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martes, 14 de enero de 2020

Repensando la economía liberal



Señala  el periodista Miguel A. Garcia Vega, en el artículo citado en la “entrada” anterior que  estamos en un cambio de era, debido al cambio climático.   El capitalismo, hoy, está poniendo en peligro la existencia de la vida en la Tierra. Entre los economistas que piden reformar el capitalismo, García Vega cita  a Joseph Stiglitz con su capitalismo progresista, Thomas  Piketty  con su socialismo participativo, Green New Deal  de Alexandra Ocasio-Cortez y  democracia económica de Joe Guiñan y Martin O´Neill.

Joseph Stiglitz indica, en su libro People, Power and Profits. Progressive capitalism for  an Age of Discontent: "La visión de que el Gogierno es el problema, no la solución, es un error. Al contrario. Muchos de los mayores desafios de nuestra sociedad, como el exceso de contaminación, la inestabilidad o la inequidad han sido creadas por los mercados [...]. Es posible canalizar el poder el poder de los mercados y ponerlo al servicio de la sociedad, [...] es necesario reconocer el papel crucial que desempeña el Gobierno para lograr que los mercados esté al servicio de la sociedad".  Este economista, Premio Nobel, menciona "la necesidad de mitigar el poder de los oligopolios y fortalecer el de los trabajadores" y exigir a los bancos rendir cuentas. En palabras de Garcia Vega, según Stiglitz, "debemos olvidar la fantasía neoliberal de que los mercados sin restricciones traerán properidad para todos". En un artículo, escrito por Stiglitz, que se puede leer en Internet, se indica: "Nos encontramos en esta situación porque olvidamos que la verdadera fuente de la riqueza de una nación es la creatividad y de la innovación de su gente".

El francés Thomas  Piketty propone que la propiedad se vuelva “temporal” y los “bienes y la fortuna circulen de forma permanente”. Plantea que los supermillonarios deberían estar sujetos a un tipo sobre el patrimonio de hasta el 90%, las empresas tendrían que manejarse en términos de cogestión (los trabajadores compartirían el poder) y los jóvenes a los 25 años recibirían algo parecido a una herencia de 120.000 euros. Para más detalles, se puede leer https://www.latercera.com/opinion/noticia/piketty-nuevo-socialismo/828520/.
 En el artículo citado, García Vega recoge la opinión de Carlos Martin, director del gabinete económico de Comisiones Obreras: “Los planteamientos de Stiglitz buscan reequilibrar la balanza, los de Piketty quieren cambiar la historia”. “El economista francés persigue redefinir el concepto básico del sistema capitalista: la propiedad privada. Aspira a transformarla haciéndola temporal, elevando su rotación. Aplica al capital las mismas recetas que éste le ha administrado al trabajo  durante la hegemonía neoliberal”. 


El Green New Deal (Nuevo Acuerdo Verde) de Alexandra Ocasio-Cortez es un ambicioso plan contra el cambio climático de la congresista más joven de Estados Unidos. Es una propuesta elaborada por ella y el senador demócrata Ed Markey para combatir el cambio climático al tiempo que promueve medidas para reducir la desigualdad económica en Estados Unidos.  Presentó un ambicioso –aunque ambiguo-  plan medioambiental hasta 2030 para frenar las emisiones contaminantes y propuso  una transformación en profundidad del  sistema económico norteamericano a través de una reducción drástica de los gases de efecto invernadero, la renovación de las infraestructuras y la apuesta por la eficiencia energética.  El programa presentado aspira a una movilización de recursos sin precedentes desde la II Guerra Mundial y  ha abierto cierto debate sobre el futuro de la economía, el papel de la sostenibilidad y el papel del sector público.  Hay quien piensa que en un contexto como el actual de bajo crecimiento y la alta desigualdad y con la amenaza del cambio climático sobre nuestras cabezas , la propuesta puede ser una oportunidad.

