran, en las condiciones que ellos definan y con los salarios que ellos fijen.

     Esta liberalización tiene también como finalidad suprimir cualquier obstáculo a la repatriación de los beneficios de las multinacionales implantadas en los países subdesarrollados.  Con una finalidad análoga, existe en el Grupo Banco Mundial el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (OMGI),  que funciona como una agencia de seguros para proteger los activos de las empresas que invierten en los países en desarrollo frente a los denominados "riesgos no políticos" o "no comerciales", unos de las cuales son las posibles restricciones impuestas a la libre repatriación de beneficios. En nuestro país, uno de los ejemplos lo constituyen los supermercados, grandes multinacionales de la alimentación.

     Esta la eliminación de todos los controles sobre el movimiento de capitales permite a los ricos,  -en este caso, de los países subdesarrollados- deslocalizar sus "capitales" en los países del Norte en lugar de invertirlos en la economía nacional. Mientras el ciudadano de a pie debía enfrentarse a los ajustes que marcaba el FMI y el Banco Mundial, las grandes empresas y la banca seguían aumentado sus beneficios y desviaban miles de millones a paraísos fiscales, evitando pagar a la hacienda estatal.

     Otra cosa. Esta liberalización lleva consigo la eliminación de las regulaciones que pretenden controlar el flujo de dinero caliente hacia -y desde- unos países a otros; en otras palabras, que pretenden limitar la actividad de los especuladores, unos señores capaces de hundir un país en dos minutos, sin mover una pestaña y atendiendo únicamente a su enriquecimiento. Casi nunca se conoce la identidad de los señores que han realizado, en un momento dado, un ataque especulativo; una de las pocas excepciones es la del especulador que atentó contra el Reino Unido y que no pudo evitar hacer pública su heroicidad: llamó a un periodista y le explicó que "había arriesgado 10.000 millones de dólares en contra de la libra y había obtenido 2.000 millones de dólares en beneficio, en una sola jornada". Fue George Soros. (Leído en el Diccionario de la nueva economía de Joaquín Estefanía (2001, Círculo de Lectores, Barcelona).

   

lunes, 27 de junio de 2011

Liberalización. Supresión de todas las barreras al comercio

     Sigo con el homenaje a quienes, antes que nosotros, tuvieron que obedecer las indicaciones del FMI.

     Otro pilar de las políticas del FMI es la supresión de todas las barreras al comercio y toda intervención pública en los mercados financieros y de capitales: una liberalización en toda regla.

     Ahora voy a referirme, con la mayor brevedad posible, a las barreras al comercio. De estas barreras ya he hablado en varias entradas anteriores, pero siempre comparando los comportamientos de los países ricos con las exigencias a los países subdesarrollados dentro del marco de la Organización Mundial de Comercio. Sin embargo, en palabras de Joseph E. Stiglitz, "aunque la Organización Mundial de Comercio era el foro donde se negociaban los acuerdos comerciales internacionales, los negociadores estadounidenses y el FMI a menudo insistieron en ir más allá y acelerar el ritmo de la liberalización comercial.  El FMI insistía en ese ritmo acelerado de la liberalización como condición de su ayuda -y los países ante una crisis no tenían más elección que acceder a su demanda.

     Según Stiglitz, hubo muchos "ejemplos de desigualdades que ocuparon cada vez más el discurso del mundo subdesarrollado, aunque rara vez aparecieron en la prensa de las naciones más desarrolladas. Países como Bolivia no sólo eliminaron sus barreras comerciales hasta tal punto que eran menores que las de EE. UU., sino que también cooperaron con EE. UU. prácticamente erradicando el cultivo de la coca, la base de la cocaína, (...). La respuesta de EE. UU. fue seguir con sus mercados cerrados a los otros productos, como el azúcar, que los campesinos bolivianos podrían haber producido para exportar -si el mercado norteamericano se hubiese abierto-".

     En nuestro país, en el periódico de ayer, domingo, he leído: "El presidente presentará algunas propuestas para la reactivación económica".  "Una de las que se baraja es una mayor liberalización de los horarios comerciales (...)  Tanto el Fondo Monetario Internacional como la Unión Europea y la OCDE llevan años presionando a España para que apruebe una mayor liberalización comercial". ¿A quién favorece esta decisión?  Única y exclusivamente a las multinacionales, cuyos beneficios son suyos y sólo suyos. Lo de la "reactivación económica" y "activar el consumo" -que aparece por alguna parte de la noticia- es una excusa engañosa, mejor sería favorecer a las pequeñas tiendas tradicionales, cuyos propietarios, al tener que cerrar sus establecimientos, deben engrosar la lista de parados. Parece que el FMI no ha modificado en nada su política.

domingo, 26 de junio de 2011

Recuérdalo tú y recuérdalo a otros

     Como es domingo sólo la última estrofa de un poema de Luis Cernuda, titulado 1936, aunque la mayoría de las personas lo identifican con su primer verso "Recuérdalo tú y recuérdalo a otros".

                    Gracias, compañero, gracias
                    por el ejemplo. Gracias porque me dices
                    que el hombre es noble.
                    Nada importa que tan pocos lo sean;
                    uno, uno tan sólo uno basta
                    como testigo irrefutable
                    de toda la nobleza humana.

     Mañana continuaré con el homenaje prometido y sólo iniciado.

sábado, 25 de junio de 2011

Privatización

     En la entrada anterior y en este homenaje a quienes, en peores condiciones que las nuestras, tuvieron que hacer frente una situación análoga, mencioné algunos casos de privatización. A pesar de que sólo fueron tres ejemplos, pretendían poner de manifiesto, primero, que no todo se puede privatizar porque no son un negocio para las empresas (caso de los polluelos) y, segundo, que la privatización debe hacerse con determinadas condiciones: la empresa no debe alcanzar una posición monopólica (necesidad de que exista competencia) y debe aceptar unas normas que aseguren que va a cumplir los fines sociales para los que se ha creado o instalado. (Regulacion)

     Sin embargo, el FMI y el Banco Mundial "pensaban" que había que privatizar a toda marcha, y la competencia y la regulación vendrían después. En la situación de inferioridad en que se encontraban los gobiernos afectados, es de tontos pensar que eso podía suceder. ¿Por qué, entonces, tanta prisa? Dada la falta de transparencia y democracia con que funcionan estas instituciones, es de pensar que, en esa práctica, había "gato encerrado". El gato encerrado era el deseo de hacer negocio de las empresas occidentales, dispuestas a practicar el soborno si era necesario, aún sabiendo que sería mejor para todos no caer en la tentación. (El dilema del prisionero)      Algunas veces el soborno ha llegado a ser realizado por las mismas instituciones internacionales, por ejemplo, en la caso del suministro de agua potable en la ciudad de Cochabamba, el Banco Mundial ofreció el perdón de una parte de la deuda si el gobierno boliviano aceptaba la privatización de este servicio.

