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lunes, 28 de julio de 2014

Otra crisis financiera. Probabilidad

     En un artículo de opinión, publicado en El País el 2 de julio último, el escritor Rafael Argullol narra el encuentro en la calle de un antiguo compañero de colegio, en la actualidad broker en Wall Street. Me parece interesante comentar lo que dice de ese encuentro.

     Su compañero estaba contento porque los negocios le iban bien. Argullol le preguntó sobre las probabilidades de que se reprodujeran las condiciones que dieron lugar a la crisis financiera de la que apenas estamos saliendo. La contestación fue que no solo podían reproducirse con facilidad, sino que "dentro de no mucho el colapso sería mayor. Los especuladores, empezando por él mismo, campaban a su aire, y sus ganancias eran fabulosas. A su alrededor las burbujas fomentadas por la especulación crecían sin cesar, aunque, como es lógico, nadie pensaba acabar atrapado por ellas."

     Argullol decía que su "antiguo compañero de colegio era feliz: todo volvía a producirse, corregido y aumentado, ante un mundo ciego y sordo, o, lo que era todavía más eficaz, cómplice."  "No se ha generado un aprendizaje profundo en relación con lo sucedido estos últimos años". Niños y jóvenes a los que se les ha robado la vida, familias destrozadas, personas que han muerto prematuramente por falta de atención médica o recursos para comprar las medicinas necesarias, etc. etc. Una cosa es estar informado y otra pensar, sentir y actuar, como seres pertenecientes a la especie humana.

     El imperante sistema económico-social, capitalismo globalizado, ha instalado una civilización de la codicia, "del saqueo vital y la posesión inmediata de las cosas", una civilización que hace todo lo posible por ocultar la solidaridad y la empatía, al mismo tiempo que destruye la democracia.

     Indica Argullol -estoy de acuerdo con él- que esta civilización nos llevará de crisis en crisis, satisfaciendo la insaciable codicia de algunos y hundiendo en la miseria al resto.  Necesitamos desarticular esta civilización mediante la generación de un "aprendizaje profundo en relación con lo que ha sucedido en los últimos años". "No se ha eliminado el huevo de la serpiente, dado que esa eliminación concernía, además de a la economía y a la política, al espíritu, o, si se teme esa palabra, a la mentalidad. No ha habido catarsis, no se ha hecho limpieza, y las nuevas turbulencias pueden presentarse sin que se hayan construido diques de contención que las detengan".

     Los políticos y los economistas no han hecho nada para evitar o, al menos, minimizar los episodios  que dieron lugar a la última crisis; crisis que muchos expertos han calificado de sistémica, por ir acompañada de otras dos crisis: una crisis ecológica y una crisis de valores o derechos humanos.  El economista y político francés, Jacques Attali, ha hablado de la necesidad de una "larga y difícil reescritura que separa dos formas provisionales del mundo". Sin embargo, como si nada hubiera sucedido, muestros representantes políticos siguen hablando de crecimiento económico, de PIB, de competitividad, ..., mientras los ciudadanos confiados intentan rehacer su vida.

     En la introducción de  su libro La civilización empática. La carrera hacia una conciencia global en un mundo en crisis (2010, Paidós, Barcelona), Jeremy Rifkin, considerado uno de los pensadores sociales más célebres de nuestra época, escribe: "Quizá la cuestión más importante a la que se enfrenta la humanidad es si podemos lograr la empatía global a tiempo para salvar la Tierra y evitar el derrumbe de la civilización".
    

3 comentarios:

J. Felipe dijo...

Y en España han llegado las SOCIMI (Sociedades Anónimas Cotizadas de Inversión Inmobiliaria), que buena parte de su negocio se basa en meras proyecciones a corto o medio plazo y que pueden provocar otra burbuja similar a la anterior.

Quizá, el problema político radique precisamente en eso, en su obsesión por el crecimiento perpetuo, como si cada día que pasa tuviéramos la imperiosa necesidad de acumular más y más riquezas.

Otra cosa muy distinta es la mejora en la calidad de vida pero eso dista, muy mucho y ese es el error, de la completa banalización que se ha hecho del desarrollo económico.

Un saludo.

Camino a Gaia dijo...

De acuerdo con Jeremy Rifkin. No dudes de que se repetirá un nuevo crash, porque no estamos superando ninguna crisis, solo tratamos por todos los medios de olvidarla y negarla.
Un saludo

Juliana Luisa dijo...

Por distintas razones, estoy de acuerdo con los dos. Estoy de acuerdo con Felipe acerca de la obsesión del crecimiento económico; todos los países se han apuntado en una carrera, sin meta, o mejor dicho, había una meta que es el precipicio. No importa cuántos seres humanos mueran unos carnalmente y otros en sus potencialidades como seres humanos. Claro que hay algunos que utilizan esa carrera para aumentar sus ganancias económicas; esos están utilizando multitud de formas para que los ciudadanos no piensen y como zombis se apunten a la teoría del crecimiento económico. Me duele decir que hasta ahora están consiguiendo sus propósitos.
Estoy de acuerdo con "camino a Gaia" en que no estamos haciendo nada para hacer frente a ninguna de las tres crisis, entrelazadas, que necesitamos resolver inmediatamente: crisis ecológica, crisis de valores o de los derechos humanos y crisis financieras.
Triste futuro para nuestros hijos y nietos. Para animarles a pensar y actuar (evitar que les narcoticen), estoy escribiendo un libro dedicado a mis nietas. Esa es la razón por la cual dedica tan poco tiempo a este blog.
Disculpad mi retraso en contestar a vuestros comentarios.
Un saludo