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jueves, 8 de octubre de 2015

Guerra y cultura de paz

     ¿Es posible terminar con las guerras?  Luis Garitano, catedrático de Economía y Estrategia en la London School of Economics, en un artículo publicado en El País del 4 de octubre último (suplemento Negocios) y titulado ¿Por que se producen los conflictos?, indica: " Desde el punto de vista racional, la guerra persigue objetivos de la política cuando se estima que las ganancias superan a las pérdidas potenciales." "La investigación académica muestra que racional, o irracionalmente, es fácil producir escaladas y conflictos".
     Este profesor pone el ejemplo de la guerra de Vietnam. "EE. UU. no lucha en Vietnam porque le interese aquel territorio lejano lo suficiente como para perder 60.000 soldados, sino porque intenta mostrar a los soviéticos que con ellos no se juega y así establecer una reputación que proteja a Europa.  La acción no se justifica en sí misma, sino por el deseo de cambiar las acciones futuras del contrario", y señala que los ejemplos en casos no bélicos son muchos".  El problema reside en que, en casos bélicos, durante el juego de mata a muchos seres humanos y se causan graves deterioros medio ambientales.
     ¿Quién no encuentra que estas consideraciones una explicación de lo que, en buena parte, según los medios de comunicación, está sucediendo en la actual guerra en Oriente?
     Tiene un gran interés destacar que todo el artículo se refiere a comportamientos racionales, o irracionales. Es muy importante porque el imperante sistema económico-social defiende la creencia de que el ser humano responde al modelo de elección racional, es decir, que se comporta como una máquina de calcular, que no toma ninguna decisión antes de haber calculado costes y beneficios.  A pesar de que este modelo está inscrito en nuestra cultura hasta tal punto que pocos se atreven a dudar del egoísmo individualista del ser humano; este modelo no está avalado por ninguno de los resultados obtenidos en Psicología y Neurociencia, y ha sido criticado duramente por personalidades como el Premio Nobel Amartya Sen.
     En 1968, Garret  Hardin, biológo, escribió un ensayo que tuvo un gran impacto en todo el mundo, La tragedia de los Comunes. En este ensayo, Hardin puso de manifiesto que cualquier bien común, gestionado por seres humanos que respondan al modelo de elección racional, desaparecerá. Entre los bienes comunes de la Humanidad, unos son materiales como el aire y el agua limpios, la pesca, los bosques, la tierra fértil, ..., y otros no materiales como el conocimiento y la paz.
     Mientras nos consideremos pertenecientes al modelo de elección racional, las guerras, los conflictos bélicos, no terminarán hasta que no hayamos destruido la nave espacial Tierra.
     El Premio Nobel de Economía de 2009 fue concedido a los doctores Elinor Ostrom y Oliver E. Williasom. En el caso de la doctora Elinor Ostrom, el premio le fue otorgado por su enorme aporte sobre la gestión de los bienes comunes a nivel internacional.
     Las enseñanzas de Elinor Ostrom pueden contribuir a alcanzar un mundo en paz. La dificultad reside en la necesidad de modificar nuestra actual cultura, la necesidad de cambiar nuestro sistema de valores.

NOTA. A principios de 2012 publiqué una serie de entradas sobre bienes comunes de la Humanidad, La tragedia de los Comunes y Elinor Ostrom, así como de las neuronas espejo y el hecho de que de modo sutil, pero activo, hay grupos que determinan las normas culturales que conviene que prevalezcan en la sociedad.

4 comentarios:

J. Felipe dijo...

Hola Juliana

Supongo que el apunte que me has dejado en el comentario de la entrada anterior, se refiere a esta otra. ¿Racional o irracional? A mi juicio, por mucho que tenga de irracional una guerra por su elevadísimo coste en pérdidas humanas, materiales, medioambientales, etc. sí que responde a cuestiones racionales. Al mismísimo Adolf Hitler se le podrá acusar de muchas psicopatías pero él sólo no llevó a su país a la guerra. Alemania fue a la guerra por que quien estaba a su alrededor le apoyaba y a la gran industria germana, atenazada por el Tratado de Versalles, le interesaba para dar salida a sus productos. Otra cosa es cómo se fueran desarrollando los acontecimientos después y los errores de cálculo que se sucedieron.

El caso actual de Siria, responde a varios factores que se entrecruzan de uno u otro modo. Por un lado Siria no goza desde hace décadas las simpatías de Occidente por tres razones: enemiga de Israel, aliada de Rusia -en sus costas se encuentra anclada su flota del Mediterraneo-,y al contrario de otros países de la zona, sus reservas petroleras son escasas. La consecuencia de esto es que cuando la primavera árabe llegó a Siria no contó con el apoyo decidido de Occidente y el régimen sirio la aplastó. De ahí la guerra civil existente, enquistada al no contar con el apoyo de la comunidad occidental.

