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miércoles, 2 de octubre de 2013

Estado del bienestar y sociedad participativa

     Hace unos días el rey de Holanda, Guillermo Alejandro, leyó un discurso en el Parlamento (redactado por el Gobierno que preside Matk Rutte) en el que anunció la posibilidad práctica de mantener el Estado del bienestar. Y añadió que ello no era solo por las dificultades financieras de los Países Bajos, sino que, además, "las expectativas de la gente no son las mismas (...) la gente quiere tomar sus propias decisiones. Pedimos a cada uno que asuma sus responsabilidades. Cambiaremos del Estado de Bienestar a la sociedad participativa". Más descentralización hacia los municipios y más responsabilidad individual. Admitió que "los cambios son complejos y radicales, pero necesarios".   Algunos periódicos indicaban, además, que, con ello, Holanda se alinea, en parte, con las propuestas del gobierno de Cameron.

     La actual crisis financiera está poniendo de manifiesto, a través del FMI, que el imperante sistema económico-social propugna una disminución del Estado en favor de los mercados (fundamentalismo del mercado) y está mostrando lo que eso significa, por ejemplo, para el Estado de bienestar.

     De momento, estamos en un debate en el que unos dicen que todo va bien, y solo hemos de esperar a que escampe, aunque, mientras, no dejan de tomar decisiones que van cambiando estructuralmente todo (programa de ajuste estructural). Otros, en cambio, no paran de denunciar lo que ocurre, pero siguen aferrados a que todo podrá ser como era. Por último, están los ciudadanos que empiezan a sentirse responsables -seres humanos cuya empatía no ha sido ocultada por el sistema- que quieren sentirse ciudadanos y no súbditos. Son personas que después de ver cómo el papá-Estado está desapareciendo, deben abandonar la infancia y empezar a comportarse coma adultos. Lo que ha hecho, a mi juicio, el papá-Estado holandés es precisamente  eso: decir a los ciudadanos que se sientan adultos y empiecen a crear soluciones alternativas al Estado del bienestar.

     Joan Subirats, catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Barcelona, indica que "es evidente que la gente debe de aprender a depender menos de unos poderes políticos que no volverán a ser capaces de mantener sus promesas".

     Jeremy Rifkin, presidente de la Fundación Tendencias Económicas, en su libro El fin del trabajo. Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo: el nacimiento de una nueva era (págs. 278 y 282) indica que ahora, cuando "en casi todas las naciones industriales  del mundo, los gobiernos centrales reducen su tamaño y eliminan partes de sus responsabilidades tradicionales, perdiendo importancia frente a las multinacionales y poder para seguir garantizando el bienestar de sus propios ciudadanos", es necesario que un tercer sector [sociedad civil] juegue un papel cada vez más importante, asumiendo lo que los otros dos (mercado y gobierno) son incapaces o no desean realizar". Según Rifkin, hay problemas que "no tienen respuestas en el nivel en que se mueven los gobiernos y los mercados. Su solución es responsabilidad de la sociedad civil. Contemplar la economía a través del cristal de la empatía nos permite descubrir hilos en la narración humana que hasta ahora permanecían ocultos".

     ¿Quién dijo que "el siglo XXI será el siglo de la sociedad civil o no será"?

2 comentarios:

Camino a Gaia dijo...

El problema de fondo es que la distribución de poder está pasando de la sociedad civil a las grandes corporaciones y grupos de poder económico, que son los que detentan los medios de producción como la tierra y el propio trabajo humano.
No estamos asistiendo al empoderamiento de la sociedad civil sino a su aniquilación. Los medios de producción no están en manos de los ciudadanos que están perdiendo hasta sus propias viviendas. La distribución de la propiedad de la tierra se concentra cada día en menos manos.
Nos están avasallando con eufemismos, llamando sociedad participativa a lo que es pura y llanamente exclusión social.
La crisis energética nos aboca a un nuevo modelo de producción que resultará especialmente crítico en los alimentos debido a su dependencia absoluta de los combustibles fósiles. Pero si se dieran los pasos necesarios a una ruralización de la sociedad nos encontraríamos trabajando como esclavos para siempre para pagar las deudas a quienes han prestado un dinero que no tenían y que serían los nuevos señores feudales. Y no creo que fueran menos crueles o tiránicos que sus antecesores.
Un saludo

Juliana Luisa dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo. Pero como ya estamos en un sistema feudal, considero, como tú,más cruel y tiránico que los anteriores, solo queda una posibilidad, que la sociedad civil se defienda sea como sea.
Me decidí a escribir esa entrada, porque una periodista decía que lo que hacia Holanda era un acto de soberbia, algo asi como un atentado contra la democracia, cuando creo que la democracia ya desapareció, y solo queda la sociedad civil: ella es la que puede hacer algo contra los nuevos señores feudales.
Muchas gracias por tu comentario.
Un saludo