Las élites del vigente sistema económico-social,
interpretando de forma un tanto sui
generis la doctrina de Adam Smith, suponen que el comportamiento humano responde a un
previo cálculo de costes/beneficios, o, en otras palabras se comporta como una «máquina
de calcular». Teoría de la elección racional.
Según la teoría de la elección racional,
las personas siempre escogen aquellas opciones que implican un menor coste y un
mayor beneficio. En ese sentido, el ser humano es básicamente egoísta e
individualista. Esta teoría apareció a mediados del siglo XX en Estados Unidos. Desde el principio estuvo
muy asociada al tema político. En el fondo era una búsqueda de sustentación
para la idea de que el capitalismo es coherente con la naturaleza humana. En el
capitalismo cada quien busca su máximo beneficio. La teoría, por su parte,
buscaba mostrar que esto ocurría en cada ser humano.
Sjn embargo, como expondré a continuación, la teoría
de la elección racional no ha sido avalada
por ninguna de las investigaciones en Psicología y Neurociencia.
Jeremy Rifkin, en estos momentos, uno de
los pensadores más importantes, en la introducción de su libro La civilización empática. La carrera hacia
una conciencia global en un mundo en crisis ha escrito:
«En las ciencias biológicas y cognitivas está
surgiendo una visión buena y radical de la naturaleza humana que es motivo de
discusión en los círculos de la comunidad financiera y en la Administración.
Descubrimientos recientes en el estudio del cerebro y del desarrollo infantil
nos obligan a replantear la antigua creencia de que el ser humano es agresivo,
materialista, utilitarista, no interesado por los demás. La creencia creciente
de que somos una especie esencialmente empática tiene consecuencias
trascendentales para la sociedad. […]
Quizá la cuestión más importante a la
que se enfrenta la humanidad es si podemos lograr la empatía global a tiempo de
salvar la Tierra y evitar el derrumbe de la civilización».
George F.
Loewenstein, economista norteamericano, experto en economía del comportamiento,
ha realizado experiencias que han puesto de manifiesto que «el egocentrismo, la
codicia y la orientación al propio interés trae una sensación de vacío,
sinsentido e infelicidad, mientras que el altruismo, la generosidad y la
orientación al bien común son fuente de plenitud, sentido, abundancia y felicidad».
A nivel emocional, recibimos lo que
damos.
Experimentos realizados en 1996 han puesto de
manifiesto la existencia en nuestro cerebro –y en el de otros animales- de las
que se han dado en llamar neuronas
espejo. Cuando uno percibe el dolor de los otros, se movilizan
automáticamente los mismos circuitos neuronales afectivos que cuando se siente
el propio dolor. Es lo que se entiende por empatía.
El destacado neurocientífico Marco Iacoboni indica
que los estudios relacionados con las neuronas espejo revelan que los seres humanos somos empáticos por
naturaleza.
Steven Pinker, psicolingüista de la Universidad de
Harvard, en un artículo sobre la ciencia de la moralidad (2008), sentenció: «El
hombre llegará a ser mejor si se le muestra como es».
Si somos seres empáticos, ¿cómo se explican algunas
de las cosas que están sucediendo?
En 2008 Gary Olson, profesor de Ciencias Políticas,
publicó un artículo, desde mi punto de vista muy interesante, titulado De las neuronas espejo a la neuropolitica
moral.
En ese artículo, Gary Olson intenta explicar cómo,
después de que nuestra comprensión de la empatía ha aumentado, no hemos sido
capaces de producir un mundo más pacífico, sino que seguimos en un mundo
colmado de violencia abierta y estructural.
Según él ello se debe a que desde
pequeños se no educa y se nos entretiene para evitar que nos enteremos o que
entendamos, el dolor de los demás. Y ello porque la exposición a
determinadas nuevas verdades acerca de
la empatía (pruebas incuestionables de nuestra naturaleza moral innata) supone
una amenaza directa a los intereses de las élites.
Opina Gary Olson que la maquinaria capitalista
intenta mantener a la gente a raya con un fantasma ideológico: la noción
construida sobre los valores de mercado.
Luis Rojas Marcos, profesor de Psiquiatría en la New
York University, es autor de un libro que mereció el Premio Espasa Ensayo 1995,
titulado de Las semillas de la violencia.
Este profesor, analizando los factores que contribuyen al talante
violento, señala que «el crimen florece allí donde reina el desequilibrio entre
aspiraciones y oportunidades o existen marcadas desigualdades económicas», y
recuerda a Erich Fromm cuando dice que «los hombres y las mujeres no pueden
vivir como un mero objeto, y sufren
intensamente cuando se ven reducidos a una máquina que simplemente come y
se propaga, aunque tengan toda la seguridad que desean».
Prosperidad sin
crecimiento es un libro que nació como un informe encargado o su autor, Tim
Jackson, por un ente asesor del gobierno británico. Cuando fue publicado, en
septiembre de 2009, no se dio noticia de él en ningún medio, fue ninguneado por
el mismo gobierno que lo había encargado. Pero, a pesar de la reticencia
inicial de la clase política, el informe fue ganando lectores entre
economistas, académicos, activistas medioambientales y, finalmente, ciudadanos
de a pie que buscaban respuesta a la crisis mundial.
Tim Jakson señala, en este informe, la importancia de
crear una economía que refleje nuestra
naturaleza social, que apoye nuestro altruismo. Hay que construir –dice- instituciones
económicas que se apoyen en la consideración de las personas como seres
empáticos y no como sostiene la teoría de la elección racional, pues la primera
nos considera como seres humanos completos y la segunda solo como máquinas de
calcular. En definitiva, es necesario crear instituciones que, en vez de
incentivar comportamientos egoístas, incentiven comportamientos de ayuda mutua.
Lo anterior supone modificar nuestras actuales normas
culturales. Luis Rojas Marcos, escribe: «Las normas culturales son resistentes,
pero no son inmunes al cambio. En el proceso de transmisión de generación en
generación, evolucionan, se moldean y se adaptan a las nuevas necesidades y
exigencias de los hombres y las mujeres de cada época».
Sin duda, estamos en una época que nos empujan a un
cambio de cultura que obliguen a un cambio de sistema económico.
Publicado
el 22 de septiembre de 2020 en la revista Amanece Metrópolis