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jueves, 20 de junio de 2013

Austeridad ¿para quién?

     Los años transcurridos desde que los países de la Unión Europea tuvieron que aceptar las recetas  del FMI y del BCE para hacer frente a la crisis han puesto de manifiesto que las medicinas recetadas enriquecen a un pequeño sector de población con mayor poder adquisitivo y, literalmente, matan -por su naturaleza son crímenes de lesa humanidad- a muchas personas, incluidos niños, niñas y jóvenes que no han tenido tiempo deempezar a vivir, todos inocentes, a las que se les quita hasta el derecho a tener derechos humanos: derecho a la alimentación, a la educación, a la sanidad, a la vivienda,...  Convertidos los derechos humanos en mercancía, solo quienes tengan dinero podrán tener derecho a ellos.

     En ese contexto, hoy se ha publicado una noticia en la que se indica que el FMI  "fue este miércoles más contundente a la hora de reclamar una vuelta de tuerca a la reforma laboral que de facto abarate más el despido y facilite la rebaja de salarios". Según el FMI, "los sueldos tienen margen para seguir bajando".

     Por otra parte, y a pesar de que, como se indica en la misma noticia, "los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) revelan que las rentas de trabajo en el PIB se reduce a favor de los beneficios empresariales", el FMI señala que las empresas con problemas "pueden aplicar rebajas salariales por debajo del convenio que las rigen".  Habla de empresas con problemas, pero no menciona los problemas con que se pueden encontrar los trabajadores que "disfruten"de salarios tan bajos: dificultad para  dar de comer y vestir a sus hijos, imposibilidad para que éstos puedan acceder a los diferentes niveles educativos, etc. etc.

     Según Joseph E. Stiglitz, el FMI nunca consideró los efectos que sus políticas ejercían sobre los ciudadanos de los países a los que aconsejaba (más que un consejo era una obligación) aplicarlas. Este premio Nobel indica que "rara vez" vio "predicciones sobre harían las políticas contra la pobreza"; "rara vez" vio "discusiones y análisis cuidadosos sobre las consecuencias de políticas alternativas: solo había una receta y no se buscaban otras opiniones. La ideología orientaba la prescripción política y se esperaba que los países siguieran los criterios del FMI sin rechistar" (El malestar en la globalización).

     Es posible que alguien piense que la caridad puede resolver estas situaciones, pero debe quedar claro que hay una cosa que se llama dignidad humana y que por dignidad humana no queremos caridad sino justicia social.  Ojalá que por dignidad humana la sociedad civil diga que no acepta órdenes de unas instituciones opacas, ademocráticas y que, además, solo piensan en el enriquecimiento de los más ricos, y que fuéramos capaces de alcanzar un grado de solidaridad, empatía y creatividad tan elevados que ningún trabajador tuviera necesidad de aceptar salarios tan bajos.  No se trata solo de dignidad, sino que, al mismo tiempo, las empresas se verían obligadas a elevar los salarios o trasladarse a Bangladesh.


    

2 comentarios:

J. Felipe dijo...

Más o menos lo que vienes a proponer en tu artículo Juliana, es ese modelo de "economía del bien común" del que hemos hablado en otras ocasiones y, sobre todo, por una cuestión de justicia social que refieres. Por desgracia esto esta sujeto a dos cuestiones fundamentales, por una parte la voluntad política de cambiar el actual modelo que, como vemos está muy lejos de ello y de otra la voluntad popular de hacerlo.

Y en eso último estamos.

Un saludo.

Juliana Luisa dijo...

No hay dificultad mayor que la falta de sensibilidad y empatía. Si se quiere, se puede. Aúnque estos de acuerdo que no es fácil, pues se trata de un cambio total de sistema económico-social, que, en muchos casos, requiere un cambio de mentalidad. Otra cosa que hay que tener en cuenta es la oposición de ese 1% que se está apoderando de todo, sin una oposición sería del 99%. Pero obstáculos mayores ha sorteado el ser humano a lo largo de la Historia.
De todas formas debo confesar que, a veces, no soy nada optimista. A oesar de lo cual, yo sigo,
Un saludo