     Con sólo tres ejemplos y las consideraciones anteriores no se puede decir que se haya agotado el tema. Por ejemplo, no se ha abordado el problema de los trabajadores que quedaban en paro. Para hacer frente al paro alguien puede pensar en la creación de nuevas empresas, pero eso no era -ni es- fácil para estos países, ni tampoco para nosotros. En nuestro caso, con un número tan elevado de parados, llama la atención el que algunos (el antiguo jefe de la patronal y Emilio Botín) digan que la solución a la crisis está en "trabajar más".  En una entrada anterior, presenté un párrafo del libro de Joseph E. Stigliz en  el que, este profesor exponía la opinión los fundamentalistas de mercado acerca del origen del desempleo. (Los mercados no están contentos)  Me estoy desviando del objetivo marcado: un homenaje a quienes tuvieron que lidiar con una deuda, que algunos llaman "odiosa", con menos recursos humanos y materiales que nosotros. Continuaré otro día. Me parece interesante y necesario.

miércoles, 22 de junio de 2011

Algunas actuaciones del FMI

     Como homenaje a quienes, con muchos menos recursos que nosotros, tuvieron que pagar -creo que algunos todavía están pagando- una deuda contraída de forma bastante parecida a la que ha dado origen a nuestra actual crisis, voy a dedicar los próximos días a describir algunas de las exigencias del FMI y el Banco Mundial para asegurar el pago de la deuda y sus correspondientes intereses. Hoy relataré tres casos de privatizaciones.

     1. Lo cuenta Joseph E. Stiglitz en El malestar en la globalización pág. 84. "En Costa de Marfil la compañía telefónica fue privatizada, como es habitual, antes de establecer un marco regulatorio adecuado o un entorno competitivo. La empresa francesa que compró los activos estatales persuadió al Gobierno para que le concediera un monopolio, no sólo sobre los servicios telefónicos existentes sino también sobre los nuevos servicios celulares. La empresa privada subió tanto las tarifas que, por ejemplo, los estudiantes universitarios no podían acceder a Internet, algo esencial para impedir que la ya acusada desigualdad en el acceso digital entre ricos y pobres se acentúe aún más".

     2. Lo cuenta Arundhati Roy en El álgebra de la justicia infinita (ed. Anagrama, Barcelona, 2002), págs. 147-148.  "En 1999 el Gobierno de Bolivia (acuciado por el Banco Mundial) privatizó el suministro de agua potable en la ciudad de Cochabamba y firmó un contrato por el que se lo cedía durante cuarenta años a la empresa Bechtel, una multinacional estadounidense de la ingeniería. Lo primero que hizo Bechtel fue triplicar el precio del agua. Cientos de miles de personas, así de sencillo, no podían pagarlo. Una huelga de transportes paralizó la ciudad". Hugo Banzer (...), "entonces presidente democráticamente elegido, ordenó a la policía que dispara contra los manifestantes. Hubo seis muertos y ciento setenta y cinco heridos, entre ellos dos niños que quedaron ciegos. Las protestas siguieron, porque la gente no tenía otra opción. ¿Cuál es la alternativa a pasar sed?  En abril de 2000 Banzer decretó la ley marcial. Continuaron las protestas. Al final, los ejecutivos de Bechtel huyeron de sus oficinas". Bechtel pidió al Gobierno boliviano el pago de doce millones de dólares como indemnización.

      3. Lo cuenta Stiglitz en el libro citado, pág. 63.  "Una ONG  había instruido concienzudamente a los habitantes de un pueblo (un pueblo de Marruecos) en la cría de gallinas, actividad que las mujeres podían llevar a cabo sin descuidar sus labores más tradicionales. Originalmente, las mujeres compraban los polluelos de siete días a una empresa pública. Pero cuando visité el pueblo el proyecto había fracasado. Departí con los pobladores y con funcionarios oficiales y la respuesta fue sencilla: el FMI había dicho al Gobierno que no debía estar en el negocio de distribución de pollos, y entonces dejaron de venderlos. Simplemente se supuso que el sector privado inmediatamente llenaría el vacío. Un proveedor privado, en efecto, llegó para suministrar polluelos a la gente. La tasa de mortalidad de los pollos en las primeras dos semanas es elevada, y la empresa privada no estaba dispuesta a garantizar la oferta. Los pobladores no podían asumir el riesgo de comprar pollos que murieran en un porcentaje abultado. Y así fue como una industria naciente, destinada a cambiar la vida de esos campesinos, desapareció".

martes, 21 de junio de 2011

Sobre el Fondo Monetario Internacional (FMI)

     Después de conocer la importancia que tiene la actitud del próximo(a) director(a) gerente del FMI (post del 17 de este mes) sobre cómo podemos intentar salir de la crisis, he considerado que, como ciudadana, debía saber cómo funciona esta institución.

      Lo primero que he aprendido es que esta institución está dominada por fundamentalistas del mercado:  creen que, en general, el mercado funciona bien y el Estado funciona mal.   De acuerdo con ello, todas las decisiones que ha tomado en el pasado, para hacer frente a situaciones análogas a las que ahora estamos viviendo nosotros, las ha tomado desde la perspectiva y la ideología de la comunidad financiera.  