El nombre de “píldoras-para-pensar” que, inicialmente, asigné a las “entradas” a este blog, me indica que debo continuar  el tema de “repensar la economía liberal” . Continuaré en próximas “entradas”.

domingo, 12 de enero de 2020

Sobre la necesidad de repensar la economía liberal


“Es la hora de repensar la economía liberal. Cada vez más economistas piden reformar el capitalismo para que pueda resolver los problemas que él mismo ha generado” es el título de un artículo publicado en el suplemento Negocios de El País del 20 de octubre de 2019, firmado por Miguel Ángel García Vega, periodista especializado en información económica.
El artículo va encabezado por dos noticias. Una de ellas se refiere a la desigualdad en los países desarrollados, parámetro que, se indica, ha aumentado sustancialmente desde mediados de los años setenta en estos países y en una gráfica en la que se muestra cómo ha aumentado  el número de ricos en España desde 2008 a 2017.  La otra se refiere a la cantidad de dinero que las  empresas multinacionales  a paraísos fiscales o territorios de baja tributación, privando así a los países donde están instaladas   de los impuestos que les corresponden.
En el artículo  citado, García Vega escribe: “El mundo habita un gozne de tiempo que llevará al ser humano a un nuevo Renacimiento o a un neofeudalismo. De nosotros depende. Nuestra era barroca dominada por el gasto, los viajes, la inequidad y valorar todo en términos de posesión y dinero ha ido demasiado lejos. El capitalismo actual ha ido demasiado lejos. Está roto, fracturado y sus astillas despedidas como casquillos de bala sobre millones de personas.  […] En vez de prosperidad para todos ha traído bajos salarios, más trabajadores en la pobreza, crisis bancarias, la mayor desigualdad en la historia, populismo y las cenizas de la emergencia climática”.  […]  Y señala que incluso Ray Dalio, fundador del fondo especulativo más rentable del planeta, Bridgewater  Associates, aboga por la necesidad de modificar la forma como funciona, en la actualidad, el capitalismo. Ernesto Sábato escribió: “Hay que cambiar, y hacerlo antes de que llegue el fin”.
Desde luego, son expertos de todo tipo los que señalan la urgente necesidad de transformar  la economía (sobre todo por las implicaciones en el cambio climático y la necesidad de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible). 
 Garcia Vega recuerda que l novelista Kazuo Ishiguro durante la aceptación del Premio Nobel dijo: “Se han permitido que crezcan enormes desigualdades de riqueza y oportunidades. (…) Y los largos años de políticas de austeridad impuestas a la gente normal después del escandaloso crash de 2008 nos han llevado a un presente en el que proliferan las ideologías de extrema derecha y los nacionalismos tribales.   El racismo está aumentando otra vez, revolviéndose debajo de nuestras calles  civilizadas como el despertar de un monstruo enterrado”.
En varias ocasiones, García Vega señala la responsabilidad de la sociedad, que califica como “un gas inerte y vacío” y recordó   a Frederik Douglas (1818-1895), abolicionista estadounidense, que advirtió:  “El poder no da nada sin exigírselo. Nunca lo ha hecho y nunca lo hará”.  […] “ Hace falta tensar el discurso, sentir el dolor de los millones de personas y entender el planeta con la ambición de cambiarlo”.
Del mismo tema habla Antón Costa, catedrático de Política Económica en la Universidad de Barcelona, en un artículo, “ Otro capitalismo es posible” publicado en el suplemento Negocios de El País del 22 de diciembre de 2019. En ese artículo, Antón Costa indica: “El problema lo tenemos en la mala distribución de la renta y de la riqueza que se genera en el funcionamiento  de la economía, las empresas y los mercados”.  Según él “Aumento de la desigualdad, nuevos monopolios y macrocefalia financiera son tres rasgos definitorios de la economía actual”, algo que indica analiza, junto con Xosé Carlos Arias en La nueva piel del capitalismo.

