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domingo, 10 de junio de 2018

Civilización. Conciencia de especie



Me propongo explicar mi punto de vista, acerca del estadio –salvaje, barbarie o civilizado- en que se  encuentra la Humanidad en  estos momentos.   
En la segunda edición de mi libro Imaginar y crear el futuro (Ed.Bubok, 2017) indico que, según todos los expertos, en la evolución de la especie humana se distinguen dos procesos: el proceso de homonización y el proceso de humanización. El primero se refiere al conjunto de cambios experimentados por los miembros de la especie humana hasta convertirse en homínido, es decir, hasta adquirir un aspecto exterior similar al que tiene en la actualidad. Por otra parte, el proceso de humanización está relacionado con la serie de logros relacionados con la dignidad del ser humano. Gracias a este proceso, los miembros de la especie humana, a diferencia de los restantes seres vivos, han logrado desarrollar sentimientos “conscientes y manejables”, entre los que destacan la solidaridad, la empatía, el amor al prójimo, el compromiso con determinadas causas, etc.
El hecho de presentar una configuración humana (gracias al proceso de homonización) no es suficiente para considerar que algunas personas son realmente seres humanos, porque en ellos el proceso de humanización o bien se ha detenido en una fase muy temprana, o   bien, por una causa conocida o no conocida, ha experimentado un retroceso. El proceso de humanización permite la transformación de los miembros de la especie humana en Seres Humanos.
Ante los graves problemas con que nos enfrentamos, en la actualidad, Eduald Carbonell, codirector del yacimiento de Atapuerca (Burgos) y premio Príncipe de Asturias, señaló la necesidad de “generar conciencia de especie”. Tener “conciencia de especie” es ser consciente de las características que diferencian a la especie humana de otras especies animales y potenciar esas características. Desde la más temprana edad, todos los niños y niñas deben estar orgullosos de pertenecer a la especie humana y deben saber lo que ello significa.
Para “generar conciencia de especie”, Eduald Carbonell defiende la estrategia de “convertir el conocimiento en pensamiento”. El ser humano, además de ser capaz de pensar -lo que no hacen otros seres vivos- es el en la cadena de la evolución y quizás como tal tiende a ser cada vez más humano (proceso de humanización).
El conocimiento sin pensamiento es patrimonio de la inteligencia artificial. Hay que distinguir inteligencia de sabiduría; la inteligencia artificial carece de sabiduría. No es posible una sociedad civilizada – una sociedad verdaderamente humana- sin sabiduría, sin pensamiento.
Quienes tienen solo configuración humana, pero no son realmente seres humanos, intentan que el proceso de humanización se detenga o retroceda y están intentando que el conocimiento no se convierta en pensamiento. Para hacer que los ciudadanos piensen lo menos posible se ha instaurado un especial sistema de educación y se han fabricado artilugios de todo tiempo para entretener nuestra mente.
Los seres humanos estamos legitimados para defendernos de quienes, teniendo nuestra misma configuración, no pertenecen a la especie humana, es decir, estamos legitimados para establecer un sistema económico y social verdaderamente humano. Solo entonces podremos decir que hemos pasado del actual estadio de barbarie al de civilizado.
El periodista y escritor Juan Arias escribe, en su libro Proyecto esperanza. Motivos para amar nuestro tiempo (2008: 22), que “ese impulso  del ser humano inteligente hacia una mejora de la especie y, por tanto, hacia una civilización perfeccionada, es asombrosamente poderoso” y surge “cuando la Humanidad se encuentra ante un peligro o una tentación de retroceso”.
La Humanidad está en un muy grave peligro. Cada vez son más poderosos los individuos que tienen una configuración humana, pero no son seres humanos. Su valor supremo, el fin al que dirigen todas sus acciones es el dinero; en su búsqueda están destrozando el planeta Tierra en que vivimos y donde tendrán que seguir viviendo nuestros descendientes. ¡Ojala nuestro impulso como seres humanos inteligentes y sabios sea tan poderoso como indica Juan Arias!  

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