     Según el diccionario de la RAE, un ideólogo es "una persona que entregada a una ideología, desatiende la realidad"; y la realidad en este caso -pienso- es que los mercados financieros no regulados son capaces de cometer toda una serie de acciones que deberían ser castigadas por alterar el buen funcionamiento del sistema, lo mismo que se castiga a cualquier ciudadano que con su comportamiento altera el buen funcionamiento de la sociedad, por ejemplo, se envía a la cárcel al que roba.

      Estoy de acuerdo con Joseph E. Stiglitz cuando dice que "lo menos que se puede esperar de una agencia internacional como el FMI es que identifique los casos relevantes en los que los mercados pueden no funcionar y analice qué políticas pueden evitar o minimizar los daños provocados por dichos fallos; es más, debería intentar afrontar los problemas antes de que ocurran y remediarlos cuando surjan".

     Según este premio Nobel de Economía, el FMI siempre ha tomado sus decisiones apoyándose en una "curiosa mezcla de ideología y mala economía"; nunca ha tenido en cuenta los últimos avances de la teoría económica; y nunca ha tenido en cuenta los efectos de sus decisiones sobre los ciudadanos de los países a los que exigía su aplicación. Esos efectos han sido, con demasiada frecuencia, hambre y disturbios y, cuando las decisiones impuestas consiguieron a duras penas algo de crecimiento, muchas veces los beneficios se repartieron desproporcionadamente a favor de los más pudientes, mientras que los pobres se hundían más en la miseria.

     Lo que me parece realmente escandaloso es que el FMI suponga que el dolor provocado es parte necesaria de algo que los países deben experimentar para llegar a una exitosa economía de mercado; me recuerda a los sacrificios humanos que nuestros antepasados practicaban para aplacar a los dioses.

     ¿Qué piensa el FMI de la democracia? El FMI siempre ha obligado a los Gobiernos a actuar según sus instrucciones, sin tener en cuenta de que eran gobiernos democráticamente elegidos. Por su parte, el FMI es una institución ademocrática,y totalmente opaca, a pesar de que se trata de una institución pública y el dinero que maneja pertenece a los ciudadanos.

      Pronto sabremos hasta qué punto el próximo(a) director(a) gerente va a cambiar la orientación del FMI.

sábado, 18 de junio de 2011

Efecto mariposa

     En una conversación mantenida por Miguel Delibes con su hijo Miguel, eminente biólogo, recogida en un libro que se titula La Tierra herida ¿Qué mundo heredarán nuestros hijos?  (2005, Ediciones Destino, Barcelona) surge el tema del cambio climático y Miguel-hijo dice:

     "Pero también influye el hecho de que todo está relacionado con todo de una manera compleja, no lineal, de forma que pequeños cambios imprevistos en un lugar pueden alterar las previsiones que se han hecho en otros. Eso se ha definido como efecto mariposa propio de los sistemas caóticos, caricaturizado afirmando que el batir de alas de una mariposa en Tokio puede originar una tormenta que no iba a ocurrir en Ámsterdam o, por el contrario, evitar que se forme otra que podría haber ocurrido".

     Sucede entonces que, por ejemplo, cuando un país produce demasiado dióxido de carbono, se deshielan los glaciares del hemisferio Norte, disminuye la densidad del agua del mar, se altera el funcionamiento de algunas corrientes marinas y, como consecuencia, se modifica el clima en zonas alejadas que, quizás, nunca emitieron a la atmósfera un exceso de dióxido de carbono.

     Recurriendo a las expresiones "países del Norte" y "países del Sur", el efecto mariposa permite asegurar, con toda certeza, que cualquier deterioro en los países del Sur tendrá consecuencias para todos, incluidos los privilegiados del Norte.

     A este fenómeno, que afecta a todos los sistemas naturales, se refiere también María Novo Valverde, directora de la Cátedra UNESCO de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en España, en su libro El desarrollo sostenible (2006, Pearson Educación, Madrid).  Según ella, la conducta impredecible de las sociedades humanas, permite ampliar el efecto mariposa al campo social, y escribe:

     "Trasladada la metáfora a su versión positiva y al campo social, nos habla de la importancia de todos esos cambios, aparentemente pequeños, que las personas y los grupos van introduciendo en los sistemas. Porque nos permite pensar, con fundamento, en el efecto mariposa positivo que esas pequeñas perturbaciones tienen sobre el sistema global en su conjunto, sobre el mundo en que, felizmente, nada de lo que cambiamos permanece inútil, y todo llega a alcanzar, en mayor o menor grado, a las condiciones del sistema de vida en que se inserta.

     Así, el efecto mariposa de la imaginación puede mover montañas, unido al efecto mariposa de la solidaridad, de la compasión, de la inteligencia, de la equidad... Todos ellos están actuando ya en millones de pequeños microcosmos, en ámbitos políticos, promovidos por mujeres y hombres, por jóvenes y mayores, por científicos y artistas... Se trata de una fuerza imparable a favor del cambio; una fuerza que se desenvuelve mediante redes, sinergias, complicidades entre unos y otros grupos.

viernes, 17 de junio de 2011

La elección del próximo director gerente del FMI

     Con ocasión de la elección del próximo director(a) gerente del FMI, Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía y profesor en la Universidad de Columbia, ha escrito un artículo, La elección del próximo líder, publicado en el periódico EL PAÍS (suplemento Negocios, 12-VI-2011), del que me parece interesante entresacar algunos párrafos.

     Stiglitz habla de la necesidad de "pensar cómo ayudar a todos, no sólo a los banqueros que compraron los bonos", y escribe:

     "Las crisis tienen que ser manejadas con mucho cuidado. En 1997, la mala gestión de la crisis del este de Asia por parte del  FMI y del Tesoro de EE UU transformó las desaceleraciones en recesiones y las recesiones en depresiones. El mundo no puede permitirse que se repita este desempeño.

     Hoy, la crisis inminente está en Europa, donde el Banco Central Europeo parece estar poniendo su propio balance y el de los bancos europeos -cargados de deuda de Irlanda, Grecia y Portugal- por encima del bienestar de los ciudadanos de esos países. Esta deuda, casi con certeza, tiene que ser reestructurada, pero, al haber permitido que los bancos se apalanquen más allá de cualquier nivel de prudencia y acumulen derivados tóxicos, el BCE hoy está advirtiendo contra cualquier tipo de reestructuración o amortización.

