El traslado de los talleres de producción de las empresas occidentales del sector textil a los países más pobres se inició en los años ochenta. En su mayoría estos talleres se instalaban en zonas especiales, denominadas "zonas de procesamiento de exportaciones" o "zonas industriales de exportación", zonas delimitadas en las que se produce solo para exportar y en las que, en ausencia de sindicatos, tanto adultos como niños, trabajan en condiciones de esclavitud y régimen policial.
Todo ello con el aplauso del Banco Mundial que, en algún caso, llegó a dar dinero para la creación de una de esas zonas (caso de Honduras). Según el Banco Mundial ello proporciona, además de considerables ganancias económicas a las grandes empresas occidentales, puestos de trabajo para el país donde se ubican estas zonas. El objetivo es el crecimiento económico, tanto en los países ricos como en los pobres. Un 6 % de crecimiento económico, llena de orgullo al gobierno de Bangladesh: el sector textil supone el 70 % de las exportaciones y el 17 % del PIB.
En todas las circunstancias, los integristas de mercado razonan de la misma manera. Conviene recordar que el Banco Central Europeo (BCE), en su boletín correspondiente al mes de agosto último (año 2012), aconsejaba a los países europeos -más que consejos eran obligaciones- "reducir el salario mínimo" y "relajar las leyes de protección laboral".
El sistema está obsesionado por la competitividad. Para aumentar el crecimiento económico hay que exportar, y para exportar hay que ser competitivos, no importan ni las personas ni el medio ambiente, solo el importa el Producto Interior Bruto (PIB). Todo lo anterior con el agrvante de que un mayor crecimiento económico solo en muy contadas excepciones lleva a un mayor bienestar de la población. (En este blog se han citado los gobiernos de Kerala y Butan). Para el sistema, el crecimiento económico es un fin en sí mismo, no un medio para mejorar la vida de las personas.
El sociólogo Enrique Martin Calvo ha indicado que la solución pasa por convertir la actual crisis, provocada por los mercados financieros, en una verdadera crisis del sistema; conversión que es de esperar que conduzca al nacimiento de un nuevo modelo de sociedad. Gil Calvo considera que, en estos momentos, esta solución es utópica porque requiere un cambio de mentalidad, que él considera algo lejana. Urge que esté confundido Gil Calvo y existan muchas personas que estén trabajando en este sentido.
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