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domingo, 3 de febrero de 2013

Oportunidad para cambiar

     A continuación, un cuento-moraleja que pretende ilustrar un texto (citado en este blog) que se atribuye a Einstein y que está relacionado con la necesidad de aprovechar la actual crisis para transformar el actual sistema económico, de forma que sea, en realidad, humano, justo y sostenible.

     "En las afueras de un pequeño y pobre pueblo -no importa de qué país-, vivía una familia una vida apenas tolerable; las paredes de la casa parecían venirse abajo en cualquier momento, y el improvisado techo permitía que cayera el agua por todas partes. En aquellos diez metros cuadrados vivían ocho personas, sus miradas pobres, sus cabezas bajas, sus ropas sucias eran señal de que la pobreza no solo se habían apoderado de sus cuerpos, sino que también se había apoderado de su interior, Como único alimento tenían la leche, no excesiva. de una vaca.

     Un día un anciano maestro llevó a su joven discípulo a esa casa para que aprendiera una lección. Pero, ¿cuál era la lección?  Lo único que había aprendido el discípulo durante su estancia en esa casa, eran los resultados del conformismo y la mediocridad, pero ¿era ésa la verdadera lección?

     A la mañana siguiente, maestro y discípulo iniciaron su camino de regreso. Pero antes, el anciano maestro fue al lugar donde estaba la vaca, sacó su cuchillo y proporcionó al animal una herida mortal. ¿Qué nueva lección era ésa que exigía dejar a una familia en la ruina total?  ¿Qué iba a suceder ahora con esa familia?

     Sin preocuparse de la angustia de su joven discípulo y sin hacer caso de sus preguntas, el anciano inició su camino de regreso.

     La historia cuenta que un año más tarde el maestro llamó a su discípulo y le sugirió retornar al lugar para ver qué había ocurrido con aquella familia.  El lugar parecía el mismo, pero, por más esfuerzos que hicieron, no consiguieron encontrar la humilde vivienda. En su lugar ahora se levantaba una casa grande que parecía haber sido construida recientemente. "La muerte de la vaca había sido un golpe demasiado duro para aquella pobre familia", pensó el joven discípulo. Cuál no sería su sorpresa cuando del interior de la nueva vivienda salió el mismo hombre que un año atrás les había dado posada: ojos brillantes, ropas limpias, aseado, su sonrisa y actitud eran señal de que algo había sucedido.

     Les invitó a entrar en casa y les contó cómo el mismo día de su partida algún envidioso había matado lo que era su única posesión: su vaca.  Les explicó cómo, después de ese trágico día, se dio cuenta de que, al menos que hiciera algo muy rápidamente, su vida y la de sus hijos estarían en peligro. Así que limpió la parte de atrás de la pobre casucha, consiguió unas pocas semillas y sembró algunas hortalizas y legumbres.  Poco después decidió vender algunos vegetales a sus vecinos y con esa ganancia compró más semillas. Y, de repente, sucedió que, por primera vez en su vida, se encontró con dinero suficiente para comprar algunas vestimentas y arreglar la casa. "Es como si la trágica muerte de nuestra vaca nos hubiera abierto las puertas de una nueva vida", dijo el hombre.    

     Fin del cuento. Creo que no es necesario explicar nada.  Nos han obligado a pagar los desperfectos, que, en busca de mayores beneficios económicos, ha ocasionado el sector financiero.  Ello ha dado origen a paro, pobreza, educación y sanidad (derechos humanos) convertidos en mercancía de la que solo podrán disfrutar quienes tengan dinero, desaparición de la democracia,... A menos que hagamos rápidamente algo, nuestros hijos y nietos vivirán un verdadero infierno.

     NOTA.-El cuento se ha encontrado en www.alexdeluna.com

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nuestra vaca ya no puede morir más veces, así es que o espabilamos o no tendremos para comprar las semillas. Es tiempo de acción, se acabó el ser pusilánimes y sujetos pasivos.
Cordial saludo

Camino a Gaia dijo...

Quien no se rebela contra la injusticia acaba siendo cómplice de su propia desgracia.
En nuestro caso, también acabaremos siendo cómplices de la desgracia de nuestros descendientes.
Un saludo

Juliana Luisa dijo...

Es urgente que empecemos a hacer algo. No podemos seguir así.

Un saludo