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lunes, 25 de febrero de 2013

Hay alternativas - 2: Crecimiento económico

     Dos profesores invitados a formar parte de la campaña "Hay alternativas", organizada en la Universidad de Valladolid, fueron Oscar Carpintero, profesor de Economía Aplicada de dicha Universidad y Carlos Taibo, profesor de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad Autónoma de Madrid. Desde distintos, pero complementarios, puntos de vista trataron el tema del crecimiento económico y su relación con las condiciones de vida de las personas.

     Según Oscar Carpintero, ni es posible, ni deseable volver al crecimiento económico, por razones ecológicas y por razones derivadas del modo de vida esclavo que la búsqueda del crecimiento económico impone a amplios sectores de la población.

     Puesto que la unidad de medida del crecimiento económico es el Producto Interior Bruto (PIB) y dada la insistencia de los políticos en afirmar que conseguido el crecimiento económico se arreglarán todos los problemas, era inevitable la pregunta: "¿Es posible tener calidad de vida con una bajada del PIB?

     La contestación de este profesor coincide con la que, en su día, señalaron los autores del Informe al Club de Roma, Factor 4. Duplicar el bienestar con la mitad de los recursos naturales: "la discrepancia entre el PIB y el bienestar/prosperidad es conocida desde hace años". Muchas de las cosas que configuran el bienestar de la población no figuran en el PIB.

     Ya que los europeos y los norteamericanos no somos los únicos habitantes del planeta Tierra, ¿será posible llegar a un nivel de bienestar global digno y sostenible? Todos los expertos o estudiosos del tema indican que no solo es posible, sino necesario para la supervivencia de la especie humana; para ello los ciudadanos de los países ricos deben de reducir el consumo de los bienes y servicios que no están relacionados con el bienestar.

    Última pregunta planteada a Oscar Carpintero: "¿Podría la crisis económica ser una oportunidad para avanzar en la búsqueda de un nivel de bienestar global digno y sostenible?" Según este profesor, "podría y debería", pues si no se aprovecha esta oportunidad, será "peor para nosotros y para las generaciones futuras". Ahora bien, los únicos que pueden liderar esa búsqueda  son los ciudadanos; los gobiernos y los llamados "mercados" siempre serán un obstáculo.

     Carlos Taibo coincide con Oscar Carpintero en la necesidad de reducir el consumo de bienes y servicios por razones ecológicas -los países ricos están consumiendo muchos más recursos naturales de los que les corresponden en un reparto equitativo- y por egoísmo, pues un menor consumo supone una menor producción y, en consecuencia, una reducción de las horas de trabajo y un aumento del tiempo para realizar lo que verdaderamente nos hace felices.

     Para iniciar este proceso, qué es más deseable ¿exigir cambios a nuestros políticos o construir alternativas desde la base? Según Carlos Taibo, se trata de "dos opciones respetables, cada una con unas ventajas e inconvenientes", si bien puesto que, en la actualidad, es imposible es imposible esperar algo de nuestros dirigentes  obsesionados por el crecimiento económico, solo es posible la "autogestión generalizada de la ciudadanía". Convencido de que este último camino es el único posible, Taibo describe  distintos modelos de autogestión.

viernes, 22 de febrero de 2013

Hay alternativas-1: ¿Qué podemos hacer los ciudadanos?

     "Hay alternativas" es el título de una campaña formativa organizada por  el Área de Cooperación Internacional para el Desarrollo de la Universidad de Valladolid. El objetivo de esta campaña es aportar "algunas ideas para diagnosticar adecuadamente las raíces de las crisis y construir alternativas de desarrollo económico, social y político, a nivel nacional e internacional, que respondan a criterios justos y sostenibles".  En la introducción a esta campaña,  Luis Javier Miguel González, profesor titular del Departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática y, en la actualidad, director del Área de Cooperación, indica: "creemos que es una tarea en la que todos y todas debemos estar comprometidos con nuestras reflexiones y acciones, sin dejar que sean otros los que tomen las riendas de nuestro futuro".