     Sin embargo, es un poco tarde para que el BCE describa la reestructuración de la deuda como impensable. El BCE debería haber pensado un poco antes de dejar que las cosas llegaran adonde llegaron. En realidad, más que pensar, debería haber aplicado cierta regulación para impedir que los bancos de Europa se volvieran tan vulnerables.

     Hoy el BCE necesita pensar en cómo ayudar a todos, no sólo a los banqueros que compraron los bonos. El nuevo criterio debería ser poner a la gente en primer lugar y a los accionistas de los bancos en segundo lugar. Incluso si los accionistas y los tenedores de bonos pierden todo con la reestructuración correcta, aún podemos salvar a los bancos y proteger a los contribuyentes y a los trabajadores.

     Cuál sea la actitud del próximo director gerente del FMI sobre esta cuestión -y sobre si ha de lograrse la salvación a través de través de la austeridad, en cuyo caso los costos serán absorbidos por los ciudadanos comunes mientras que los banqueros sólo reciben una palmadita suave en la muñeca- es de una importancia crítica, pero difícil de predecir".

     En casos anteriores, que, en su mayoría, han afectado a los países en desarrollo -más de cien desde que empezaron estas desastrosas políticas- siempre han sido los ciudadanos los que han absorbido los costes ¿Cómo? Reduciendo el gasto social (nada de servicios sociales, nada de educación y servicios sanitarios públicos, nada de subvenciones o becas, etc.), privatizando todo lo privatizable y "caiga el que caiga". Con esto, se salvan los bancos, se empobrece la gente corriente y ..., colateralmente ¿quienes ganan? Adivina adivinanza.

NOTA. Los estatutos del BCE dicen que no pueden "solicitar ni aceptar instrucciones de las instituciones o de los organismos comunitarios, ni de los gobiernos de los distintos Estados miembros, ni de ningún otro organismo".  El FMI es también totalmente opaco, nada de transparencia, nada que huela a democracia, todo ello a pesar de que el dinero que maneja sale de los ciudadanos.

jueves, 16 de junio de 2011

Utopía y desencanto

     Cambiemos de registro. A continuación, unos párrafos extraídos de un ensayo de Claudio Magris, como se sabe, uno de los grandes intelectuales de nuestro tiempo. El ensayo fue escrito en 1996 y se titula Utopía y desencanto.

     "En los umbrales del año 2000 (existe) un profundo sentido de la transformación radical de la civilización y de la misma humanidad y por consiguiente un sentido del indiscutible fin, no del mundo, sino de un modo secular de vivirlo, de concebirlo y administrarlo".

     "... las utopías revolucionarias son una levadura, que por sí sola no basta para hacer pan, contrariamente a lo que han creído muchos ideólogos, pero sin la cual no se hace pan. El mundo no puede ser redimido de una vez para siempre y cada generación tiene que empujar, como Sísifo, su propia piedra, para evitar que ésta se le eche encima aplastándole. La conciencia de estas cosas supone la entrada de la humanidad en la madurez espiritual".

      "El final y el principio del milenio necesita utopía unida al desencanto. El destino de cada hombre, y de la misma Historia, se parece al de Moisés, que no alcanzó la Tierra prometida, pero no dejó de caminar en dirección a ella. Utopía significa no rendirse a las cosas tal como son y luchar por las cosas tal como deberían ser; saber que al mundo, como dice un verso de Brech, le hace falta que lo cambien y lo rediman".

     "... la utopía da sentido a la vida, porque exige, contra toda verosimilitud, que la vida tenga un sentido; don Quijote es grande porque se empeña en crecer, negando la evidencia, que la bacía del barbero es el yelmo de Mambrino y que la zafia Aldonza es la encantadora Dulcinea. Pero don Quijote, por sí sólo, sería penoso y peligroso, como lo es la utopía cuando violenta la realidad, creyendo que la meta lejana ha sido alcanzada, confundiendo el sueño con la realidad e imponiéndolo con brutalidad a los otros, como en las utopías políticas totalitarias".

     "Don Quijote necesita a Sancho Panza, que se da cuenta de que el yelmo de Mambrino es una bacinilla y percibe el olor a establo de Aldonza, pero entiende que el mundo no está completo ni es verdadero si no se va en busca de ese yelmo hechizado y esa beldad luminosa. Sancho sigue al enloquecido caballero -es más, cuando éste recobra la cordura, se siente perdido y reclama nuevas aventuras encantadas-".

     "Utopía y desencanto, antes que contraponerse, tienen que sostenerse y corregirse recíprocamente".

     "El mal radical -la radical insensatez con que se presenta el mundo- exige que lo escrutemos hasta el fondo, para poderlo afrontar con la esperanza de superarlo".

     "La esperanza es un conocimiento completo de las cosas, observa Geradi Cunico; no sólo de cómo éstas aparecen y son, sino de aquello en lo que se tienen que convertir para conformarse a su plena realidad aún no desplegada, a la ley de su ser".

     "Tras las cosas tal como son hay también una promesa, la exigencia de cómo deberían ser; está la potencialidad de otra realidad, que empuje para salir a la luz, como la mariposa en la crisálida".

miércoles, 15 de junio de 2011

Más sobre barreras comerciales

     Para concluir, el menos por ahora, el tema de las barreras comerciales, transcribo, a continuación, unas palabras del Secretario General de Naciones Unidas -entonces, Kofi Annan- con  motivo de la celebración de la Conferencia de Naciones Unidas en mayo de 2001 sobre los problemas de los 49 países menos adelantados del mundo:

     "En la actualidad, los agricultores de los países pobres no sólo tienen que competir con las exportaciones subvencionadas de alimentos. También tropiezan con elevadas barreras a las importaciones. (...) Los aranceles de la Unión Europea sobre los productos de la carne llegan al 826%.
     Asimismo, cuanto mayor valor añaden los países en desarrollo a sus productos al elaborarlos, más elevados son los aranceles a pagar. Por ejemplo, en el Japón y en la Unión Europea, los aranceles impuestos a los productos alimentarios totalmente procesados son dos veces más altos que los aplicados a los productos en la primera etapa de la elaboración (tabletas de chocolate frente a cacao, azúcar refinado frente a azúcar sin refinar, etc.)
     Dicho de otro modo, los países ya industrializados, a la vez que proclaman las virtudes del libre comercio en condiciones equitativas, practican políticas proteccionistas que desalientan activamente a los países pobres y les impiden desarrollar sus propias industrias".
     (Leído en el libro Los efectos de la política agraria europea. Un análisis crítico, José J. Romero Rodríguez (coord.), ed. Desclée De Brouwer, 2002, Bilbao, pág.106).

