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domingo, 20 de enero de 2013

El ser humano y la máquina

     Los libros de Erich Fromm, destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo, fallecido en 1980, han ejercido, según todos los estudiosos, una gran influencia en el pensamiento contemporáneo. En uno de ellos, La revolución de la esperanza, analiza los rasgos esenciales de nuestra sociedad tecnológica y el peligro de que el ser humano se convierta en una simple prolongación de la máquina: "una sociedad completamente mecanizada, dedicada a la máxima producción y el máximo consumo".  En esta sociedad -dice Fromm- "el hombre mismo, bien alimentado y divertido, aunque pasivo, apagado y poco sentimental, está siendo transformado en una parte de la maquinaria".

     Para describir las consecuencias a que lleva esta sociedad, Fromm cita a Zbignew Crzezinsky, nacido en 1928, consejero internacional de algunas empresas multinacionales estadounidenses, asesor de varios presidentes de Estados Unidos, fundador de la Comisión Trilateral y, en varias ocasiones, conferenciante en el Club Belderger. Según Fromm, Zbignew Crzezinsky escribió en 1968:

     "En la sociedad tecnetrónica, el rumbo parece que lo marcará la suma del apoyo individual de millones de ciudadanos incoordinados que caerá fácilmente dentro del radio de acción de personalidades magnéticas y atractivas, quienes explotarán de modo efectivo las técnicas más recientes de comunicación para manipular las emociones y controlar la razón".

     Para Erich Fromm lo más escandaloso, lo más abominable de esta descripción es que, según ella, nos intentan convencer con todas  "las técnicas  más recientes  de comunicación, que, por encima de nuestras potencialidades como seres humanos, no tenemos más fines que producir y consumir más y más. "¿Cómo llegó el hombre, en la cúspide de su victoria sobre la naturaleza, a ser prisionero de su propia creación y a estar en grave peligro de destruirse a sí mismo?".

      Erich Fromm afirma que "poseemos un sistema económico que funciona bien a condición de que produzcamos cosas que nos amenazan con la destrucción física, de que transformemos al individuo en un cabal consumidor pasivo para así acabar con él, y que hayamos creado una burocracia que haga sentirse impotente el individuo".

     Ante este panorama, Fromm se pone del lado de quienes indican que "existe la posibilidad de que la sociedad deshumanizada no triunfe, si "un número creciente de personas llegara a percatarse plenamente de la amenaza que el mundo tecnológico plantea a la vida personal y espiritual del hombre, y si ellas determinaran afirmar su libertad trastocando el curso de esta evolución". (Son palabras de Jacques Ellul en su obra Tecnological Society).

     Hoy termino aquí, haciendo votos para que un número creciente de personas se decidan a resistir a quienes pretenden que nos sintamos impotentes a la hora de intentar cambiar un sistema económico que, en esta crisis, se ha manifestado más inhumano y más injusto de lo que pensaba  Erich Fromm. Tan inhumano e injusto que, por ejemplo, no solo ha concedido una libertad sin límites al sector financiero, sino que, además, tiene establecido que los errores cometidos por este sector sean pagados por los ciudadanos más pobres, convirtiendo sus derechos (derechos humanos) en mercancías, de que las que no podrán disfrutar porque no tienen dinero para comprarlas.
 
     NOTA. Para mejor  conocer el alcance de las palabras de Zbignew Crzezinsky conviene conocer cómo trabajan y cuáles son los objetivos de la Comisión Trilateral y el Club Bilderger.

7 comentarios:

J. Felipe dijo...

Creo Juliana que el conjunto de la sociedad ha acabado siendo víctima de su propio ego, de su propia vanidad y de su propia avaricia. Eso sí, que duda cabe, que empujada deliberadamente a ello por quienes, ciegos por el poder, se han creido en un plano superior al del resto de los mortales.

Con respecto al Club Bilderger, la Comisión, etc. hombre yo no soy de estos de teorías conspirativas y esas cosas pero si se le diera más publicidad a este tipo de reuniones no daría lugar a ello.

Un saludo.
Nota: Con respecto al artículo anterior no me refería al gobierno español -es obvio que va de la mano con las grandes compañías-, si no, en general, a otros casos que puedan darse en el mundo.

mar dijo...

Fromm, lo tenía muy claro, el hombre destruye todo aquello que ama, al igual que Jesús.

Arcadio R.C. dijo...

Sin estar en contra de tu magnífico artículo me gustaría llamarte la atención sobre el hecho de que durante siglos, con medios tecnológicos tan elementales como la voz de sus predicadores y un púlpito en cada aldea, la Iglesia manipuló las mentes, la vida y los modos de toda la población europea. Para capturar la libertad solo se necesita propagar la ignorancia y controlar el poder. Los nuevos medios de comunicación y las “máquinas” poco nuevo añaden. Hoy, con ellas, la capacidad crítica de la población media, por tanto, su libertad, es infinitamente mayor que en cualquier otra época histórica.
Gracias por una excelente entrada, de las que hacen pensar. Saludos.

Juliana Luisa dijo...

Aunque, en apariencia, dispares, comparto los puntos de vista de J. Felipe y Arcadio. Dos aportaciones muy interesantes.

Estoy de acuerdo con el papel de la iglesia a lo largo de la historia, estoy de acuerdo con que la capacidad crítica de la población media es ahora mayor que en cualquier otra época histórica, pero me refiero al lapso de tiempo en que el ser humano creyó que era dios, que todo lo podía bajo, cuando la sociedad se vuelve materialista, cuando aparece un modelo ideológico basado en la libertad intelectual y el desarrollo delconocimiento emancipado de la iglesia. Me refería a dos movimientos asociados: el mercantilismo y la revolución industrial.

De los adelantos de la revolución -o mejor revoluciones- sólo se han beneficiado unos pocos, que convencieron a los trabajadores que la felicidad estaba en consumir.

Agradezco a Mar su contribución, pero lamento decir que no llego a entender de que el "hombre destruye lo que ama". De veras, lo lamento.

Muchas gracias a los tres. Un saludo

Nota. Tampoco creo mucho en conspiraciones, pero da que pensar el que sean secretas y en ellas sólo puedan participar un determinado sector de la sociedad.

Óscar Gartei dijo...

Todo se reduce al temible riesgo de perdernos por el camino. Perder la inocencia, la alegría, la felicidad... y cambiarlas por consumo innecesario, contaminación, preocupaciones, estrés, etc. No somos máquinas en el sentido estricto de la palabra, pero sí somos "mecanismos", aunque muy diferentes de los ordenadores o las cadenas de montaje. Lo único que marca la diferencia es que sentimos y sabemos que esto no nos traerá nada bueno.

Juliana Luisa dijo...

Elemento Cero ¿Oscar?

No hace falta decir que estoy totalmente de acuerdo con lo que indicas. ¿Seremos capaces de aprovechar la diferencia que indicas (sentimos y sabemos que esto no nos traerá nada nuevo) para cambiar el rumbo de las cosas?

Un saludo

mar dijo...

gracias por tu contestación, espero que nunca tengas que darme la razón...besotes