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lunes, 15 de abril de 2019

Nuevas tecnologías


Las opiniones acerca del impacto de las nuevas tecnologías sobre el trabajo asalariado son muy diversas,  pero predominan las que señalan que las nuevas tecnólogas reducirán  en extremo el trabajo asalariado, y conducirán a un mundo muy diferente del actual.
Sofisticados ordenadores, la robótica, las telecomunicaciones y otras formas de alta tecnología están sustituyendo rápidamente a los seres humanos en la mayor parte de los sectores económicos, en otras palabras, la gran mayoría de los trabajos van a desaparecer para no volver nunca jamás.
La revolución tecnológica en la que estamos embarcados apunta cambios a un ritmo vertiginoso. He leído, perdonen que no recuerde dónde, que expertos en la materia calculan que en solo una década cuatro de cada diez puestos de trabajo mutarán o simplemente desaparecerán.
¿Antes de cuarenta o cincuenta años la inmensa mayoría de los trabajos serán susceptibles de ser asumido por robots? Sin duda, hay actividades con mejores perspectivas que otras. De no cambiar el vigente sistema económico, el mundo acabará polarizándose en dos fuerzas, en dos tendencias potencialmente irreconciliables: por una parte, una élite bien informada controlará y gestionará la economía global de alta tecnología, y, por otra parte, un creciente mundo de trabajadores sin esperanzas de conseguir un trabajo aceptable. Ello sin perder de vista que algunos gurús tecnológicos piensan en fabricar robots con inteligencia equiparable a la humana para dentro de un par de décadas. ¿Para qué el ser humano?
Lamento no recordar donde ha leído que Raymon Torres, director de investigación de la Organización Internacional de Trabajo (OIT), se reconocía incapaz  de contestar si, con el desarrollo tecnológico, aumentará o reducirá en el futuro el número de puestos de trabajo,
Dadas las características del vigente sistema económico- social, su concepto del trabajo humano como mercancía sujeta al principio de la oferta y demanda, la protección de los trabajadores está, sin duda, amenazada si no se arbitran medidas de contención. Por ejemplo, y no es una entelequia, la empresa puede llamar  al trabajador cuando lo necesita y en la medida que lo necesita, por lo que no está garantizado ni un salario mínimo ni una jornada laboral preestablecida. Como sea de acudir cuando el empresario lo requiera, el empleado está sujeto a un acuerdo de exclusividad. Los últimos datos disponibles indican que unos 700.500 trabajadores en Gran Bretaña tienen esos contratos (un 19% en el último año).
Paul Mason indica en su libro Postcapitalismo. Hacia un nuevo futuro (Paidós, 2016:16)  que “las tecnologías que hemos creado no son compatibles ya  con el capitalismo; no, al menos, en la forma actual de este, y, posiblemente, tampoco en ninguna otra forma  que pueda adoptar sin perder su nombre. Y desde el momento mismo en que el capitalismo no puede ya adaptarse al cambio tecnológico, el postcapitalismo  se convierte en una necesidad. Pero también se convierte en una posibilidad en cuanto que surgen espontáneamente comportamientos y organizaciones adoptados al aprovechamiento de ese cambio tecnológico”. Depende de los ciudadanos el que esa posibilidad se convierta en realidad.
Según Jeremy Rifkin (La sociedad de coste marginal cero. El Internet de las cosas, el procomún colaborativo y el eclipse del capitalismo, 2014, Paidós, último párrafo). “La transición de la era capitalista a la Edad Colaborativa (economía social y solidaria) va cobrando impulso en todo el mundo, y es de esperar que lo haga a tiempo de restablecer la biosfera y de crear una economía más justa, más humanizada y más sostenible para todos los seres humanos de la Tierra en la primera mitad del siglo XXI”.
En la Introducción de un libro anterior, La civilización empática. La carrera hacia una conciencia global en un mundo en crisis, (2010, Paidós) Jeremy Rifkin escribe: “Quizá la cuestión más importante a la que se enfrenta la humanidad es si podemos lograr la empatía global a tiempo para salvar la Tierra y evitar el derrumbe de la civilización”.
Y, en 1996, se publicó otro libro  de Jeremy Rifkin, El fin del trabajo. Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo: el nacimiento de una nueva era, en el que, como indica su título, Rifkin habla del nacimiento de un futuro no-capitalista, creado por la sociedad civil, una economía social y solidaria. Una nueva era.
En El País del 14 de abril de 2019 se puede leer un trabajo, “Cerezos en flor y banqueros angustiados” escrito por Moisés Naím, con motivo de su asistencia a la reunión del FMI y Banco Mundial en Washington.  Copio los párrafos finales. “Hace unos días, en vez de asistir a otro seminario del Banco Mundial, acepté la invitación de un grupo de siete banqueros que me invitaron a acompañarlos a ver los cerezos en flor.  […]  Pero, para sorpresa, hubo un claro consenso entre mis compañeros de paseo acerca de a necesidad de reformar, y urgentemente, el sistema capitalista. Pero, ¿cuáles deben ser esas reformas? Sobre eso no hubo consenso“.  Una parte de la sociedad civil o tercer sector ya ha empezado a construir una futura sociedad más humana, solo es necesario, y urgente, que esa parte sea cada vez mayor.
Seguiremos hablando de este tema. Es muy importante y urgente.

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