En el boletín del Banco Central Europeo (BCE), que mencioné en la entrada anterior, se recomienda a los gobiernos adoptar políticas "valientes" que lleven adelante una serie de refomas estructurales: una de ellas, ya comentada, es la relacionada con el desempleo, la otra se refiere al sistema judicial: se exige a los gobiernos "reformar el sistema judicial y regulatorio para hacerlo más favorable a los negocios".
Para empezar se debe decir que la palabra "regulatorio" no aparece en el diccionario de la RAE, pero sí aparece el verbo "regular". "Regular" es, según ese diccionario, "ajustar, reglar o poner en orden una cosa (regular el tráfico); "ajustar el funcionamiento de un sistema a determinados fines"; "determinar las reglas o normas a que debe ajustarse una persona".
Pero, volviendo al texto del citado boletín, ¿se está diciendo que el sistema judicial no debe ser el mismo para todos los ciudadanos?. ¿Por qué y en qué sentido el sistema judicial tiene que ser más favorable a los negocios?
El origen de la recomendación del BCE se encuentra en los pilares en que se apoya el sistema económico y que hace que ética y economía incompatibles. Este sistema se apoya en el modelo sociológico de la "elección racional", según el cual, en las actividades de comprar y vender, el ser humano se comporta como una máquina de calcular. Fue fácil, mediante algoritmos más o menos sofisticados, deducir la marcha de la economía, que pasó a ser asimilada a las ciencias experimentales como la física y la química e hizo incompatibles ética y economía. La ética es cosa de los seres humanos, pero no de las leyes de la física
y la química: no se puede castigar a Newton porque una piedra caiga de un tecjado y mate a una persona (ley de la gravedad).
Esa es la razón por la cual el BCE exige un diferente tratamiento
judicial para los negocios.
Todo ese montaje no era, sin duda, inocente: estaba estructurado para beneficiar a determinados sectores de la sociedad. Para favorecer al mundo de los negocios, el sistema ha convertido en mercancía cualquier tipo de actividad humana.
Por ahora, no se ha podido (querido) cambiar nada, aunque, por una parte, se ha demostrado "matemáticamente" y por dos premios Nobel, que los mercados, que existen en la realidad, no cumplen ninguna de las condiciones previstas en la teoría, y, por otra, más tarde, que experimentos de la neurociencia demostraban, hasta la saciedad, que no es cierto que en las actividades de compra-venta el ser humano se comporte como una máquina de calcular.
El BCE como buen fundamentalista del mercado enfoca los problemas desde la perspetiva y la ideología de la comunidad financiera. Quizás sea esa la razón por la cual ni siquiera se la ha "pasado por la cabeza" el que las leyes de la física y la química no son inmutables: si en la realidad se observa un comportamiento no previsto por la teoría, tiene lugar un cambio de esas leyes (Cambio de paradigma). Puesto que, durante los últimos años, se ha observado que no se cumplen ninguna de las promesas del sistema, lo que debe hacerse es cambiarlo en aquellas partes que impiden que sea más justo y acorde con las características del ser humano y el planeta que habita.
De instituciones del calibre del FMI y el BCE sería de esperar que dejasen la ideología a un lado y tuvieran en cuenta los últimos adelantos en materia económica y, sobre todo, no fueran insensibles a todo el sufrimiento que, innecesariamente, están causando.
Es una lástima que tengamos que llegar a una crisis para que todos seamos conscientes de cómo funciona todo, cuales son las prioridades y dónde están las dianas.
2 comentarios:
Para mí un sistema es una herramienta, y como tal no puede castigarse, pero sí al que la destina a un mal fin. Precisamente por esto, sabiendo que los "negocios" están gestionados por seres humanos, no creo que apostar una ley más permisiva o favorable sirve de algo. Al contrario, dará todavía más margen para que la explotación y otro tipo de abusos sociales y medioambientales se incrementen.
Al menos las crisis sirven para que nos fijemos más, y ya se sabe que "más vale tarde que nunca".
Sin duda un sistema fiscal más favorable para los negocios solo servirá para más abusos de todo tipo.
Un saludo
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