Alfredo Pastor, profesor del Instituto de Estudios Superiores de la Empresa (IESE) y con gran experiencia docente en aulas de varias universidades, es autor de un libro titulado La ciencia humilde. Economía para ciudadanos (2007, Crítica, Barcelona) en el que pretende, según él, "mostrar cómo la economía está al servicio del ciudadano". Evitando las demostraciones difíciles y prescindiendo de muchos detalles, este profesor hace que el lector vea "más fácilmente cuáles son los límites de la economía" y da a entender que "el vasallo es la economía y el señor el ciudadano"; de hecho, Pastor, inicialmente, había pensado en otro título: El buen vasallo.
Según Alfredo Pastor, "hay que convencer a los ciudadanos de que tienen más importacia de la que creen". "La economía", sostiene, "en muchos casos tiene muy poco que decir, son los ciudadanos los que tienen que tomar las decisiones".
Así, ante preguntas básicas como ¿cuánto desempleo podemos considerar tolerable? o ¿qué extensión debería tener la asistencia sanitaria gratuita?, Pastor estima que "el economista ha de advertir de los riesgos de la política de pleno empleo o cuánto cuesta la asistencia sanitaria, pero no puede ir más allá". En su opinión, estas "preguntas ha de contestarlas quizá no el político, ocupado como está en asuntos más urgentes, pero sí cada ciudadano".
Todo lo anterior contrasta con lo que dice Paul Collier, que fue directivo del Banco Mundial. Paul Collier, en su libro El club de la miseria (2009, Turner Ediciones, Madrid) al menos en tres ocasiones diferentes señala que los ciudadanos no tiene capacidad suficiente para opinar en temas de política económica. "La política comercial es el ámbito económico que peor entienden las ONG"; "La política comercial resulta excepcionalmente difícil de entender por la gente corriente ..."; "Como hemos visto, los grupos de presión del mundillo de la cooperación, sobre todo las ONG occidentales, no suelen entender de comercio. Es un tema complejo y a su público no le resulta atractivo, así que optan por el populismo". (Págs. 258, 260 y 304, respectivamente).
Sucede que en el contexto del vigente sistema económico se está devaluando (se ha devaluado ya) la democracia, porque las élites piensan (les conviene pensar) como Paul Collier. ¿No es ese el mejor síntoma del miedo a la democracia del actual sistema económico, regido por instituciones totas ellas ademocráticas?
Miedo a la democracia es el título de un libro escrito por el "activista" estadounidense y una de las figuras más destacadas de la lingüística del siglo XX, que fue profesor de Lingüística en el MIT, Noam Chomsky. En este libro, según su contraportada, "Noam Chomsky repasa la historia entera del mundo desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad para desvelar sus verdades y sus mentiras y llegar a la conclusión de que estos años están dominados por el miedo a la democracia".
Carmen Alborch, en el capítulo que en su obra Libres. Ciudadanas del mundo dedica a la economista neozelandesa Marilyn Waring, indica: Cuando un grupo o colectivo desea que nadie interfiera en sus intereses suele explicar que su asunto es muy complejo, en el fondo solo está advirtiendo que tú no lo puedes entender. Así se devalúa la inteligencia del otro y se preserva la capacidad de influencia extraña".
Como ciudadanos debemos protestar por esa devaluación y mostrar que ya pasó la época del feudalismo y de la esclavitud, y que ahora más que nunca somos capaces de entender cualquier asunto que afecte a nuestras vidas.
NOTA. Todo lo relativo al libro de Alfredo Pastor, indicado aquí, está extraído de una reseña escrita por Andreu Missé.
2 comentarios:
¡Hola Juliana!
Respecto a tu último párrafo, indicar que lo que argumentas sería lo ideal para el bien de cualquier sociedad gobernada democráticamente.
Si esa democracia fuera participativa, sería imprescindible que los ciudadanos estuvieran bien formados, interesados por los temas que atañen a la sociedad y capacitados para aportar ideas, para el dialogo y la negociación. Para ello sería necesario que el interés por la formación de ciudadanos críticos partiera del seno de las familias y se viera completada por los recursos educativos accesibles a todos los que quisieran y pudieran obtener provecho de los mismos. Las cosas buenas no vienen solas, hay que esforzarse por imaginarlas y construirlas.
Para lo que propone Alfred Pastor se precisan ciudadanos con capacidad de análisis crítico en lugar de individuos adocenados y enganchados a la telebasura. El gran problema de España es que se valora más al pícaro que al ético, al sensato y al honrado. Por esto lo tiene tan fácil los listillos y manipuladores.
Basta con mirar a nuestro alrededor, tal vez más allá de nuestro círculo de amigos y conocidos, para darse cuenta de que el comportamiento e intereses del ciudadano medio español distan mucho de lo que planteamos. Tal vez esta crisis provoque un cambio de paradigma y despierte de su letargo a los pasotas y a los embobados, aunque sea por la fuerza y con una buena dosis de padecimiento.
http://jas-vida-futura.blogspot.com.es/
Estoy de acuerdo contigo, sobre con el último párrafo. Debemos dejar de comportarnos como niños, y empezar a ser conscientes de nuestras capacidades y obligación de conducir nuestra propia vida. Insisto en ese tema, porque estoy convencida de que hemos llegado a un momento en que es absolutamente necesario que todos participemos en ese cambio (hacer el mundo un poco mejor)
Un saludo
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