Fue en la década de 1970 cuando empezó a pensarse en la
necesidad de reformar el Estatuto de Roma con el objetivo de incluir, entre los
crímenes contra la humanidad, las acciones que causan graves destrozos en el
planeta Tierra (nave espacial Tierra) que habitamos. Se denomina "ecocidio" a cualquier destrucción del
ecosistema a base de esquilmar y dejar exhausto hasta el último de los recursos
naturales con fines económicos, poniendo, incluso, en peligro la supervivencia de la
humanidad.
El problema ha alcanzado tales dimensiones que han tenido
lugar Congresos Internacionales en los que juristas y experto han señalado la
necesidad de crear un Tribunal de Justicia Universal que castigue los delitos contra el medio ambiente. También
se han organizado cursos de verano sobre este tema para concienciar a la
población.
El hecho es que urge incluir los ecocidios en el sistema de
Justicia Universal, pues las grandes empresas transnacionales y los políticos
están destruyendo los que es nuestro hogar, el planeta Tierra.
Hace unos días, una ONG señaló que importantes empresas
textiles tienen claros vínculos con las fábricas de viscosa en Asia, que
provocan una contaminación devastadora del agua, a pesar de que se puede fabricar
este tejido de forma no contaminante.
Varios científicos y onegés han denunciado la tala de árboles
que está destruyendo el bosque de Bralowieza (Polonia), Patrimonio de la
Humanidad de la UNESCO, con el beneplácito del gobierno. La venta de madera
tiene fines lucrativos. Lo único que se
interpone entre los árboles y las taladoras es la voz de la gente. Sin embargo,
el gobierno polaco ha ignorado todas las peticiones para salvar el bosque,
incluso la orden de la Comisión Europea. La tala de árboles está haciendo que
desaparezca el Amazonas, uno de los más importantes pulmones de planeta.
El País de 23 de enero de 2016 de 2016, se
publicó un artículo, “Ecocidio en Cancún”, escrito por el embajador del Pacto
Climático Global de Ciudades y director para América Latina de la Nucler Age
Peace Foundatiñon, Ruben D. Arvizu, describe el ecocidio que estaba teniendo
lugar en México con “el apoyo y la conformidad de las autoridades”, sin atender
la petición de multitud de ciudadanos que trataron de detener que se cometiera
tal crimen. El crimen consistía en destruir
la vibrante y llena de vida ciégana de manglares de Tajamar; un área que es
–era- de gran importancia no solo por la flora y la fauna que hasta hace unos
días existían allí, sino también como una zona de amortiguamiento para los
huracanes. El diario mexicano El
Economista ha publicado la lista de empresas y particulares, entre ellos el
Ayuntamiento, quienes reclaman la propiedad de ese espacio natural.
Luis Manuel Ruiz, escritor, es autor de una columna
periodística, “Ecocidio”, publicada en El
País del 2 de enero de 20011, en la que cita lo ocurrido en la isla de Pascua,
y señala que vamos camino de que se
repita lo que sucedió a los polinesios, pero a nivel mucho mayor porque el tamaño del
planeta Tierra es varias veces el de la isla de Pascua.
Luis Manuel Ruiz coincide con lo que escribió el profesor de Sociología, Enrique Gil Calvo.
Ambos analizan lo ocurrido en la isla de Pascua y señalan el paralelismo con lo
que está sucediendo en la actualidad. En
la actualidad, el problema reside en un sistema económico que coloca en el
consumo masivo de bienes su fin primordial (crecimiento económico) y que
sacrifica todas las ventajas futuras al presente del beneficio económico. Ruiz
indica que “a estas alturas de la película, todos somos conscientes del peligro
que se abate sobre nosotros debido al deterioro continuado a que la industria
somete al entorno natural”. El capitalismo es una “criatura esquizofrénica”: se
nos dice que el consumo indiscriminado es pernicioso para el mundo y a la vez
que sólo el consumo y el rescate de confianza nos sacarán de una de las peores
crisis económicas que recordamos”.
Sin duda el problema es mucho más importante de lo que
parece: nos conduce directamente al precipicio.
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