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lunes, 11 de septiembre de 2017

Civilización



Vivimos en un mundo nada acogedor, violento, en donde, sobre todo, las élites ignoran el significado de las palabras solidaridad y empatía.
Luis Rojas Marcos, profesor de Psiquiatría en la New York University,  es autor de un libro que mereció el Premio Espasa Ensayo 1995,  titulado Las semillas de la violencia. En ese libro, Rojas Marcos (1995:13) dice: “Es evidente que un grupo reducido de la población lo forman hombres y mujeres envidiosos, vengativos, psicópatas, tiranos, violadores y asesino. Pero, a pesar de ello, no haría justicia a la realidad humana si no recordara al lector un hecho tan reconfortante como cierto: la inmensa mayoría de las personas son compasivas, tolerantes y abnegadas. La prueba es que perduramos”. 
“Acusar a toda la especie humana por los terribles excesos cometidos por una clara minoría es erróneo e injusto. Todos nacemos con la capacidad para la compasión, la generosidad, la abnegación y la empatía”.
Este profesor, analizando los factores que contribuyen al talante violento, señala que “el crimen florece allí donde reina el desequilibrio entre aspiraciones y oportunidades o existen marcadas desigualdades económicas”, y recuerda a Erich Fromm cuando dice que “los hombres y las mujeres no pueden vivir como un mero objeto, y sufren intensamente cuando se ven reducidos a una máquina que simplemente come y propaga, aunque tengan toda la seguridad que desean”.
Rojas Marcos da una gran importancia a la cultura; “en el fondo, la cultura tiene un aspecto divino y otro diabólico”. Y añade (1995:217): “Por último cuando examinamos las comunidades en crisis como consecuencia de la violencia entre las personas, se hace obvia la necesidad de intervenciones que hagan frente con energía a los problemas fundamentales de infraestructura social y económica. Es prioritario adoptar medidas contra la pobreza, el desempleo, las grandes desigualdades económicas, la disparidad entre las apetencias que fomentan el consumismo y las posibilidades reales para alcanzarlas, el fácil acceso a las armas y la marginación de grupos minoritarios”. Aplicando estas consideraciones al presente, debemos afirmar que el vigente sistema económico-social posee todos los ingredientes que facilitan la violencia entre las personas: su objetivo último es el crecimiento económico, lo que lleva implícito un fomento del consumismo, conduce a una creciente desigualdad económica, no le preocupa la pobreza, fomenta la marginación de grupos minoritarios y predica la privatización de la educación y la sanidad. A pesar de ello, han crecido espectacularmente el número de organizaciones no gubernamentales y empresas sociales que ponen de manifiesto que, como dice Rojas Marcos, “la bondad, la composición, la generosidad y la empatía brotan en el ser humano con una extraordinaria facilidad y con un mínimo estímulo”.  
Según el Diccionario de la Lengua Española, “civilización” es el ‘conjunto de costumbres, saberes y artes propio de una sociedad humana’. Debemos reconocer que en los últimos años hemos retrocedido mucho en el proceso de humanización, somos menos civilizados.
Para  terminar, copio, a continuación, el último párrafo del libro de Rojas Marcos: "Porque la fuerza vital que hoy nos impulsa, en el fondo, es la misma que en 1945 reconoció en los seres humanos Ana Frank, la niña judía de quince años que poco antes de ser descubierta por los nazis en el ático que usaba de escondite en Amsterdam y en vísperas de morir en el campo de concentración de Berger-Belsen, plasmó en su raído diario de tapas a cuadros: A pesar de todo, creo que la gente es realmente buena en su corazón.

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