     Una de las personas que ha participado en esa campaña es Arcadi Oliveres, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona. El profesor Oliveres inició su intervención respondiendo a la pregunta: ¿Qué responsabilidad han tenido los bancos y las cajas en la crisis?. Para no limitar el problema de la crisis al caso de España, paso por alto la respuesta concreta a esa pregunta, para indicar que dentro de ella, consideró oportuno referirse a la forma cómo se ha decidido -no solo en España- hacer frente al problema: el actual sistema económico , al establecer que los gobiernos no deben interferir con los mercados, principalmente, con los mercados financieros, pretende resolver la crisis mediante la reducción del gasto público -austeridad presupuestaria-.

     "¿Qué podemos hacer los ciudadanos ante esta situación?"

     Según este  profesor de Economía  Aplicada, en primer lugar, informarse bien para tomar conciencia de que la única solución se encuentra en ellos, que son ellos los únicos capaces de solucionar el problema. La mayoría de los medios de información, que forman parte de grupos empresariales que se benefician de este sistema, y muchos de sus políticos que, igualmente sacan su particular beneficio del sistema actual, tratan de, mediante toda clase de engaños lingüísticos, convencer a los ciudadanos de que los mismos líderes y el mismo sistema económico, político y financiero que ha conducido a la crisis serán los que nos saquen de ella.  Los ciudadanos deben informarse, porque, en palabras de Arcadi Oliveres, "los poderosos del planeta y, por ende, de España pretenden que no nos enteremos de nada".

     En segundo lugar, señala este profesor, los ciudadanos deben agruparse para respuestas colectivas. Las respuestas colectivas están dotadas de más poder que las individuales.

     Por último, según Arcadi Oliveres, los ciudadanos deben de modificar sus comportamientos. Por ejemplo, como trabajadores deben intentar participar en cooperativas y empresas sociales; como consumidores, no comprar cualquier cosa y en cualquier lugar; como inversores, no guardar los ahorros o suscribir un fondo de pensiones en cualquiera entidad -informarse del funcionamiento de la banca ética-; como ciudadanos, fortalecer los sectores sociales tercero y cuarto; etc.

     En las actuales circunstancias ninguna de nuestras actuaciones es neutra: los ciudadanos, quieran o no, tienen una importante y gran responsabilidad. Como decía el director del Área de Cooperación, "todos y todas debemos estar comprometidos con nuestras reflexiones y acciones, sin dejar que sean otros los que tomen las riendas de nuestro futuro".

viernes, 15 de febrero de 2013

Desarrollo humano y democracia participativa

     En más de una ocasión, se ha señalado en este blog que el fin último del actual sistema económico es el crecimiento económico; y se ha indicado que, vistas las consecuencias derivadas de centrarse en ese objetivo, se hace necesario un cambio. ¿Es el Producto Interior Bruto (PIB) el parámetro más adecuado para medir la riqueza de un país? ¿qué es más importante: el aumento del PIB o el bienestar de las personas? ¿cuál debe ser el papel del Estado? .  Por otra parte, también se ha mencionado la desconexión entre ética y economía  con que funciona el sistema y cómo Amartya Senn encendió una luz en el horizonte gracias a su contribución a la hora de confeccionar  el Índice de Desarrollo Humano de PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo).  Hoy, con la brevedad acostumbrada, voy a referirme a la íntima conexión existente entre desarrollo humano y democracia participativa.

     Quizá la primera indicación de la conexión entre desarrollo humano y democracia participativa proceda del hilo conductor de todo el Informe sobre Desarrollo Humano correspondiente a 1993. En ese Informa se indicaba la importancia de la participación de la gente en la vida económica, cívica y política: "lo importante es que la gente tenga un acceso constante a la adopción de decisiones y el poder. La participación en este sentido es un elemento esencial en el desarrollo humano".  Por otra parte, en el Informe de 1997, se dice: "la gente debe organizarse para la acción colectiva encaminada a influir en la circunstancia y decisiones que afectan a sus vidas".

