El gobierno de Cataluña decretó el 23 de noviembre el estado de preemergencia por sequía, una decisión que implica restricciones de agua muy severas en la zona cubierta por el sistema Ter-Lobregat, que abastece a cerca de seis millones de habitantes de 202 municipios del área metropolitana de Barcelona y de parte de Girona.
A partir de ese día, estos municipios no podrán consumir más de 210 litros por persona y día, incluyendo domicilios y actividades económicas y comerciales, y estarán sometidos a restricciones como la prohibición de llenar piscinas o regar con agua potable jardines,calles o vehículos.
Este estado de prealerta tiene como objetivo alargar en lo posible las escasas reservas de agua que quedan y preparar a la población para la declaración de alerta, que se prevé a finales de diciembre y que puede incluir cortes de suministro como los que ya sufrido unas 70 localidades catalanas en los últimos meses.
A esta situación se ha llegado después de 36 meses seguidos de la que ya es la peor sequía desde que se tiene registros. En los últimos tres años apenas han llovido 1,400 litros por metro cuadrado, 500 menos de lo habitual, y los dos últimos años han sido los más cálidos, con una temperatura media que en 2022 se situó dos grados por encima de lo esperable.
Lo que ocurre con el clima confirma que nos encaminamos a un escenario de carencias hídricas más o menos permanentes y que las infraestructuras no están preparadas para hacerle frente. Si esta crisis se ha podido superar hasta ahora, con sacrificios pero sin grandes pérdidas económicas, ha sido gracias a la construcción de grandes desalinizadoras y sistemas de reaprovecho del agua utilizada. (fuente: El País, 23 de noviembre de este año)
Comentarios.
1.- Mientras, ganan dinero las empresas de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón).
2.- Mientras, los ciudadanos no se comportan como verdaderos seres humanos, capaces de pensar y actuar.
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