Las variables económicas no son -no deben ser- más fuertes que el sentido de lo humano.
Sin embargo, en el caso de Volkswagen han primado los aspectos económicos sobre los humanos. Por eso la expresión "un mundo al revés", más cuando el caso de Volkswagen no es un hecho aislado, sino muy frecuente en un mundo dirigido por un sistema económico-social inhumano.
En Estados Unidos, un estudio dirigido por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) con participación de expertos de la Universidad de Harvard han calculado, entre otras cosas, el número de muertes prematuras debidas a los vehículos diésel vendidos en ese país y el el número de personas que de seguir así morirán entre 10 y 20 años antes de tiempo.
¿Cómo ha actuado la Unión Europea? Ha modificado el sistema de medición de las emisiones, implantando, como se hace en Estados Unidos, un sistema de "medidas en condiciones de circulación por carretera, y no en laboratorio como hasta ahora". Volkswagen había colocado un software que detectaba cuando se estaba en el laboratorio y daba una cantidad de emisiones menor de las que tenían lugar cuando circulaba por carretera.
En cuanto al establecimiento de límites para las emisiones, en el periódico El País de 29 de febrero, se decía: ""Bruselas proponía activar un plan con cierta dureza para limitar las emisiones de nitrógeno de los coches, las más contaminantes y las que han levantado una polvareda por el caso Volkswagen. tras la denuncia de trucaje en los controles de emisiones por parte de Estados Unidos (...), los Estados miembros y Bruselas acordaron finalmente un plan más permisivo, con límites y plazos menos exigentes ante el redoble de tambores de la industria, cuya presión ha tenido eco en los países que albergan fábricas del sector.
Greenpeace lamentó que la Unión Europea vaya a permitir a los coches diésel contaminar el aire con "el doble" de los límites acordados de sustancias tóxicas. "Los Gobiernos europeos están efectivamente recompensando a los tramposos", dijo el consejero de política energética de la organización ecologista, Jiri Jerabek, quien agregó que "plegarse a la presión de la industria automotriz le está costando a la gente su salud y está dañando el medio ambiente".
¿Qué razón o razones existen para que los Gobiernos europeos hayan reaccionado así? Solo existe una razón, que no ocultan los medios de comunicación: la contribución de Volkswagen al crecimiento económico del país donde está ubicada. Ya he mencionado en más de una ocasión, que el imperante sistema económico-social tiene un dios, el crecimiento económico; un dios ante cuyo altar hay que sacrificar, para que no entre en cólera, el planeta Tierra y todos los seres vivos que en ella habitan, a excepción del 1%.
Hasta tal punto eso es cierto que, debido a que China es el principal comprador de coches Volkswagen, para mantener o aumentar el crecimiento económico, en este caso de Alemania, interesaba celebrar una reunión con los "altos ejecutivos de la compañía en el gigante asiático encargados de los acuerdos comerciales con empresas locales". En conclusión, Alemania consideró necesario ayudar: "el nuevo jefe de Volkswagen se unirá a la delegación alemana, encabezada por Angela Merkel, que esta semana visita China". (El País, 26 de octubre)
Todo lo acontecido con Volkswagen es un claro ejemplo de que estamos en un inhumano mundo al revés.
3 comentarios:
Y la gente seguirá mirando para otro lado, obviamente. Si esto ocurre es porque la población tolera todo tipo de abusos.
Totalmente de acuerdo contigo. Si ante las fechorías llevadas a cabo por Volkswagen, los ciudadanos, además de pedir las correspondientes indemnizaciones, hubieran dejado de comprar los coches de esa empresa, se hubiera terminado el problema: no hubiera sido necesario discutir acerca de los límites de emisiones y Merkel no hubiera tenido que ser acompañada por los directivos de Volkswagen en su visita a China.
Un saludo
Y como ciudadanos, ¿qué cara se nos queda? Muchos consumidores siguen convencidos de que VW es buena marca y la comprarán pase lo que pase. A un gran número de personas, la contaminación, las emisiones, etc., les importan un comino, porque no pueden verlas y, en principio, no afectan a sus bolsillos. Imagino que para que la sociedad en su conjunto recapacite a tiempo, la destrucción de los ecosistemas tendría que suponer una factura semanal de 100 euros a cada habitante. Es la única manera.
Publicar un comentario