     En la introducción del libro colectivo Democracia participativa y desarrollo humano (ed. DYKINSON, Madrid, 2007, Ahedo Gurrutxaga y Pedro Ibarra, editores) se indica: "La participación nos hace más humanos. Nos concede por ejemplo conciencia en el protagonismo del propio devenir histórico, nos educa en tolerar las diferencias, en comprender la responsabilidad de las propias acciones. Nos conduce, en última instancia, a entender que cada persona, cualquiera que sea el lugar que ocupa en la sociedad, es protagonista, activo o pasivo: ocupa un lugar en el mundo.

     El que la gente decida ella misma cómo organizar y distribuir normalmente escasos bienes colectivos mejora el desarrollo de las condiciones materiales y económicas de sus vidas. Pero, además, en este caso, la participación es un valor en mismo: participar es apostar por la dignidad humana, apostar porque la persona ejerza al máximo todas sus potencialidades, que sea la protagonista de su destino, de todos sus destinos.

     Sin duda existen quienes creen que lo positivo, lo inteligente, es que los ciudadanos se puedan dedicar a sus quehaceres privados, mientras que otros les resuelven sus problemas colectivos. Pero ya sabemos a qué conduce esa decisión: los que deberían resolver los problemas colectivos, además de no tener ninguna formación específica, utilizan su posición para su enriquecimiento; y, en busca de riqueza se venden al mejor postor -en este momento, los mercados-. Mientras tanto, entretienen al ciudadano con todo tipo de actividades de juego y recreo y construyen grandes superficies con múltiples objetos de consumo ...; el objetivo es que el ciudadano no piense. Desde el punto de vista filosófico, renunciar a pensar es renunciar a pertenecer a la especie humana, lo que, a la larga, eso conduce a la insatisfacción e infelicidad; y, desde el punto de vista material ... ya estamos viendo las consecuencias.

     No se puede hablar de desarrollo humano si no se pertenece a la especie humana; y no hay desarrollo humano fuera de algún tipo de democracia participativa.

    

lunes, 11 de febrero de 2013

Muerte de la democracia representativa

     Aunque la democracia representativa es el sistema político predominante en Occidente, se puede decir que, como consecuencia de la globalización, en la actualidad, la mayor parte de la humanidad vive bajo este sistema político, en los que, además, tiende a predominar modelos económicos basados en la economía capitalista de libre mercado.

      En Europa, principalmente, gracias a los apabullantes protagonismos populares en los desenlaces de la primera y segunda guerra mundiales, se consigue llegar a cotas , desconocidas hasta entonces, de democratización política y, no por casualidad, de participación social en los beneficios del crecimiento económico en forma de políticas sociales (Estado de Bienestar).

     Sin embargo, en los últimos años las cosas han cambiado de forma muy importante. Lo que ha ocurrido en los últimos años, el gran cambio de época al que asistimos, ha provocado un vaciamiento creciente de la capacidad de los ciudadanos para influir en la acción del gobierno, es decir, ha eximido a los gobiernos de sus responsabilidades como representantes de los ciudadanos.  Y es que, desde su inicio, el vigente sistema económico ha intentado restar competencias a los gobiernos. La libertad de mercado es intocable; nada de regulación por parte de los gobiernos. (Separación entre ética y economía).

     El sociólogo Guillermo O´Donnell (1936-2011) hablaba de "muerte lenta de la democracia", ahora asistimos a su "entierro". "Asistimos a la vuelta del mundo al sistema feudal. Este nuevo poder feudal tiene el rostro de las empresas multinacionales privadas", decía Jeans Ziegler. (Ahora incluimos al sistema financiero y hablamos de los "mercados")

     En todo el sistema subyace una determinada concepción antropológica, carente de la más mínima base científica: los seres humanos, en todas las actividades económicas, se comportan como "máquinas de calcular". Ello a pesar de los avances de la neurociencia y de los trabajos de investigación de la escuela creada por la Premio Nobel de Economía, Elinor Ostrom.

