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martes, 22 de marzo de 2016

Construyendo cultura



Esta “píldora para pensar” está relacionada con otra dedicada a la gestión del agua en el municipio de Nápoles que publiqué el18 de febrero de este año. En ambos casos, se trata de la gestión de un bien común. El bien común, en este caso, es la cultura.

Todo surgió cuando el Ayuntamiento de Madrid distribuyó  unos folletos propagandísticos cuyo título era “Construyendo cultura”

Como ya se ha en varias ocasiones una muy importante característica del imperante sistema económico-social es la conversión de todas las actividades humanas en mercancía.  La cultura, como el conocimiento, se ha convertido en una mercancía, en un objeto de consumo, y como tal consumo lleva implícito su correspondiente  IVA. En este sistema, el ser humano  ha sido reducido a la condición de hombre unidimensional portador de intereses económicos como único horizonte de realización personal. 

No hay que confundir democratizar la cultura con democracia cultural. En el primer caso, los ciudadanos tienen la condición de espectador y consumidor En la democracia cultural  los ciudadanos son parte activa, participan de forma activa en la actividad cultural.

En el blogs.elpais.com Alternativas, Ruben Caravaca, dinamizador y comunicador cultural explica que, cuando Jorge Díaz Castaño –concejal del distrito Centro-  impulsó el proyecto ciudadano  “Construyendo cultura”   había realizado simultáneamente una apuesta política y una apuesta de confianza. “La posibilidad de que la ciudadanía cogestione  contenidos y recursos culturales es fruto de una confianza ganada, no regalada (,,,)  es una prueba de que la ciudadanía sabe y puede gestionar directamente [un bien común]”. “El Ayuntamiento solo da los pasos para que sea posible”.

 Es lo mismo que hizo el alcalde de Nápoles con el suministro del agua. Conviene recordar lo que dijo este alcalde y quizás, sin darse cuenta, pensó Jorge Garcia Castaño:  “La sociedad está en una encrucijada: o bien vamos a una sociedad de exclusión de los ciudadanos fuera del espacio público, o bien vamos hacia una sociedad de plena participación activa en el gobierno de los comunes. No hay una vía intermedia. Conviene romper con la posición de espera que hasta ahora ha prevalecido”,

En el caso concreto de la iniciativa “Construyendo cultura”, considero oportuno recordar un libro de Erich Fromm, destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo, que, según todos los estudiosos, ha ejercido una gran influencia en el pensamiento contemporáneo,   La revolución de la esperanza. Hacia una tecnología humanizada (1970, México, Fondo de Cultura Económica). En el prólogo Fromm indica que el tema central del libro gira alrededor de “las alternativas a la deshumanización”. En el inicio del primer capítulo (1970.13) indica: “Un espectro anda al acceso entre nosotros y solo unos pocos lo han visto con claridad. (…) una sociedad completamente mecanizada, dedicada a la máxima producción y al máximo consumo (…)  el hombre mismo, bien alimentado y divertido, aunque pasivo, apagado y poco sentimental, está siendo transformado en una parte de la maquinaria total”. Para humanizar la, que él llama, “sociedad tecnológica” menciona la necesidad de pasar,  en todas las facetas de la vida, de una actitud pasiva a una activa.

Por ejemplo, ¿se han dado cuenta de la prevalencia del deporte como espectáculo, que  las personas contemplan de forma pasiva?   El sistema persigue la pasividad; pasividad que, como ya ha dicho, lleva a la destrucción de la componente humana de los ciudadanos. Para recuperar esa componente humana  es necesario pasar de una actitud pasiva a una activa;  en el caso de la cultura, “construyendo cultura”.

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