Después de haber obedecido religiosamente el mandato del FMI -una institución internacional totalmente ademocrática interna y externamente- de "rescatar" el sector financiero a costa de los ciudadanos pertenecientes a la clase media y a la clase baja, mediante recortes en los presupuestos destinados a servicios públicos, incluidos -o mejor dicho, principalmente-, sanidad y educación, olvidando nuestra Constitución y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y después de haber observado la actitud de los ciudadanos, resulta incomprensible que el Gobierno, por motivos electorales, airé la posibilidad de una reducción de los impuestos: resulta incalificable y una grave ofensa a la sensibilidad e inteligencia de los ciudadanos.
En cuanto a los ciudadanos, su falta de reacción solo es explicable si se acepta la evidencia empírica de que, desde el punto de vista evolutivo, de la empatía emanaron la cultura y el lenguaje. Esta evidencia empírica es aprovechada por los grupos sociales a quienes interesa que los ciudadanos no piensen. En hecho de que la cultura pueda ocultar la naturaleza empática del ser humano hace posible la existencia de una élite capaz de llevar a cabo una manipulación cansciente y masiva que hace cada más difícil que se haga patente esa nuestra naturaleza. A través de los medios de comunicación de masas, la educación, la religión y la cultura popular, se consigue que el ciudadano asimile ciertas ideas como "sentido común".
A ese respecto, hay que recordar que, para el imperante sistema económico-social, los ciudadanos pertenecen al "modelo" sociológico de la "elección racional", es decir, supone que todo el comportamiento humano responde a un previo cálculo de costes/beneficios, es decir, los seres humanos se comportan como máquinas de calcular. Esta suposición reporta grandes beneficios a los defensores del actual sistema.
Amartya Sen, premio Nobel de Economía, en un libro titulado Los tontos racionales. Una crítica sobre los fundamentos conductivistas de la teoría económica, sostiene que los principios de este homo economicus son los de un imbécil social, un tonto sin sentimientos que es un ente ficticio sin moral, dignidad, inquietudes, ni compromisos. Este es el "modelo" con el que trabajan nuestros representantes políticos; por eso consideran que el anuncio de una bajada de impuestos puede aumentar el número de votantes a su favor.
Cuando el Gobierno inició los recortes en todos tipos de servicios públicos, la ciudadanía protestó masivamente. Pero esos servicios requieren recursos, hace falta dinero para poder disfrutar de una sanidad y una educación, de calidad, y ese dinero solo puede venir vía impuestos. ¿No parece esquizofrénico defender una educación y sanidad públicas y, simultáneamente, votar a favor de una bajada de impuestos? Este tipo de esquizofrenia solo se puede "curar" cambiando el actual sistema económico-social. Los impuestos solo son un síntoma dentro de otros muchos. La enfermedad ha llegado a una situación tal que o se ataje pronto o peligra el futuro de la Humanidad.
En cuanto a los ciudadanos, su falta de reacción solo es explicable si se acepta la evidencia empírica de que, desde el punto de vista evolutivo, de la empatía emanaron la cultura y el lenguaje. Esta evidencia empírica es aprovechada por los grupos sociales a quienes interesa que los ciudadanos no piensen. En hecho de que la cultura pueda ocultar la naturaleza empática del ser humano hace posible la existencia de una élite capaz de llevar a cabo una manipulación cansciente y masiva que hace cada más difícil que se haga patente esa nuestra naturaleza. A través de los medios de comunicación de masas, la educación, la religión y la cultura popular, se consigue que el ciudadano asimile ciertas ideas como "sentido común".
A ese respecto, hay que recordar que, para el imperante sistema económico-social, los ciudadanos pertenecen al "modelo" sociológico de la "elección racional", es decir, supone que todo el comportamiento humano responde a un previo cálculo de costes/beneficios, es decir, los seres humanos se comportan como máquinas de calcular. Esta suposición reporta grandes beneficios a los defensores del actual sistema.
Amartya Sen, premio Nobel de Economía, en un libro titulado Los tontos racionales. Una crítica sobre los fundamentos conductivistas de la teoría económica, sostiene que los principios de este homo economicus son los de un imbécil social, un tonto sin sentimientos que es un ente ficticio sin moral, dignidad, inquietudes, ni compromisos. Este es el "modelo" con el que trabajan nuestros representantes políticos; por eso consideran que el anuncio de una bajada de impuestos puede aumentar el número de votantes a su favor.
Cuando el Gobierno inició los recortes en todos tipos de servicios públicos, la ciudadanía protestó masivamente. Pero esos servicios requieren recursos, hace falta dinero para poder disfrutar de una sanidad y una educación, de calidad, y ese dinero solo puede venir vía impuestos. ¿No parece esquizofrénico defender una educación y sanidad públicas y, simultáneamente, votar a favor de una bajada de impuestos? Este tipo de esquizofrenia solo se puede "curar" cambiando el actual sistema económico-social. Los impuestos solo son un síntoma dentro de otros muchos. La enfermedad ha llegado a una situación tal que o se ataje pronto o peligra el futuro de la Humanidad.