Según los psicólogos, son muchos los factores que inciden sobre los niveles de corrupción, algunas facilitándola y, otros, debilitándola. Uno de las más importantes es el tipo de sociedad. En una sociedad en el que la ética está ausente de la economía y en la que, además, se ha convertido en mercancía toda actividad humana, en una sociedad cuyo sistema económico concibe el ser humano semejante a una máquina de calcular costes y beneficios buscando las máximas ganancias, no es extraño que florezca la corrupción. Los ciudadanos, contagiados por el sistema, tienden a considerarse a sí mismos como seres egoístas que buscan el beneficio propio por encima de cualquier otra consideración.
Un día o unos días antes del derrumbe del edificio de ocho plantas que, en Bangladesh, albergaba a varios talleres de confección de ropa, el inmueble fue objeto de inspección. ¿Quién sobornó a los inspectores? Basta un regalo entregado discretamente por un intermediario. Estamos rodeados por sobornos y corrupciones, en su mayoría protagonizados, precisamente, por aquellos que deberían servir de ejemplo.
No se trata solo de corruptos, es que el vigente sistema económico lleva en su interior la semilla de la corrupción. Una consecuencia de la ausencia de ética en la economía, lleva a la idea de que la economía debe funcionar sin ningún tipo de regulación, libre mercado. Por mucho que las empresas hablen de autorregulación y digan eso de "solo pensamos en usted", ¿quién puede creer que, en ausencia de leyes adecuadas, un determinado grupo social va a obrar en beneficio de la sociedad? A pesar de todos los intentos, son contadas las empresas que han aceptado cumplir con el código de Responsabilidad Social, que, en realidad, solo pide que se considere a los trabajadores como personas, no como mercancía que conviene comprar al menor precio posible; y que, en su actividad, tenga en cuenta el medioambiente.
Ahora atravesamos una profunda crisis cuyo origen se encuentra en un sector financiero no regulado, que ha llevado a cabo, en busca de mayores beneficios, operaciones no adecuadas. Y ¿cómo nuestro sistema económico está resolviendo el problema? Como lo ha resuelto en ocasiones anteriores: aplicando lo que llama programas de ajuste estructural, en esencia, programas de austeridad. Programas de austeridad porque consisten en obligar a los gobiernos a reducir su gasto, es decir, no solo suprimir todos los servicios públicos, sino también vendiendo todo lo que sea vendible.Programas que únicamente sufren el sector de la población con menor poder adquisitivo y cuida tocar a las grandes fortunas.
¿Hemos pensado, despacio, lo que eso significa?
2 comentarios:
Eso significa la vuelta al fascismo, ni más ni menos.
Hola Lorenzo:
Confío en que seamos capaces de encontrar una solución mejor.
Un saludo
Publicar un comentario