     Según el biólogo Russell Hardin, el comportamiento del ser humano como "máquina de calcular" conduce a la llamada Tragedia de los Comunes. "No importa -dicen los partidarios del sistema, exhibiendo un gran optimismo- , ya encontraremos una solución".

     Pero hay más. Las "máquinas de calcular" no tienen derechos humanos, ni siquiera los básicos, como vivienda, educación y sanidad. Los Acuerdos de la Organización Mundial de Comercio (OMC), especialmente el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS), niegan explícitamente la existencia de esos derechos.

     Todo este montaje, como se indica en una entrada en la que se habla del Banco Central y Europeo y el sistema fiscal,  no es, sin duda, inocente: está estructurado para beneficiar a determinados sectores de la sociedad.

     Ahora, no se trata de recuperar las perdidas capacidades de los gobiernos -algo, en estos momentos, realmente imposible-; se trata de explorar nuevos caminos, de crear un sistema político-económico acorde con las potencialidades del ser humano.  Y todos los caminos pasan por crear una democracia participativa, acompañada de un cambio de mentalidad. Elinor Ostrom creía -falleció en junio de 2012- en el poder del autogobierno para salir de situaciones difíciles.

jueves, 7 de febrero de 2013

Muerte de la democracia y muerte de la vaca

     El Gobierno democráticamente elegido ha muerto como murió la vaca en el cuento de Alex de Luna: en ninguno de los dos casos la muerte ha tenido lugar por causas naturales. En nuestro caso, ahora  sabemos que la democracia ha muerto a manos de los mercados. Sin embargo,  una importante proporción de los ciudadanos piensa que esto pasará y que, después de un cierto tiempo, el gobierno, cualquiera que sea, conseguirá enderezar la situación.  Sin duda, la muerte del Gobierno democráticamente elegido ha puesto de manifiesto nuestra pasividad: el techo no era capaz de resguardarnos de la lluvia y las paredes parecían venirse abajo, pero no hacíamos nada. Todo ello a pesar de que nos explicaban, muy diferentes formas, las consecuencias de "un sistema obsesionado, entre otras cosas, por la no regulación y la competitividad".

     Nos movilizamos organizando manifestaciones y protestas callejeras, de las que, ante la evidencia de que no sirven para que, de forma inmediata, cambie algo, salimos cada vez más pesimistas y desilusionados.  Hablando de este tema el sociólogo Enrique Gil Calvo indica que esas movilizaciones, que él llama no convencionales, en algunas ocasiones, son necesarias porque "es la mejor y única forma de sacudir a la vez tanto la pereza intelectual de los medios informativos como la propensión al escepticismo del escarmentado público español". Pero nada más. Son como los dolores de estómago que debían experimentar los protagonistas del cuento los primeros días sin su ración de leche.

     Si no queremos que nuestros hijos y nuestros nietos mueran de hambre,  debemos hacer lo que hizo la familia del cuento: debemos recurrir a todas las potencialidades (la parte de atrás de la casa) que tenemos como seres humanos; potencialidades que no hemos utilizado  nunca, porque ya teníamos la vaca.  Todo los estudiosos -que no han participado en la muerte de la democracia- señalan, en palabras de Gil Calvo, que la mejor solución, por ahora algo utópica , por la falta, junto a las movilizaciones no convencionales, de una adecuada proporción de movilización convencional (asociación, realización de trabajo voluntario, asistencia regular a reuniones, etc), es la de "la de convertir la actual crisis de los mercados en una verdadera crisis del sistema, eventualmente capaz de dar a luz un nuevo modelo de sociedad. Una sociedad sostenible y ya no basada en el depredador capitalismo neoliberal, que de ciclo en ciclo y de burbuja en burbuja está conduciendo al planeta a un inminente colapso".

     El primer paso para avanzar hacia esa nueva sociedad es la sustitución de la democracia representativa por una participativa. En el cuento, sustitución de la vaca por un huerto que gestiona la familia de acuerdo con sus necesidades y los recurso que posee.

