“La agonía democrática” es el título de un artículo de
Antonio Navalón publicado en El País, del
11 de diciembre último. En el primer párrafo, Antonio Navalón escribe: “La
voluntad popular está por encima de cualquier otra consideración. Elegimos a
uno, aunque normalmente no permitimos que nos dirija, pero lo elegimos. Ninguno
es superior a nosotros y juntos siempre somos superiores a cualquiera de
ellos”. Y, más tarde, añade: “Tal vez ahora, en uno de esos retrocesos que tiene
la historia, es necesaria otra manera de estructurar el poder. […] Ante la pérdida de los valores morales y la
crisis permanente por no actuar conforme a los principios fundamentales de la
organización de los pueblos, las democracias van empequeñeciéndose y
engendrando legiones de frustrados que juegan a disparar sobre las urnas”. […] Hoy
la democracia agoniza en gran parte del mundo. Y mientras tanto una pregunta
sigue en el aire: ¿Qué o quiénes la salvarán de su sufrimiento?”.
Desde mi punto de vista, agoniza secuestrada por los que
llamamos “mercados”: lobbies y sector
financiero.
Puesto que nadie duda de la existencia de una conexión entre
la idea de justicia y la democracia, no
es de extrañar que, en su libro La idea de la justicia Amartya Sen dedique los capítulos finales al
tema de la democracia. Ya en el prefacio Amartya señala: “La democracia debe juzgarse
no solo por las instituciones formalmente existentes sino también por el punto
hasta el cual pueden ser realmente escuchadas voces diferentes de sectores
distintos del pueblo”.
En uno de los citados capítulos (2010:353) indica: “Al
ponderar los pros y los contras de la democracia, tenemos que otorgar un adecuado
reconocimiento a la atracción del gobierno participativo que ha aparecido y reaparecido
con cierta consistencia en diferentes partes del mundo”. […], “en la filosofía
política contemporánea ha ganado amplia aceptación la idea de que la democracia
se entiende mejor como el gobierno por
discusión. Esta frase fue probablemente acuñada por Walter Bagehot, pero es
la obra de John Stuart Mill la que ha tenido un papel clave en la comprensión y
en la defensa de esta perspectiva”. […] En efecto, ha habido un gran desplazamiento en
la concepción de la democracia a resulta de la obra de Rawls y Habermas, y de
una vasta bibliografía reciente sobre esta temática, que incluye aportes de
Bruce Ackerman, Seyla Benhabib, Joshua Cohen y Ronald Dworkin, entre otros. Una
interpretación similar de la democracia también puede hallarse en los escritos
de James Buchanan, el teórico pionero de la elección
pública”. (Recuérdese las investigaciones de la Premio Nobel de Economía
Elinor Ostrom acerca de la gestión de los bienes comunes)
Dos hechos facilitan el ejercicio, en la actualidad, de una democracia
participativa o por consenso: las técnicas de la información y la comunicación
y el descubrimiento de la sabiduría de las multitudes.
¿Qué o quiénes salvarán a la democracia de su sufrimiento? A
pesar de las “legiones de frustrados que juegan a disparar sobre las urnas”,
que indica Navalón, solo los ciudadanos pueden (y deben) salvar a la democracia de su sufrimiento.
2 comentarios:
La democracia necesita de una comunicación libre. Toda dictadura comienza por la toma de los medios de comunicación y eso es precisamente lo que han hecho y están haciendo los poderes fácticos de este país.
Totalmente de acuerdo. Los ciudadanos deben estas bien informados, condición imprescindible para estar bien formados.
Un saludo
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