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miércoles, 2 de mayo de 2018

Cultura de paz, no de violencia



El 6 de febrero último, la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, firmó un convenio con la asociación de centros de enseñanza privados (ACADE) para “para llevar la cultura de defensa a las aulas y facilitar que profesores y alumnos conozcan la labor y los valores de las Fuerzas Armadas”. ¿Valores de las Fuerzas Armadas? Según el Diccionario de la Lengua Española (DEL) “valor” es el “grado de utilidad o aptitud de las cosas que satisfacen las necesidades o proporcionan bienestar o deleite”. ¿Qué necesidades satisfacen o que bienestar a deleite proporcionan las Fuerzas Armadas? Desde mi punto de vista, las Fuerzas Armadas solo son útiles o aptas para la guerra, y la guerra no proporciona ni bienestar ni deleite.  
Durante la sesión de control al Gobierno en el senado, Cospedal enumeró los principios que, a su juicio, “motivan el trabajo de los militares, como la solidaridad, la defensa del país, el trabajo en equipo, la responsabilidad, la libertad o la defensa de los valores constitucionales”. ¿Cómo puede decirse que la solidaridad, la responsabilidad, la libertad y la defensa de los valores constitucionales pueden motivar el trabajo de los militares? ¿Cuál es el trabajo de los militares?
¿Cómo es posible que en el siglo XXI y después de la Primera y Segunda Guerras Mundiales y la Guerra Fría alguien piense en fortalecer las Fuerzas Armadas? Terminada la Segunda Guerra Mundial se creó la Organización de Naciones Unidas cuyo documento fundacional comienza así: “Nosotros, los pueblos, hemos decidido evitar a las generaciones futuras el horror de la guerra”.  Debemos, en oposición a lo que está haciendo Cospedal, instaurar una cultura de paz para evitar el horror de la guerra. Una cultura de paz y no de violencia.
Una condición imprescindible para vivir en paz es que desaparezcan los ejércitos y la fabricación de armas. Sin duda, esto es muy difícil, debido al poder que las grandes empresas armamentísticas tienen sobre los gobiernos. De todas formas, según Emmanuel Kant, puesto que quien sufre las consecuencias de una lucha armada son los ciudadanos, no el presidente o jefe de Estado, en una auténtica democracia no es posible una declaración de guerra. ¿Es realmente democrático nuestro gobierno?
Conviene recordar que la Unión Europea nació para evitar futuras guerras entre naciones. Son muchos los especialistas que considera necesaria la instauración de una federación de Estados libres.
El Premio Nobel Joseph E. Stiglitz, en su libro El molestar en la globalización (2002:17), escribe: “Constituimos una comunidad global y como todas las comunidades debemos de cumplir una serie de reglas para convivir. Estas reglas deben ser –y deben parecer- equitativas y justas, deben atender a los pobres y a los poderosos, y reflejar un sentimiento básico de decencia y de justicia social”.
Cospedal habla de defensa del país. Vistas las consecuencias del sistema económico en el que estamos inmersos –globalización- ¿alguien piensa en que todo se puede resolver fortaleciendo las Fuerzas Armadas? De los que urge defendernos, en estos momentos, son los fondos de inversión de alto riesgo que han desembarcado en nuestro país para hacer negocio con la vivienda, la sanidad y las residencias de ancianos provocando nefastos efectos en la vida de las personas, y de las grandes corporaciones que se están apropiando de nuestros bienes comunes, bienes comunes de la humanidad. En la actualidad, esos son los retos más importantes a los que se enfrentan todos los países –no solo España-, y ninguno de ellos puede ser afrontado por unas Fuerzas Armadas, pero sí  por una comunidad global a través de una cultura de paz.   Si todos somos habitantes del mismo planeta y todos los problemas son de todos, no parece aceptable sentirse miembro de un país.

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