Esta “píldora para pensar” está relacionada
con otra dedicada a la gestión del agua en el municipio de Nápoles que publiqué
el18 de febrero de este año. En ambos casos, se trata de la gestión de un bien
común. El bien común, en este caso, es la cultura.
Todo surgió cuando el Ayuntamiento de Madrid distribuyó
unos folletos propagandísticos cuyo
título era “Construyendo cultura”
Como ya se ha en varias
ocasiones una muy importante característica del imperante sistema
económico-social es la conversión de todas las actividades humanas en
mercancía. La cultura, como el
conocimiento, se ha convertido en una mercancía, en un objeto de consumo, y
como tal consumo lleva implícito su correspondiente IVA. En este sistema, el ser humano ha sido reducido a la condición de hombre
unidimensional portador de intereses económicos como único horizonte de
realización personal.
No hay que confundir
democratizar la cultura con democracia cultural. En el primer caso, los
ciudadanos tienen la condición de espectador y consumidor En la democracia
cultural los ciudadanos son parte
activa, participan de forma activa en la actividad cultural.
En el blogs.elpais.com Alternativas,
Ruben Caravaca, dinamizador y comunicador cultural explica que, cuando Jorge
Díaz Castaño –concejal del distrito Centro-
impulsó el proyecto ciudadano “Construyendo
cultura” había realizado
simultáneamente una apuesta política y una apuesta de confianza. “La
posibilidad de que la ciudadanía cogestione
contenidos y recursos culturales es fruto de una confianza ganada, no
regalada (,,,) es una prueba de que la
ciudadanía sabe y puede gestionar directamente [un bien común]”. “El
Ayuntamiento solo da los pasos para que sea posible”.
Es lo mismo que hizo el alcalde de Nápoles con
el suministro del agua. Conviene recordar lo que dijo este alcalde y quizás,
sin darse cuenta, pensó Jorge Garcia Castaño:
“La sociedad está en una encrucijada: o bien vamos a una sociedad de
exclusión de los ciudadanos fuera del espacio público, o bien vamos hacia una
sociedad de plena participación activa en el gobierno de los comunes. No hay
una vía intermedia. Conviene romper con la posición de espera que hasta ahora
ha prevalecido”,
En el caso concreto de la
iniciativa “Construyendo cultura”, considero oportuno recordar un libro de
Erich Fromm, destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo, que, según
todos los estudiosos, ha ejercido una gran influencia en el pensamiento
contemporáneo, La
revolución de la esperanza. Hacia una tecnología humanizada (1970, México,
Fondo de Cultura Económica). En el prólogo Fromm indica que el tema central del
libro gira alrededor de “las alternativas a la deshumanización”. En el inicio
del primer capítulo (1970.13) indica: “Un espectro anda al acceso entre
nosotros y solo unos pocos lo han visto con claridad. (…) una sociedad completamente
mecanizada, dedicada a la máxima producción y al máximo consumo (…) el hombre mismo, bien alimentado y divertido,
aunque pasivo, apagado y poco sentimental, está siendo transformado en una
parte de la maquinaria total”. Para humanizar la, que él llama, “sociedad
tecnológica” menciona la necesidad de pasar, en todas las facetas de la vida, de una
actitud pasiva a una activa.
Por ejemplo, ¿se han dado
cuenta de la prevalencia del deporte como espectáculo, que las personas contemplan de forma pasiva? El sistema persigue la pasividad; pasividad
que, como ya ha dicho, lleva a la destrucción de la componente humana de los
ciudadanos. Para recuperar esa componente humana es necesario pasar de una actitud pasiva a una
activa; en el caso de la cultura, “construyendo cultura”.
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