     Sin embargo, no se debe creer que el futuro de las agriculturas del Sur y,  menos aún, los problemas de desarrollo de estos países pueden resolverse recortando las tarifas aduaneras que les imponen los países ricos. Luis de Sebastián, que fue profesor de Economía Internacional en la Universidad Ramón Lull en ESADE -falleció en mayo de 2009- en su libro Razones para la esperanza en un mundo imperfecto (2003, Icaria Editorial e Intermón Oxfam, Barcelona) dice:

     "Probablemente todo ello requiera una completa asesoría a los países más pobres para que adquieran los conocimientos que son necesarios para beneficiarse de las oportunidades que ofrecerían los mercados de los países ricos si se abrieran libremente a los productos que hoy entran con cuentas gotas".
      "Sólo la solidaridad llevada a las relaciones internacionales pueden hacer el milagro de que el comercio internacional sea realmente un instrumento de progreso económico y humano para todos los países del mundo".

     Solidaridad en las relaciones internacionales, porque como decía Luis de Sebastián,

     "la apertura de los mercados, con todo y ser un acto de justicia, implica decisiones políticas que afectan a millones de ciudadanos de los países ricos".

martes, 14 de junio de 2011

Distintas sensibilidades

     Tras ser elegido, el 30 de abril de 2008, para integrar el Comité Consultivo de Derechos Humanos, Jeans Ziegler compareció ante los medios de comunicación con la finalidad, en un principio, de realizar un balance de su anterior gestión como Relator Especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación. No obstante, en esa comparecencia no se limitó a realizar ese balance, sino que, además, criticó abiertamente a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y acusó a su director de tener una línea de trabajo

      "totalmente contraria a los intereses de pueblos mártires del hambre, porque son los pagos proteccionistas los que impiden a los campesinos cultivar alimentos".
 
     Y afirmó que

     "las revueltas del hambre que han tenido lugar ya en 37 países van a intensificarse, y el número de personas afectadas por la malnutrición va a aumentar en los próximos cinco o seis años".

     En opinión de J. Ziegler, "el orden mundial es asesino", porque hoy "el hambre no es una fatalidad", no es algo inevitable; según él, el hambre en África es "fabricada", principalmente, por Europa, gracias a las subvenciones agrícolas. Como complemento, añadió:

     "Pienso que se impone un deber moral de cambio, que va más allá de la política. Los países africanos no podrán salir adelante mientras se mantenga ese dumping agrícola (su venta por debajo del coste de producción). Eso provoca que los excluidos quieran emigrar a Europa y nuestra única respuesta es militar".

     A petición del periodista de una propuesta respecto a estos "refugiados del hambre", Ziegler contestó:

     "Que se les otorgue un derecho provisorio a entrar en Europa dada su extrema necesidad. No es ilegal que entren debido a su estado de necesidad. Es un principio antiguo bien conocido en Derecho Internacional".

lunes, 13 de junio de 2011

Haz lo que decimos, no lo que hacemos

     Joseph E. Stiglitz, en la página 31 de su libro El malestar en la globalización, dice:

     "Los críticos de la globalización acusan a los países occidentales de hipócritas, con razón: forzaron a los pobres a eliminar las barreras comerciales, pero ellos mantuvieron las suyas e impidieron a los países subdesarrollados exportar productos agrícolas, privándoles de una angustiosamente necesaria renta vía exportaciones".

     El Banco Mundial y el FMI exige a los países subdesarrollados, que se dediquen a exportar y,  por otra, los países ricos les impiden, mediante barreras comerciales de todo tipo, que cumplan ese mandato.

    Por otra parte, Paul Collier en su libro El club de la miseria. Qué falla en los países más pobres del mundo, señala, en su página 261, que la política comercial de los países ricos es parte del problema (es decir, de la existencia del club de la miseria); una política que, mediante subvenciones, hace que sus grandes empresas agroindustriales puedan exportar por debajo del coste de producción.  Paul Collier dice:

     "Como todos sabemos, la política comercial de la OCDE presenta algunos aspectos indefendibles. Lo menos defendible, tanto para los ciudadanos de los países miembros como para los países en vías de desarrollo, es la protección a la agricultura: los países ricos nos gastamos dinero en subvencionar cultivos que dejan sin oportunidades a gente que apenas tiene otras opciones"

     "..., es una estupidez proporcionar ayuda con el fin de promover el desarrollo para después adoptar políticas comerciales que lo impiden"

     Como ciudadanos responsables deberíamos protestar, no sólo porque el dinero de esas subvenciones sale de nuestros bolsillos, sino también porque esa política hace que la cesta de la compra nos resulte más cara.

     ¿Es necesario apoyar nuestra agricultura? Sí,  pero no a los grandes terratenientes y grandes empresas agroindustriales que, tal como está diseñada esta política, son los que reciben la mayor parte del dinero.

domingo, 12 de junio de 2011

Haz lo que decimos, no lo que hicimos

     Ese es el título de un artículo escrito por el premio Nobel de Economía  Joseph E. Stiglitz, en el que este profesor de la Universidad de Columbia comenta el hecho de que los países ricos imponen a los países pobres políticas que ellos no desarrollan en sus propios países.      Aunque no se trata de ninguno de los casos mencionados por Stiglitz, me parece interesante señalar la política adoptada por la Comunidad Económica Europea (CEE) cuando se creó en 1957.

