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lunes, 16 de septiembre de 2019

Periodismo y propaganda


El 4 de agosto de 2019 se publicó en el periódico El País un texto titulado “Puestos a salvar, salvemos el periodismo” en el que Jorge Marirrodriga indicaba que “se va apagándola llama de un oficio que durante más de un siglo creció en las democracias y las ayudó a crecer”. Y añadía: “ Lo que da le da sentido a este oficio: servir a la comunidad”.
Todo está muy bien. El problema es la propaganda que se realiza para satisfacer los intereses comerciales  de las empresas que, en muchos casos,  hacen posible la actividad periodística. Mediante la propaganda se intenta incrementar el consumo de un producto; esto se lleva a cabo a través de campañas publicitarias que se difunde en los medios de comunicación. 
¿Todas las campañas publicitarias  “sirven a la comunidad”, condición que, según Marirrodriga, dan sentido al oficio del periodismo?  Sin duda,  no siempre  “sirven a la sociedad”.  En su lugar propician la transformación de la práctica informativa en propaganda directa, en industria de la mentira.
José Vidal-Beneyto, filósofo, sociólogo y politólogo español, que fue socio fundador del periódico El País, en “Cuéntame un cuento/3”, una columna publicada el 16 de noviembre de 2008, reflexionaba, precisamente,  sobre “la transformación de la práctica informativa en propaganda”.
En esa columna, cita a Edward Bernays, sobrino de Freud, emigrado a EE. UU, que “aportó perfeccionamientos importantes a las técnicas publicitarias”, militante entusiasta de la propaganda.  Y señala tres ejemplos de campañas inspiradas u organizadas por él.
“La promovida por General Motors, Firestone y Standard Oil para acabar con los tranvías en las ciudades americanas y sustituir su transporte por autobuses y coches particulares. Con un éxito total. La que tuvo como objetivo que las mujeres pudieran fumar en público, instada y pagada por American Tabacco, que en menos de 18 meses  duplicó el uso del cigarrillo en EE. UU.; y la que puso en marcha la Oregonions Foods & Shelter Association oponiéndose a la limitación de los productos químicos en agricultura, que supuso desde el primer año para las sociedades Chevron Chemical Dupont y Western un aumento de más de 80% de sus beneficios. ¿Cuántos cánceres hay que apuntarle en el debe al señor Bernays por tan brillantes éxitos?”.
Porque, señala Vidal-Beneyto, “el marketing y sus técnicas no autorizan  el asesinato ni pueden justificar las matanzas”.
Y volviendo al tema de la propaganda en los medios de comunicación, ¿cómo es posible que periodistas, como  Marirrodriga, llamen a  “tratar de salvar al periodismo”, cuando los periodistas, después de informar sobre el número de personas que fallecen por la polución en las ciudades debidas a los coches,  dedican varias páginas a hacer propaganda de esos mismos coches . Es solo un ejemplo. Hay muchos más. ¿Dónde está la ética? Solo ella puede salvar al periodismo

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