lunes, 16 de diciembre de 2019

Ecocidio


En 1972, Olof Palme, en la inauguración de la Primera Conferencia sobre el Clima pronunció el término “ecocidio”, idea que en tiempos más reciente  ha empujado con fuerza la tristemente fallecida Polly Higgins, ya citada en este blog en màs de una ocasiòn. Y cuyo trabajo continúan varios profesores de la Universidad de Castilla la Mancha que han iniciado un proyecto de excelencia sobre Responsabilidad de las Multinacionales por Violaciones de Derechos Humanos  y al Medio Ambiente (REPMULT).  La crisis climática implica enormes retos para todos, sobre todo, para las grandes empresas. A ese respecto cabe preguntar si podemos esperar que en esta nueva etapa, anunciada por Business  Roundtable, Larry Fink o el Foro Económico Mundial, todas las empresas  acepten esa responsabilidad  por violaciones de derechos humanos y al medio ambiente. 
En la actualidad, son muchas las catástrofes ambientales (crímenes ambientales),  tristemente la mayor parte de ellos acompañadas  por muerte de activistas que se oponen a tales crímenes, que “llevan aparejadas la ignominia de la impunidad  nadie responde o se responde a través de compensaciones que por su cuantía y modo, resultan ignominiosas.  En no pocos casos las víctimas se ven sometidas a procesos largos y complejos, auténticos calvarios judiciales, que les producen una nueva victimización.  A poco que uno tenga algo desarrollado los sentidos ante la injusticia, esta circunstancia resulta especialmente deplorable  cuando las víctimas son las más desfavorecidas y los victimarios, las grandes multinacionales”.
Desde hace tiempo, la rama de la criminología,  creada en 1990, que implica el estudio de daños y crímenes ambientales, Green Criminology  nos advierte de que los países más necesitados de desarrollo ponen su legislación medioambiental al servicio de las grandes empresas. Se trata de una forma suicida de atraer inversiones, pero cuya injusticia   puede ser perpetuada a través del tratado de inversión firmada entre la empresa y el país”.  En su libro El club de la miseria. Qué falla en los países más pobres del mundo (segunda edición 20O9) Paul Collier, Director del Centro de Estudios Africanos en la Universidad de Oxford, indica que una “trampa” que mantiene estancado  a algunos países del “círculo de la pobreza”  son los recursos naturales.
Polly Higgins (nacida en 1968)  abogada, experta en derecho ambiental, trabajó con todos los medios a su alcance para  colocar el ecocido al lado del genocidio o de los crímenes de lesa humanidad en el núcleo  duro del derecho penal internacional.  En 2010, presentó  a las Naciones Unidas una propuesta de enmienda al Estatuto de Roma para incluir el ecocidio como un crimen internacional junto con el genocidio, los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.  
La propuesta de Polly Higgins "no es una quimera, sino el modo más razonable y efectivo de articular una obligación jurídica en toda regla que se asienta en el derecho internacional de los derechos humanos. Los Principios Rectores de Naciones Unidas consideran que los Estados están obligados asegurar que las empresas multinacionales bajo su control respetan los derechos humanos allí donde actúan, lo que implica la obligación de castigar penalmente las violaciones más graves. Nadie puede dudar que los grandes atentados contra el medio ambiente suponen un atentado contra los derechos humanos, con una dimensión colectiva o internacional, sino además intergeneracional”.
Los ciudadanos debemos exigir que “nuestros políticos emprendan cuanto antes la tarea de elaborar una Convención Internacional sobre el Delito de Ecocido. Como ocurre en el resto de los aspectos relativos al cambio climático, la pelota está en el tejado”.
Todo lo que, hasta ahora, se ha colocado entre corchetes, esta extraído de un artículo, Ecocidio, escrito por tres catedráticos de Derecho Penal y directores del proyecto de excelencia de Responsabilidad de las Multinacionales por Violaciones de Derechos Humanos y al Medio Ambiente, citado. En la correspondiente página web se indican que el “objetivo del proyecto de investigación es sentar las bases para una respuesta penal a las graves violaciones de los derechos humanos cometidos por las empresas multinacionales. Esta respuesta se orienta no solo a la sanción, sino también a la prevención y a la reparación del daño, en conformidad con lo indicado en los principios rectores y tomando como base la responsabilidad empresarial y la capacidad de autorregulación de estas organizaciones”.

