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sábado, 10 de diciembre de 2016

Deportaciones masivas

     Por la prensa me he enterado de que la policía española ha deportado a su país de origen, Paraguay; a un joven de 19 años que vivía en Galicia desde los cinco años con su madre y su hermano menor, nacido en Santiago de Compostela. El joven había pasado los últimos años bajo tutela de la Xunta de Galicia por que su madre no podía hacerse cargo de los dos hijos.
     Los agentes detuvieron al joven, tengo entendido, que el 22 de noviembre, porque, alcanzada la mayoría edad, había perdido la condición de tutelado por la Xunta y no había encontrado trabajo, como otros muchos jóvenes españoles. Ahora se encontrará en Paraguay, en donde no conoce a nadie, mientras su madre, enferma y en paro, permanece en Santiago de Compostela con el hijo menor.
     El Foro Galego da Inmigración compuesto por, aproximadamente, 80 asociaciones de inmigrantes y entidades sociales, humanitarias, sindicales y políticas de todo Galicia ha cuestionado el procedimiento de su detención y ha protestado contra una deportación que no debería haber tenido lugar.
     Según la prensa, el Foro Galego da Inmigración no solo reclama el regreso del joven a su casa, sino también la derogación de la ley de extranjería. Coincido con quienes afirman que no es razonable que se expulse del país a personas que pueden acreditar años de arraigo en nuestro país  y que, como la mayoría de los españoles, no han encontrado trabajo o lo han perdido.
     En otra noticia de prensa se menciona el caso de otro joven de 19 años que vivía con su familia en Madrid. Fue detenido cuando iba al instituto y deportado a Honduras en apenas 40 horas. También, en esta ocasión, diversas organizaciones humanitarias han protestado, al mismo tiempo que el Consejo General de la Abogacía ha advertido que la rapidez con las que se realizan estas expulsiones, directamente desde las dependencias policiales, reducen la posibilidad de defensa.
     Parece que Interior recurre a este sistema porque es más rápido, eficaz y barato. Pero ese argumento no es válido. En una sociedad humana, lo razonable es pensar si es o no es justo, si se vulneran o no los derechos humanos, en este caso, de los inmigrantes.
     Obedecer una orden injusta es caer en lo que la filósofa judia Hannah Arent denominó "banalidad del mal.  Al final de un artículo de opinión ("El malentendido sobre Hannah Arendt", publicado en El País. del 9 de agosto de 2003) su autora, la escritora Monika Zgustova, decía que Hannah Arendt "puso de manifiesto que el mal puede ser obra de la gente común, de aquellas personas que renuncían a pensar para abandonarse a la corriente de su tiempo. Y eso es válido también para los tiempos que vivimos."  Gandhi decía que cuando una ley es injusta, lo correcto es desobedecer.



2 comentarios:

J. Felipe dijo...

Hola Juliana

La verdad que me resulta sorprendente el grado de deshumanización al que se está llegando y no se hasta donde están dispuestos a llegar. Una preocupación que, en mi caso, se torna cada día mayor al tener un hijo viviendo fuera de España. Sí que es cierto también que esa ola en la que a los inmigrantes se les hace culpables de todos los males ha calado en muchos sectores de la población. Es como si la personas normales se sumaran en cierta medida a la misma como si, de alguna manera, se pretendiera simpatizar con esta para evitar males mayores. No solo ya en los casos que citas si no, sin ir más lejos, como se ha visto en las primarias de los conservadores franceses que las ha ganado François Fillon que, parece ser, en algunas cuestiones está aun más a la derecha que la propia Marine Le Pen. ¡Nada menos que en la República Francesa!

Francamente creo que el origen de todo esto -además del tradicional rechazo a lo diferente-, radica en la crisis económica, la falta de respuesta a la misma por parte de las autoridades y a ese mantra de estas últimas por el que se pretende convencer a la población que el único camino a la salida de dicha crisis es el de los recortes y la austeridad, mientras todos vemos como los desequilibrios aumentan en progresión geométrica y los ricos son cada vez más ricos y los demás... a verlas venir.

Creo y los testimonios históricos así parecen corroborarlo, es donde está su principal caldo de cultivo. La gente intenta buscar un chivo expiatorio en la emigración a todos sus males y encuentran en estos grupos cegados por el racismo, la xenofobia y el odio, como el de la citada Le Pen y otros tantos en Europa, la respuesta a sus desgracias.

Y todavía en casos como el de España con una altísima tasa de paro, aun sin ser en ningún modo justificable pudiera ser hasta entendible, pero lo que todavía me sorprende más que en países como el Reino Unido, Holanda, Austria, etc. con bajísimos niveles de desempleo hayan calado tanto formaciones políticas de este tipo. Mi hijo se traslada a Suecia el próximo año y en la ciudad donde va a residir Boras, cerca de Gotemburgo, gobierna el bloque de izquierdas pero en el mismo ayuntamiento hay varios concejales de un partido "nazi". ¡En Suecia! Francamente: inexplicable.

Un saludo.

Juliana Luisa dijo...

Tienes razón y creo, a pesar de todo, solo los ciudadanos podemos resolver la situación, salir de la crisis sistémica (ecológica, económico.financiera y de valores) en que nos encontramos.

Un saludo