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viernes, 26 de julio de 2013

He aprendido ...

     A continuación, algunas de las cosas que he aprendido estos últimos años:

     - He aprendido que, en el vigente sistema económico, cuando los bancos, como consecuencia de aventuradas  operaciones, tienen problemas, deben ser "rescatados" por los ciudadanos a través de rigurosos programas de austeridad presupuestaria,  que distan mucho de afectar por igual a toda la población.

     - He aprendido que estos programas de austeridad presupuestaria deben de ser del agrado de los "mercados", que hablan a través de la prima de riesgo: si algo no les gusta elevan el interés a pagar por el dinero que prestan.

    - He aprendido que estos programas de austeridad presupuestaria conducen a la privatización de servicios públicos que satisfacen derechos humanos: salud, educación, comida, vivienda,...; de forma que solo tendrán derecho a esos servicios los que tengan dinero para pagarlos. Es una moderna forma de cometer crímenes contra la Humanidad.

     - He aprendido que todo el tinglado anterior es consecuencia tiene como dogma la existencia de un "mercado perfecto".  Para que un "mercado perfecto" funcione bien no debe sufrir ningún tipo de regulación (separación de ética y economía). Todo lo anterior a pesar de que, en múltiples experimentos científicos, se ha puesto de manifiesto que, ni siquiera en la simple actividad de compra-venta, los seres humanos se comportan como máquinas de calcular; y, a pesar de que se ha demostrado, por activa y pasiva, que los "mercados perfectos" son una entelequia. (Según el diccionario de la RAE, una entelequia es una "cosa irreal").

     - He aprendido que hay personas que defienden que las leyes por las que se rige el sistema, construido bajo los supuestos anteriores, son tan inmutables como las leyes de la Física.  No quieren darse cuenta que la validez de las leyes de la Física viene dada por la experiencia: si, en algún momento,  la realidad no coincide con lo que predice la ley, se deba cambiar la ley (cambio de paradigma).  En el vigente sistema económico-social, no se cambia nada  "caiga el que caiga" y aunque se "hunda el mundo".

     Pero, lo más importante que he aprendido es que ninguno de los defensores del sistema es tan deficiente mental como para creer en esos dogmas:  todos son engaños mediante los cuales el sector más rico de la población mundial -aproximadamente su 1 por ciento-  se hace cada vez más rico, al mismo tiempo que el 99 por ciento restante muere de inanición por carecer de lo más elemental.

     Cuando se descubrió América, los exploradores españoles se apoderaron del oro de los nativos mediante engaños parecidos a los que ahora emplea el sector más rico de la población mundial: piénsese en el crecimiento económico.

4 comentarios:

Óscar Gartei dijo...

Estoy muy de acuerdo con tus aprendizajes, y he llegado a conclusiones muy similares. En efecto, ninguno de los defensores del sistema actual se cree sus mentiras, simplemente las usa porque su bienestar depende de ellas. Es una consecuencia del sistema, que hace florecer egoísmo y vanidad por igual. No obstante, los tiempos cambian y confío en que la humanidad será capaz de revertir este infierno y convertirlo en algo esencialmente bueno. Llevará tiempo, pero quiero creer en ello, aunque peque de idealista.

J. Felipe dijo...

Yo no estaría tan seguro de eso. Al margen de que a esos que llaman "mercados" no les importe nada más allá que el poder y el dinero y no sepan de colores o ideales políticos, otra ocas muy distinta es que sepan aprovecharse del convecimiento de otros muchos en una ideas o un modelo de sociedad concreto.

Para eso siempre pongo el mismo ejemplo, creo que la suma entre cristianos, judíos y musulmanes -las tres grandes religiones monoteistas-, debe andar allá por más de la mitad de la población mundial. Y a nadie se nos ocurre pensar que todos ellos sean unos analfabetos e incultos pusilánimes.

En el SXVIII un médico y economista francés, llamado François de Quesnay creo una esccuela de pensamiento donde se desarrollo "la fisiocracia" que, al fin y a la postre, vendría a ser la idea matriz que daría más tarde lugar al liberalismo y el capitalismo en todas sus formas.

Para los fisiócratas, al igual que la naturaleza se rige por leyes naturales, la economía habrá de regirse del mismo modo y cualquier intervención y/o intento de regularización por parte del estado, provocará alteraciones no deseables en su funcionamiento.

Esto -que con el tiempo se acabaría denominando "laissez faire"-, aún sonando a disparate por cuanto, de entrada, no contempla la vanidad como algo inherente y exclusivo de los seres humanos, es un hecho que ha servido de modelo económico en todas las épocas desde entonces siendo avalado por dirigentes y economistas en todo el mundo.

El que el modelo fracase una y otra vez tal y como hemos vuelto a comprobar ahora no quiere decir que, todos aquellos que se involucren en el mismo, lo hagan de forma maliciosa, al menos a mi modo de entender. Aunque, insisto, otra cosa muy distinta es que se dejan influenciar por terceros con espurios intereses. Probablemente, para muchos como yo mismo, creer como aduce el modelo capitalista que la riqueza de unos pocos acabará favoreciendo la riqueza de todos, suena dispareatado pero...

O acaso si no... ¿que podríamos decir de aquellos que creen en un ente espiritual creador del cielo y la tierra...?

Un saludo a ambos.

J. Felipe dijo...

Ah, que se me olvidaba, otra cosa también muy distinta es la de los políticos corruptos, hoy tan en boga. pero esa... es otra historia.

Juliana Luisa dijo...

Gracias a los dos por vuestros comentarios. Para mi lo que es innegable es que no podemos aeguir así.
Un saludo