Vivimos en un mundo nada acogedor, violento, en donde, sobre
todo, las élites ignoran el significado de las palabras solidaridad y empatía.
Luis Rojas Marcos, profesor de Psiquiatría en la New York
University, es autor de un libro que
mereció el Premio Espasa Ensayo 1995,
titulado Las semillas de la
violencia. En ese libro, Rojas Marcos (1995:13) dice: “Es evidente que un grupo
reducido de la población lo forman hombres y mujeres envidiosos, vengativos, psicópatas,
tiranos, violadores y asesino. Pero, a pesar de ello, no haría justicia a la
realidad humana si no recordara al lector un hecho tan reconfortante como
cierto: la inmensa mayoría de las personas son compasivas, tolerantes y
abnegadas. La prueba es que perduramos”.
“Acusar a toda la especie humana por los terribles excesos
cometidos por una clara minoría es erróneo e injusto. Todos nacemos con la
capacidad para la compasión, la generosidad, la abnegación y la empatía”.
Este profesor, analizando los factores que contribuyen al
talante violento, señala que “el crimen florece allí donde reina el
desequilibrio entre aspiraciones y oportunidades o existen marcadas
desigualdades económicas”, y recuerda a Erich Fromm cuando dice que “los
hombres y las mujeres no pueden vivir como un mero objeto, y sufren intensamente
cuando se ven reducidos a una máquina que simplemente come y propaga, aunque
tengan toda la seguridad que desean”.
Rojas Marcos da una gran importancia a la cultura; “en el
fondo, la cultura tiene un aspecto divino y otro diabólico”. Y añade
(1995:217): “Por último cuando examinamos las comunidades en crisis como
consecuencia de la violencia entre las personas, se hace obvia la necesidad de
intervenciones que hagan frente con energía a los problemas fundamentales de
infraestructura social y económica. Es prioritario adoptar medidas contra la
pobreza, el desempleo, las grandes desigualdades económicas, la disparidad entre
las apetencias que fomentan el consumismo y las posibilidades reales para
alcanzarlas, el fácil acceso a las armas y la marginación de grupos
minoritarios”. Aplicando estas consideraciones al presente, debemos afirmar que
el vigente sistema económico-social posee todos los ingredientes que facilitan
la violencia entre las personas: su objetivo último es el crecimiento
económico, lo que lleva implícito un fomento del consumismo, conduce a una
creciente desigualdad económica, no le preocupa la pobreza, fomenta la
marginación de grupos minoritarios y predica la privatización de la educación y
la sanidad. A pesar de ello, han crecido espectacularmente el número de
organizaciones no gubernamentales y empresas sociales que ponen de manifiesto
que, como dice Rojas Marcos, “la bondad, la composición, la generosidad y la
empatía brotan en el ser humano con una extraordinaria facilidad y con un
mínimo estímulo”.
Según el Diccionario de
la Lengua Española, “civilización” es el ‘conjunto de costumbres, saberes y
artes propio de una sociedad humana’. Debemos reconocer que en los últimos años
hemos retrocedido mucho en el proceso de humanización, somos menos civilizados.
Para terminar, copio, a continuación, el último párrafo del libro de Rojas Marcos: "Porque la fuerza vital que hoy nos impulsa, en el fondo, es la misma que en 1945 reconoció en los seres humanos Ana Frank, la niña judía de quince años que poco antes de ser descubierta por los nazis en el ático que usaba de escondite en Amsterdam y en vísperas de morir en el campo de concentración de Berger-Belsen, plasmó en su raído diario de tapas a cuadros: A pesar de todo, creo que la gente es realmente buena en su corazón.
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