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martes, 9 de octubre de 2018

Nave espacial Tierra



La radical separación que nuestro  vigente sistema económico-social establece entre ética y economía es, a mi juicio, análoga a la que el sistema establece entre la economía  y  las características del planeta Tierra en el que vivimos.
En 1966, Kenneth Boulding, economista británico (1910-1993) publicó La economía futura de la Tierra como una nave espacial. En este ensayo, Boulding utilizaba la metáfora  ”nave espacial Tierra”, para poner de manifiesto los límites del planeta que habitamos, tanto por su incapacidad para recibir recursos del exterior como de expulsar residuos producto de sus actividad económica.  El planeta Tierra se caracteriza porque constituye un sistema cerrado para los materiales y abierto a la entrada de energía solar.
Esa nave espacial proporciona a sus habitantes diversos recursos, unos renovables y otros no renovables. La cantidad de recursos naturales renovables puede mantenerse  prácticamente constante debido a su funcionamiento en ciclos -ciclo del agua, ciclo del nitrógeno,…- Sin embargo, si el nivel de utilización de un recurso natural renovable es superior al de regeneración, podría llegar a agotarse.
 Los recursos naturales no renovables, como su nombre indica,  se encentran en una cantidad que disminuye con su uso sin que sea posible su regeneración.  Son recursos naturales no renovables el petróleo, el gas natural, los minerales, los metales,…  Todos ellos están distribuidos por el mundo en forma regular, por ejemplo, existen países que tienen mucha plata, pero no tienen cobre; lo mismo sucede con el petróleo y el gas natural.
Por último, existen recursos inagotables, como la energía solar y el viento, debido a que la Tierra en un sistema cerrado, pero no aislado.Son recursos que, a pesar de ser inagotables, el actual sistema económico, prácticamente, no ha aprovechado.
Kenneth Boulding afirmaba: “Todavía hoy estamos muy lejos de haber efectuado  las correcciones morales, políticas y psicológicas que están implicadas en esta transición desde el plano ilimitado a la esfera cerrada”. Por ejemplo, según él, dadas las características de la nave espacial en la que nos desenvolvemos, debería distinguirse  la parte del PIB que está  relacionada con los materiales existentes en la nave que son renovables de aquellos que no lo son y cuyo consumo da lugar a residuos que, en general, no sirven para nada. Cualquier cambio tecnológico que suponga conservar los recursos naturales es claramente un adelanto.
¿Es ético maximizar el bienestar de esta generación a costa de las generaciones futuras?  Es lo que Miguel Delibes y Miguel Delibes de Castro en su libro La Tierra herida. ¿Qué mundo heredarán nuestros hijos?, llaman ética intergeneracional.
Ramón Tamames, catedrático de Estructura Económica de la Universidad Autónoma de Madrid, en un artículo publicado en El País el 21 de agosto de 1983, reflexiona sobre este tema. Habla de una ética que consiste, ante todo, en dejar de tratar a la Naturaleza no como un objeto de explotación sin límite.  Señala  cómo en la actualidad,  “el gran holocausto del patrimonio vegetal y animal del mundo prosigue día a día, año a año: en términos de bosques húmedos tropicales que desaparecerán para siempre, dando paso a la más pavorosa desertización; al igual que la sabana africana, que se ve más y más erosionada, y lo mismo que la lluvia ácida castiga a los bosques europeos y de Norteamérica. Sin olvidar los fenómenos de la sobrepesca, del sobrepastoreo, etcétera, por no hablar de recursos aparentemente tan distantes como la ozonosfera, la Antártida, etcétera, hoy en día también en grave situación de amenaza”.
En la misma línea, Tamanes recuerda, entre otros, “los trabajos de Meadows para el Club de Roma -el célebre libro Los límites al crecimiento-. […]  Como tampoco, cabe olvidar el previo estudio de Barbara Ward y René Dubos, en el que constataron, llevándolo al propio título de su obra, el dato tantas veces olvidado de que vivimos en Una sola Tierra”.  
“Ciertamente, se ha adelantado mucho en la senda de las formulaciones precisas que relacionan el campo de la Economía con el de la Ecología, pero es mucho lo queda por andar”.  Ramón Tamames considera prioritario el “movimiento por la paz, como única forma para el bienestar de toda la Humanidad, que sin la cual dejaría sin sentido la ética ecológica, que cada vez más hemos de inculcar en nuestra educación y en nuestra experiencia cotidiana”.

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