"No existe peor crimen que negar oportunidades a aquellos que, en principio, tienen toda la vida por delante, una biografía por construir. De hecho algunos de los logros más nobles de los humanos surgieron de intentar derribar barreras que obstaculizaban el libre desarrollo de las personas para conseguir que el largo camino que conduce de la cuna a la tumba sea independiente del origen social, el sexo o la raza. Muchas, aunque no todas ni en todas partes, de estas barreras han sido o están siendo abolidas". Así empezaba un artículo escrito por José Manuel Sánchez Ron, miembro de la Real Academia Española y catedrático de Historia de la Ciencia en la Universidad Autónoma de Madrid.
El título del artículo era Asesinos del futuro y se refería a las consecuencias que, para nuestros descendientes, podía tener el cambio climático. Fue escrito antes de que se iniciara la crisis que estamos sufriendo. Y lo menciono ahora porque para hacer frente a esa crisis algunos gobiernos están obstaculizando "el libre desarrollo" de algunas personas, no futuras, sino presentes.
Ya sabemos cómo empezó todo. Empezó por la avaricia y la ambición de una élite privilegiada, que desconoce el significado de la palabra "ética" y continuó porque las instituciones internacionales -pilares del vigente sistema económico- decretaron que tenían que ser los ciudadanos los que sacasen a esas élites del hoyo en que habían caído. En palabras de Martin Wolf, "no nos gusta que un gran número de bancos se derrumbe. Para quien cree en la economía de mercado...".
¿Cómo se podía llevar a cabo ese "rescate"? Practicando a virtud de la austeridad. ¿Todos los ciudadanos? No, solo las clases medias y bajas. (En realidad, esa política -ajuste estructural- ya se había empezado a practicar en los países llamados del Tercer Mundo, aunque, en general, entretenidos con otros quehaceres, en Occidente no nos dimos cuenta de sus consecuencias. Véanse algunas de las primeras entradas de este blog).
En resumen. ¿Qué se está haciendo, por ejemplo, con los niños que van a la escuela -una escuela sin los necesarios recursos materiales y humanos- con hambre y cuyos padres tienen que acudir a la ayuda de la Cruz Roja u organizaciones análogas para poder subsistir o con los jóvenes que tenían puestas todas sus ilusiones en ir a la universidad y que han tenido que olvidar tal pretensión porque sus padres no pueden pagar las correspondientes tasas o con los jóvenes que no pueden conseguir una vida independiente porque no encuentran empleo? ¿Qué se está haciendo con los derechos humanos básicos: derecho a la alimentación, derecho la educación y derecho a la sanidad?
Es digno de resaltar la circunstancia de que todo eso está teniendo lugar en países democráticos en cuyas Constituciones, de una u otra manera, se habla del "gobierno del pueblo".
Como ciudadana de uno de esos países, termino con las palabras con que Sánchez Ron terminaba su artículo: "me duele de forma casi insoportable. (...) De hecho, sufro incluso más por la indignidad del comportamiento criminal del que participo. Seré recordado, ay, como miembro de una tribu global de asesinos".
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