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sábado, 10 de noviembre de 2012

Privatización de la sanidad

     En dos entradas anteriores (http://pildoras-para-pensar.blogspot.com.es/2012/08/la-sanidad-una-mercancia.html  y pildoras-para-pensar.blogspot.com.es/2012/08/sanidad-una-mercancia-continuacion.html), he comentado el hecho de que, en el marco del vigente sistema económico, la sanidad no es derecho humano, sino una mercancia que, como tal, está recogida en el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS) de la Organización Mundial de Comercio (OMC). No obstante, ahora -después de haber dedicado varios días al concepto de democracia-, considero oportuno comentar lo que supone para la democracia el que un gobierno decida la liberalización de la sanidad.


     Desde un principio, las grandes empresas, a través de sus lobbies, no han dejado de presionar a los gobiernos para hacerse cargo de los servicios públicos. En relación con la sanidad, en cierta forma protegida por el Estado de Bienestar imperante en Europa,  ya he indicado, que la Coalición de las Industrias Norteamericanas de Servicios declaró al U. S. Trade Representative, es decir, al embajador norteamericano responsable de las negociaciones en la OMC, lo siguiente: "Los sistemas públicos de sanidad en Europa nos impiden penetrar masivamente en ese mercado, y en consecuencia contamos con usted para que nos abra este sector. Apuntamos muy especialmente al mercado de los mayores de 65 años, pues consume por término medio cuatro veces más servicios de sanidad que el resto de la población". No son palabras textuales. (Susan George y Martín Wolf, La globalización liberal. A favor y en contra, 2003, Círculo de Lectores, Barcelona, págs. 49-50)

     Ahora, con la excusa de la austeridad, esas empresas han encontrado una puerta por donde "penetrar masivamente" en los servicios públicos; y, en el caso de la sanidad, han empezado por el "mercado de los mayores de 65 años". (Hospital de La Princesa)

     Hasta tal punto este sistema económico desprecia la democracia que, según la conocida politóloga francesa Susan George (Pongamos a la OMC en su sitio, 2002, Icaria editorial, Barcelona, págs. 76-77), debido a las disposiciones del artículo XXI, las decisiones que un gobierno tome en relación con el AGCS son prácticamente irreversibles. "Imaginemos -dice Susan George- el caso en que un gobierno compromete un servicio con resultados catastróficos (como ya ha sucedido en Gran Bretaña con el ferrocarril) y que posteriormente es sustituido por otro gobierno que desea enmendar la actuación del primero y retirar ese compromiso. A menos que todos los países miembros de la OMC que se consideren afectados estén de acuerdo, el gobierno ulterior deberá someterse a un arbitraje y estará maniatado si no propone liberalizaciones en otros sectores que satisfagan a sus socios comerciales".

     Sanidad como mercancía, solo podrá disfrutarla quien tenga dinero para comprarla: para mejor sanidad, mayor precio. En conclusión: tú vas a morir y yo voy a vivir porque soy más rico.

3 comentarios:

Lorenzo Garrido dijo...

Mucho me temo que terminarán consiguiéndolo, dejar una buena parte de la sociedad fuera de los servicios sanitarios.

J. Felipe dijo...

Basicamene, podríamos decir que se trata de eso. De no ser así es dificil creer que se pueda ser tan torpe para gestionar la crisis de la forma que se está haciendo. El, supuestamente, poderoso G8 en la primera reúnión tras la caída de Lehman Brothers hace ahora cuatro años, apuntó que "hay que reformar el capitalismo". Y, efectivamente, el capitalismos se ha reformado pero a la inversa de como apostaron, haciéndose aún mucho más fuerte.

A la vista de los acontecimientos la intención es la de privatizar todos los servicios públicos en beneficio de la indsutria privada. Es cierto que no será tan facil como puedan creerse los interesados si el poder adquisitivo de la gente sigue bajando, cada vez tenemos más desempleo, peores condiciones laborales -ese parece ser el objetivo y no otro de la supuesta también "competitividad"-, y un sinfín de etcéteras que pueden poner en duda el éxito de tan truculenta operación. Pero, si los resultados no son satisfactorios siempre quedará la sociedad orweliana como remedio. Una reducidísima clase dominante -totalitarismo-, una -algo más amplia-, clase trabajadora - esclavizada- y una clase marginal -miserable y mayoritaria-, con una economía de subsistencia, completamente al margen de la sociedad.

¿Hay quién dé más?

Un saludo.

Juliana Luisa dijo...

Desde mi punto de vista, todo depende de la actitud de los ciudadanos. Si me enfada la actitud de las élites, m´s me disgusta y preocupa la actitud de una parte importante de los ciudadanos. No sabemos o no estamos acostumbrados a vivir en en país democrático. Debimos de haber protestado cuando nos enteramos que los ciudadanos debían rescatar al sector financiero. Se está diciendo ahora, pero, a mi juicio, se debe hacer de forma más contundente.
No debo extenderme más.

Gracias por vuestras indicaciones.