Por oro lado aparece el fenómeno del ISI, el estado Islámico, financiado por las monarquías feudales del golfo simpatizantes del salafismo -la rama más radical del sunismo-, con la intención de frenar el expansionismo chiita. Y mientras, occidente, sigue mirando hacia otro lado por que no quiere tener que enemistarse ni con los rusos, ni con los citados monarcas, dada las reserva de petroleo que acumulan y sus inversiones en todo el mundo.

Las guerras, a lo largo de la historia de la humanidad, han sido consecuencias de intereses de parte, más o menos enmascarados detrás de monarcas o generales estereotipados según pudiera interesar en cada caso. Recordemos el singular caso de las Cruzadas que, en realidad ocultaban una manera de abrir rutas comerciales hacia el Oriente.

Creo que, en definitiva, todo se reduce siempre a lo mismo: la codicia y avaricia humanas. Y en pleno conocimiento de ello. Te voy a poner dos ejemplo últimos de ello. En primer lugar, a pesar de su reconocida enemistad, el principal cliente del petroleo que se extrae del lago de Maracaibo en Venezuela, son los Estados Unidos. Y, a fuerza de ser sensatos, por mucho que sea criticable el régimen de Maduro, Arabia Saudí, a ojos vistas, representa el régimen más cruel y sanguinario de todo el mundo donde por ejemplo, la gente es ajusticiada en plena calle, cortándole la cabeza con un sable a los reos tras un juicio sin las más mínimas garantías y después sus cuerpos son crucificados de manera pública para escarmiento de la población.

Y sin embargo, Venezuela está todos los días en los medios de comunicación acusando a sus gobernantes -que no pongo en duda que sea cierto-, por sus ligerezas y carencias democráticas, mientras que a la monarquía feudal saudí -que hace un angelito al primero-, cuenta con todo el beneplácito de occidente.

En fin, esto daría mucho para hablar y especular, el por qué, el cómo, las consecuencias futuras, etc. Pero como me habrás visto decir muchas veces la avaricia humana no mira el futuro, solo vive el presente y después.... pues ya se verá.

Un saludo.

Óscar Gartei dijo...

Después de lo que comenté en la entrada anterior, que entronca con esta, y de lo que dice Felipe, poco se puede añadir. Hay muchos intereses cruzados y occidente no es humilde, jamás reconocerá sus errores públicamente ni demonizará en los medios a regímenes injustos que, al fin y al cabo, sostienen el modelo de vida occidental. Por poner un ejemplo, ISIS se hace cada día más rico por las enormes reservas de petróleo que tiene en su poder... ¡y sabiendo lo que son, se lo compran, concediéndole financiación infinita!

Esto nos dice que, por un lado, existen aliados y enemigos, pero ambos bandos dependen del contrario. El terrorismo justifica, o así lo venden, las guerras, las medidas de seguridad, el destrozo al derecho de la privacidad ciudadana, etc. Pero claro, si se producen armas a tutiplén, al final hay que usarlas.

Voto por una sociedad regida por personas capaces de priorizar el arte al crecimiento económico. Si algo no beneficia a la sociedad, tendría que ser inmoral. Pero ahí tenemos la especulación financiera, las armas biológicas y, sobre todo, el inmenso desprecio al tercer mundo, pese al agresivo expolio que occidente practica en sus tierras...

Camino a Gaia dijo...

El capitalismo no es un sistema donde los esclavos sueñan con ser libres sino con ser amos. La utopía de uno, es la distopía de los demás. Pero esos valores llevan a la sociedad a desencadenar un comportamiento tumoral y caníbal, que termina con el colapso social y civilizatorio.
Sin embargo, un enfoque ecológico o termodinámico, que viene a ser lo mismo, nos aclara algo que Hardyn no llega a comprender o al menos a resolver. Lo que en la Naturaleza impide la llamada Tragedia de los Comunes no es si las especies explotan sus nichos ecológicos de forma individual o colectiva, sino el descenso de la Tasa de Retorno Energético por debajo de su umbral de crecimiento. Las ovejas no terminan con los pastos, por debajo de cierto umbral la población comienza a debilitarse y a ser pasto de enfermedades y depredadores. Esto provoca cuellos de botella que evitan las bombas de población y que en el peor de los casos adquiere la dinámica de la curva depredador presa.
Lo que nos está vendiendo los que aspiran a ser lobos para el hombre, es que es la gestión común la que acaba con los recursos, a la vez que acusan a esta gestión común de ineficiencia en su expolio, lo que resulta una contradicción que el control mediático apenas consigue ocultar.

Juliana Luisa dijo...

Gracias a vuestros comentarios he aprendido cosas que se me habían pasado.
A mi juicio, de forma premeditada, el sistema está ocultando las potencialidades del ser humano; está ocultando la empatía y solidaridad, imprescindibles para evitar el derrumbe de la civilización y, con ello, el futuro de la Humanidad. También está ocultando los resultados de los trabajos de Elinor Ostrom. Su conocimiento es fundamental para construir una democracia participativo o por consenso, donde la guerra quedará sustituida por la negociación. Los ciudadanos necesitan ser emponderados.
Seguiremos hablando, Solo la sociedad civil puede hacer que la vida en la Tierra sea más humana. Vamos bastante retrasados.

Un saludo