     Pero, hay otra importante diferencia entre el cuento y la realidad. En el cuento, ningún vecino del pueblo pone trabas a la familia porque con su nueva actividad puede disminuir las cifras de su negocio; sin embargo, en nuestra realidad, hay importantes instituciones y organizaciones interesadas en que el ciudadano no piense y siga, obediente, sus indicaciones.

domingo, 3 de febrero de 2013

Oportunidad para cambiar

     A continuación, un cuento-moraleja que pretende ilustrar un texto (citado en este blog) que se atribuye a Einstein y que está relacionado con la necesidad de aprovechar la actual crisis para transformar el actual sistema económico, de forma que sea, en realidad, humano, justo y sostenible.

     "En las afueras de un pequeño y pobre pueblo -no importa de qué país-, vivía una familia una vida apenas tolerable; las paredes de la casa parecían venirse abajo en cualquier momento, y el improvisado techo permitía que cayera el agua por todas partes. En aquellos diez metros cuadrados vivían ocho personas, sus miradas pobres, sus cabezas bajas, sus ropas sucias eran señal de que la pobreza no solo se habían apoderado de sus cuerpos, sino que también se había apoderado de su interior, Como único alimento tenían la leche, no excesiva. de una vaca.

     Un día un anciano maestro llevó a su joven discípulo a esa casa para que aprendiera una lección. Pero, ¿cuál era la lección?  Lo único que había aprendido el discípulo durante su estancia en esa casa, eran los resultados del conformismo y la mediocridad, pero ¿era ésa la verdadera lección?

     A la mañana siguiente, maestro y discípulo iniciaron su camino de regreso. Pero antes, el anciano maestro fue al lugar donde estaba la vaca, sacó su cuchillo y proporcionó al animal una herida mortal. ¿Qué nueva lección era ésa que exigía dejar a una familia en la ruina total?  ¿Qué iba a suceder ahora con esa familia?

     Sin preocuparse de la angustia de su joven discípulo y sin hacer caso de sus preguntas, el anciano inició su camino de regreso.

     La historia cuenta que un año más tarde el maestro llamó a su discípulo y le sugirió retornar al lugar para ver qué había ocurrido con aquella familia.  El lugar parecía el mismo, pero, por más esfuerzos que hicieron, no consiguieron encontrar la humilde vivienda. En su lugar ahora se levantaba una casa grande que parecía haber sido construida recientemente. "La muerte de la vaca había sido un golpe demasiado duro para aquella pobre familia", pensó el joven discípulo. Cuál no sería su sorpresa cuando del interior de la nueva vivienda salió el mismo hombre que un año atrás les había dado posada: ojos brillantes, ropas limpias, aseado, su sonrisa y actitud eran señal de que algo había sucedido.

     Les invitó a entrar en casa y les contó cómo el mismo día de su partida algún envidioso había matado lo que era su única posesión: su vaca.  Les explicó cómo, después de ese trágico día, se dio cuenta de que, al menos que hiciera algo muy rápidamente, su vida y la de sus hijos estarían en peligro. Así que limpió la parte de atrás de la pobre casucha, consiguió unas pocas semillas y sembró algunas hortalizas y legumbres.  Poco después decidió vender algunos vegetales a sus vecinos y con esa ganancia compró más semillas. Y, de repente, sucedió que, por primera vez en su vida, se encontró con dinero suficiente para comprar algunas vestimentas y arreglar la casa. "Es como si la trágica muerte de nuestra vaca nos hubiera abierto las puertas de una nueva vida", dijo el hombre.    

     Fin del cuento. Creo que no es necesario explicar nada.  Nos han obligado a pagar los desperfectos, que, en busca de mayores beneficios económicos, ha ocasionado el sector financiero.  Ello ha dado origen a paro, pobreza, educación y sanidad (derechos humanos) convertidos en mercancía de la que solo podrán disfrutar quienes tengan dinero, desaparición de la democracia,... A menos que hagamos rápidamente algo, nuestros hijos y nietos vivirán un verdadero infierno.

     NOTA.-El cuento se ha encontrado en www.alexdeluna.com