jueves, 12 de diciembre de 2019

Responsabilidad Social de las Empresas (RSE)


Se entiende por Responsabilidad de la Empresa (RSE) –algunos prefieren decir  Responsabilidad Social Corporativa (RSC), al conjunto de comportamientos éticos de una empresa, relacionados con sus impactos sociales, medioambientales, laborales y derechos humanos. Una empresa socialmente responsable debe contar con gestores que, sin descuidar la búsqueda de beneficios económicos, tengan en cuenta el futuro a medio y largo plazo, es decir, que se preocupen por el planeta que van a dejar en herencia a sus hijos y nietos.
Es fácil apreciar la imposibilidad de que, en el contexto de un sistema económico  en el que se considera que la ética es una interferencia en el funcionamiento del mercado, las empresas no acepten ninguna responsabilidad social.
En general, las empresas piden que la RSE sea algo voluntario, argumentan que no se deba obligar a nadie a un comportamiento  ético. Curiosa separación entre ética y economía que no tiene lugar en la vida normal. ¿Acaso la actividad empresarial no es  una actividad  humana como cualquier otra?
¿Qué pensar de los crímenes ambientales de los que son culpables y su lucha para que no se consideren un crímenes contra la humanidad?
En el panorama actual del cambio climático y una insoportable desigualdad económica origen de disturbios  y protestas de todo tipo, la responsabilidad social está generando uno de los debates más acuciantes.
A ese respecto, es extremadamente importante la declaración de la Busines Roundtable, realizada en el verano de este año. La organización Busines Roundtable reúne a los presidentes ejecutivos de 181 de las mayores empresas de Estados Unidos, desde Amazon  hasta Xeros, pasando  por las mayores empresas de comercio minorista (Almart), tecnología (Apple), energía  (Exxon Mobil),  telecomunicaciones, automóvil (Ford), finanzas…  Se trata de compañías que cuentan  con más de 15 millones de empleados y unos ingresos anuales superiores a 7 billones de dólares.  En la citada declaración, esta organización indicó que las empresas, en lugar de pensar únicamente en los beneficios económicos,  política que mantienen desde hace veinte años,  deben pensar en el bienestar de todos los grupos de interés.
Por esa iniciativa o por cualquier otro motivo que desconozco, las empresas se están sintiendo obligadas a anunciar el cambio de algunos de sus comportamientos.  Larry Fink, director ejecutivo de BlackRock, el administrador de fondos más grande del mundo dijo a sus clientes que “solo haría negocios con empresas que beneficiaran a la sociedad de alguna manera”.
Otros multimillonarios estadounidenses, como Warren Buffet, Bill Gates o Ray Dalio  han hecho llamadas para reducir la desigualdad, “como si una voz de alerta estuviera murmurando a sus oídos que para salvar el capitalismo, hay que arreglarlo”.
El Foro Económico Mundial, más conocido como foro de Davos –que reúne a los más importantes líderes empresariales y políticos cada año en Suiza- publicó hace unos días el Manifiesto de Davos. Se trata de una declaración sobre los principios deberían seguir las compañías, muy parecida a la realizada por Business Roundtable.
Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del foro ha escrito: “Las empresas deberían pagar un porcentaje justo de impuestos, mostrar tolerancia cero frente a la corrupción,  respetar los derechos humanos en sus cadenas globales de suministro y defender la competencia en igualdad de condiciones”.  Señala que es necesario ajustar la remuneración de los ejecutivos, que desde la década de 1970 se ha disparado. Y añade que el fin último de las empresas debe ser “mejorar el estado del mundo”.  ¿Qué pretenden, en realidad?