     Desde su creación, la CEE consideró imprescindible conseguir una soberanía alimentaria; el general De Gaulle solía decir, refiriéndose naturalmente a Francia, que "un país que no es capaz de alimentarse a sí mismo, no merece la pena de ser un país". Además, la CEE consideró imprescindible promover mejoras en el ámbito rural que permitieran aproximar el nivel de vida de los agricultores al resto de la población. Hay que resaltar la importancia que la vida rural tiene en la realidad social de todos los países: la agricultura, además de proporcionar alimentos, desempeña un importante papel social y medioambiental.

     El sistema seguido para conseguir los objetivos anteriores fue muy sencillo.

     1. Para algunos productos agrícolas y ganaderos, se aplicó una férrea protección en frontera -elevadas barreras comerciales, ninguna importación-, y un sistema de compra y venta de excedentes por parte de la Administración.
    
     2. Para aquellos productos agrarios en los que la CEE era deficitaria se procedió a la liberalización de las importaciones -ausencia de barreras comerciales- y ayudas directas a los agricultores que se dedicasen a su producción.

     3. Y, por último, para las frutas, verduras y hortalizas, el sistema seguido se basaba en un precio mínimo de importación y unos sistemas espaciales de eliminación de excedentes.

     Los primeros diez años, esta política constituyó un éxito. La Política Agraria Común (PAC), diseñada en una época en la que Europa era deficitaria en la mayoría de los alimentos, contribuyó al crecimiento económico y permitió proporcionar a los consumidores europeos una amplia gama de productos agrícolas y ganaderos; además logró una equiparación de la renta agrícola con el resto de los agentes económicos, es decir, logró erradicar la inicial pobreza rural.

     Al entrar en el gigantesco edificio que el Banco Mundial tiene en Washington llama la atención, antes que nada, el lema de la institución: nuestro sueño es un mundo sin pobreza. Si su sueño es un mundo sin pobreza, ¿por qué el Banco Mundial, en lugar de aconsejar, junto con el FMI (en la práctica, más que un consejo fue una imposición) a los países subdesarrollados el abandono de las políticas "comida antes que nada" a favor de las políticas "exportaciones antes que nada", no les asesoró (o asesora) en el diseño de políticas parecidas a las diseñadas po la CEE?

martes, 7 de junio de 2011

Bienes comunes de la humanidad

     La primera vez que leí la expresión "bienes comunes de la humanidad" fue en una colaboración periodística (EL PAIS, 8-XI-2003) de José Vidal Beneyto, que fue director del Colegio de Altos Estudios Europeos Miguel Servet, dependiente de la UNESCO. La expresión me pareció muy interesante. Vidal-Beneyto denomina "bienes comunes de la humanidad" a los bienes, unos materiales y otros inmateriales, que, por una parte, pertenecen a todos los seres humanos, incluidos los de las próximas generaciones, y, por otra, son capaces de satisfacer las necesidades humanas básicas.

     Quizás sean el agua y el aire los bienes comunes de la humanidad más importantes, porque todos los seres humanos necesitan beber y respirar. Sin embargo, algunas empresas, sobre todo las instaladas en los países del Sur, primero, los usan y, después, los devuelven en condiciones tales que ya no pueden ser usados por otros seres humanos, a pesar de que existen formas de uso que permiten devolverlos tal como los encontraron. Vidal-Beneyto atribuye estos comportamientos a las fuerzas del mercado, que favorecen el incansable deseo de las empresas de aumentar los beneficios económicos. A este respecto, se pregunta:

     "¿Cuántas catástrofes humanitarias más; cuántas crisis financieras; qué insoportables niveles de miseria; cuántos millones de niños deben morir de desnutrición y abandono; qué límites de irrespirabilidad debe alcanzar nuestra atmósfera; qué nuevas enfermedades deben asolarnos; cuántas especies animales y vegetales deben de desaparecer; hasta dónde debe llegar la deforestación y la desertificación para que salgamos de la espiral del negocio individual y nos preocupemos de lo que tenemos en común, de nuestra riqueza colectiva, de la que depende buena parte de nuestro bienestar actual y nuestra supervivencia futura?

     Y recuerda a Adam Smith cuando mencionaba la "posibilidad de que la búsqueda de ganancias privadas provoque pérdidas sociales". Son muchos los estudiosos que, como decía Joseph Alois Schumpeter, indican que es necesario poner freno a las fuerzas del mercado para que el capitalismo funcione bien. Estos frenos supone que los gobierno llevan a cabo una regulación.

      Lo mismo que existen instituciones que castigan a aquellos que, por falta de ética o responsabilidad, se apropian de lo ajeno, hacen falta instituciones que castiguen a las empresas que no saben a qué obliga el uso de un bien común de la humanidad. Ahora estamos lejos de esa necesaria regulación: los lobbies de las empresas de todo tipo tienen demasiada importancia.

     Jeffrey D. Sachs, una de las principales autoridades mundiales en economía y política sanitaria, en su libro Economía para un planeta abarrotado (1ª ed. Buenos Aires, Debate, 2008, pág. 54) indica:

     "Por sí solas las fuerzas del mercado no pueden resolver estos problemas".

lunes, 6 de junio de 2011

Información no conforme con la realidad

     En el libro El club de la miseria. Qué falla en los países más pobres del mundo (2009, Turner Ediciones, Madrid), Paul Collier, en la página 262, hablando de la política comercial de los países ricos y de la Organización Mundial de Comercio (OMC), dice:

     "Los países del club de la misera no cuentan de ningún interés para el resto del mundo, luego sus elevadas restricciones comerciales tampoco importan a nadie".

     Sin embargo, la realidad es que las empresas occidentales están interesadas por vender en los "países del club de la miseria" y les importan "sus elevadas restricciones comerciales". Como botón de muestra, un sólo ejemplo: Haití, un país del club de la miseria.

     Los aranceles de Haití para la entrada de arroz eran elevados, pero, a pesar de lo que indica Paul Collier, la empresa estadounidense, Rice Foods, consideró interesante vender su arroz a Haití, y pidió a Bill Clinton, entonces presidente de Estados Unidos, que hiciera las gestiones necesarias para obligar al gobierno haitiano a bajar sus restricciones comerciales. Como resultado, en 1995, el FMI, podría haber dicho el Banco Mundial o la OMC, porque son tres instituciones que trabajan de forma coordinada: en ningún momento, la política de la OMC contraviene la política del FMI y del Banco Mundial- obligó a Haití a bajar el arancel de importación de arroz hasta el 3 por ciento.

     Inicialmente, las cosas parecieron ir bien: el arroz de Rice Foods, al estar subvencionado por el gobierno estadounidense, era mucho más barato que el producido en Haití (3,8 dólares frente a 5,12 dólares la libra). Pero poco a poco se impuso la realidad, los haitianos empezaron a comprar el arroz que venía de Estados unidos y centenares de pequeños agricultores, arruinados, dejaron el campo y se dirigieron a la atestada y pobre capital, Puerto Príncipe, en busca de la supervivencia. Cuando el terremoto, que tuvo lugar recientemente, arrasó la capital, los agricultores haitianos intentaron volver a sus regiones de origen.

     Con una gran dosis de ironía, Almudena Grande, en una de sus colaboraciones periodísticas, Juan Palomo (EL PAÍS, 25-I-2010), escribió:

     "Sería interesante saber cuántas toneladas de ayuda y equipos de emergencia ha enviado a Puerto Príncipe Rice Foods que se ha hecho de oro a costa de arruinar a los antes mínimamente prósperos agricultores locales obligados a emigrar a la ciudad que acaba de caérseles encima. Es posible que los beneficios le hayan permitido una inversión mayor que la de las ONG que denuncian sus prácticas en nombre del comercio justo".

     Unos meses más tarde, la periodista Soledad Gallego-Díaz escribió un artículo en el que indicaba que el presidente Bill Clinton en su comparecencia ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense para dar cuenta de las gestiones como enviado especial de la ONU para Haití había dicho:

     "Tengo que vivir cada día con las consecuencias de una decisión mía que fue, quizá, buena para algunos granjeros de Arkansas, pero fue un error porque trajo también como resultado la pérdida de capacidad para producir arroz de Haití y, consecuentemente, de su capacidad de alimentar a su pueblo. Fue el resultado de algo que hice yo. Nadie más".

     Conclusión. Para esto, ojalá, los países del club de la miseria no contasen "de ningún interés" para las empresas occidentales.

domingo, 5 de junio de 2011

El dilema del prisionero

     Hablando de los sobornos que utilizan las empresas occidentales para hacerse cargo de los recursos naturales que poseen algunos países pobres, Paul Collier (El club de la miseria. Qué falla en los países más pobres del mundo, 2009, Turner Ediciones, S. L., Madrid) indica (pág. 227):
    
     "Ningún gobierno europeo quería obligar a sus empresas  a comportarse con corrección porque temían, y con razón, que eso las situaría en desventaja a la hora de firmar contratos. (...) Es un ejemplo del problema de coordinación que los especialistas en la teoría de los juegos llaman el dilema del prisionero; si nuestras compañías no sobornasen a los gobiernos del club de la miseria, todos saldríamos ganando, pero lo peor que puede pasar es que las empresas de una nación se abstenga de sobornar mientras las de otras naciones siguen haciéndolo. En consecuencia durante mucho tiempo todos hemos estado atrapados en el cohecho".

     Pero, ¿en qué consiste el dilema del prisionero?  El enunciado clásico de este dilema es el siguiente:

     "La policía arresta a dos sospechosos. Puesto que no hay pruebas suficientes para condenarlos, la policía les separa, visita a cada uno y les ofrece el mismo trato. Si uno confiesa y el otro no, este último será condenado a la pena total, 10 años de cárcel, y el primero será liberado. Si ambos confiesan, ambos serán condenados a 6 años. Si ambos lo niegan, todo lo que se podrá hacer, será encerrarlos durante 6 meses por un cargo menor".

     Si se razona desde la perspectiva de lo mejor para los dos (el grupo), lo más correcto sería que ambos lo negasen, ya que esto reduciría el tiempo total de la condena a 1 año (6 meses cada uno), mientras que en cualquiera de las dos situaciones anteriores, es decir, si siguen sus propios intereses egoístas, la condena total sería de 10 años.

     Según los estudiosos de estos temas, "el más importante corolario de este dilema es que la única forma de ganar  es con un cambio de valores:  del egoísmo individual al altruismo del bien común". Y añaden: "este puede ser el juego de la supervivencia del planeta: o la humanidad termina en extinción o sobrevive gracias al respeto al otro".

     El dilema del prisionero es un juego que pertenece a la categoría de juegos de suma no cero, unos juegos donde no hay perdedores ni ganadores. No son juegos entre dos partidos, en donde uno gana y otro pierde, sino juegos en equipo, donde todos ganan o todos pierden, según jueguen.

     Se indica que, en estos momentos, debemos llevar a cabo juegos de suma no cero para poder sobrevivir; los único juegos, por otra parte, compatibles con el estado de madurez que nuestra especie ha alcanzado en el lento proceso de humanización. El cambio se inició cuando, después de la I y II Guerras Mundiales, se redactó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en cuyo artículo 1 se dice: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros".

sábado, 4 de junio de 2011

Crecimiento económico y desarrollo humano

     Cuando continuamente nos están hablando de crecimiento económico convendría preguntarse: ¿el crecimiento económico conduce inexorablemente a un mayor desarrollo humano?

      La experiencia nos ha enseñado -nos continúa enseñando- que el crecimiento económico y desarrollo humano no aumentan de forma paralela. Hay países que, los últimos años,  han crecido económicamente y, sin embargo, este crecimiento no ha ido acompañado de un mayor desarrollo humano, si aceptamos que el desarrollo humano se refiere al grado de dignidad en el que vive la población, es decir, si aceptamos que está relacionado con la amplitud de las opciones y capacidades de las personas y que puede concretarse en una mejora de la esperanza de vida, la salud, la educación y el acceso a los recursos necesarios. 

     ¿De qué sirve el crecimiento económico si no va acompañado de un mayor desarrollo humano? De nada, puesto que el crecimiento económico no es un fin en sí mismo, aunque algunos lo pretendan. El crecimiento económico es, debe ser, un medio que nos pueda permitir vivir una vida plena, que no se interrumpa por enfermedades curables y que nos permita acceder a una multitud de bienes que tenemos razones para valorar.

    Paul Krugman, profesor de la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008, indica que "a medida que se incrementa el foso entre unos y otros ciudadanos, la política económica se preocupa cada vez más de los intereses de las élites, mientras que los servicios públicos para la población en general (sobre todo la educación pública) se ven privados de recursos. Cuando la política favorece los intereses de los ricos y desdeña los intereses generales, las disparidades de renta se vuelven cada vez mayores. Es un círculo vicioso".

    Ahora que tanto se está hablando de los mercados, conviene decir que "los mercados no acabarán nunca con las discriminaciones, pues son, con mucha frecuencia, más la causa del problema que su solución" (Free markets and social justice, Oxford Press, 1947, citado en una de las columnas del recién fallecido José Vidal-Beneyto, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid). ¿No es eso lo que estamos viendo en la Unión Europea, como consecuencia de la actual crisis?

jueves, 2 de junio de 2011

Regulación de los mercados

     El problema de las empresas transnacionales radica en que, igual que los mercados financieros, quieren funcionar, y están funcionando, sin ningún tipo de regulación, como decía Norquist han llevado a los gobiernos al cuarto de baño y los han ahogado en la bañera.

     Joseph Alois Schumpeter, economista que falleció en 1950, se destacó por sus investigaciones sobre el ciclo económico. Schumpeter consideraba que el capitalismo era el mejor sistema para el progreso económico, pero, según él, podía destruirse debido a su propio éxito. En su obra magna, Capitalismo, socialismo y democracia, comparaba el capitalismo con los automóviles y decía que lo mismo que éstos pueden correr más rápido porque tienen freno, es gracias a los correctivos que portan las normas de los hombres, es decir, mediante la intervención del Estado, como el capitalismo se hace más eficaz.

    En realidad, es lo mismo que decía Adam Smith, el profeta de todos los que abrazan el fundamentalismo del mercado; Adam Smith, en su libro La teoría de los sentimiento morales, destaca su inquietud por la "posibilidad de que la búsqueda de ganancias privadas provoque pérdidas sociales", según él, "una violación del juego limpio" que no se puede tolerar y que hace necesaria la intervención de los gobiernos.

     Según Gabriel Jackson, historiador estadounidense, el capitalismo de libre mercado tiene un defecto muy peligroso que puede hacer que se venga abajo todo el edificio: si el mercado no se regula es completamente amoral.

      Por bien de todos, pobres y ricos, pensemos de que forma se puede regular el mercado, de qué forma se pueden compaginar economía y ética.



 

Sistemas feudales

     La siguiente píldora es complemento de la anterior: está compuesta por algunas frases extraídas del mismo capítulo del mismo libro, que mencioné ayer: El imperio de la ... vergüenza, capítulo XIV "Los sistemas feudales capitalistas?

     Bangladesh. "El precio de los pesticidas decide, pues, la vida y la muerte de millones de bengalíes. Los señores feudales capitalistas (...) fijan anualmente el precio de los pesticidas vendidos a los bengalíes. Y lo hacen de acuerdo con el criterio del máximo beneficio. Sin ningún control público"
    "Y lo que vale para Bangladesh vale también para la India. (...), más de 3.000 campesinos sobreendeudados con las sucursales locales de las empresas transcontinentales que comercializan las semillas y los pesticidas se habían suicidado durante el período 1998-2004".

    Otro ejemplo. La industria farmacéutica: "sólo se ocupa del desarrollo de un medicamento cuando sus servicios de marketing han identificado previamente la existencia de una clientela de elevado poder adquisitivo".
    "La OMS utiliza la expresión neglected disease para las enfermedades olvidadas por los consorcios farmacéuticos. Estas enfermedades son legión y matan (o dejan inválidos) cada año a decenas de millones de personas". De todos son conocidos los obstáculos que, a través de la Organización Mundial de Comercio (OMC) ponen a la compra de medicamentos genéricos por parte de los países pobres que carecen de las necesarias industrias.

miércoles, 1 de junio de 2011

Muerte lenta de la democracia

     La píldora de hoy pretende hacernos pensar si realmente vivimos en una democracia, que pensemos si es verdad o no es verdad que el creciente poder de las empresas privadas multinacionales está afectando a la capacidad de los Estados no sólo para controlar la economía, sino para gobernar. En cierta ocasión el portavoz de los intereses de las grandes empresas, Grover Norquist, dijo que éstas no quieren abolir los gobiernos, sino reducirlos a un "tamaño que les permita arrastrarlos al cuarto de baño y ahogarlos en la bañera".  Desde luego no se puede pasar por alto el que la cifra de negocios de algunas de esas empresas es superior al producto interior bruto de algunos países como Dinamarca o Noruega.

     ¿Estamos viendo o no estamos viendo que son los mercados los que, de hecho, sientan las reglas de juego?. El sociólogo, Guillermo O'Donell, una autoridad en temas relacionados con el concepto de democracia, habla de "la muerte lenta de la democracia".

     Jeans Ziegler, que fue Relator de Naciones Unidas para la Alimentación, en un libro que titula El imperio de la ... vergüenza (Santillana Ediciones Generales, Madrid, 2006)  en su capítulo XIV "Los sistemas feudales capitalistas", dice:

     "Asistemos a  la vuelta del mundo al sistema feudal. Este nuevo poder feudal tiene el rostro de las empresas multinacionales privadas".

      "El único motor de estos nuevos señores feudales es la acumulación de ganancias privadas máximas en el menor tiempo posible,  la extensión constante de su poder y la eliminación de cualquier obstáculo social que se oponga a sus decretos".

     "Los señores de la guerra económica han saqueado el planeta. Atacan a los Estados y a su poder normativo, cuestionan la soberanía popular, subvierten la democracia, saquean la naturaleza y destruyen a los hombres y sus libertades".

     "Las estrategias de presión, filtración y manipulación -de los gobiernos, los Parlamentos, la prensa y la opinión pública- desarrolladas por los nuevos poderes feudales son extraordinariamente hábiles, y desgraciadamente eficaces".

     En otra parte del mismo libro, Ziegler afirma:

      "Las empresas transnacionales tienen ahora más poder que ningún emperador, ningún rey, ningún Papa había poseído antes".