Las masas forestales, entre otras múltiples funciones,
retienen y filtran el agua de lluvia, recargando los acuíferos con agua limpia;
disminuyen la erosión del suelo al reducir la velocidad el agua; en el proceso de
fotosíntesis, absorben el dióxido de carbono –culpable del cambio climático- y
expulsan oxígeno; en él viven una gran variedad de seres vivos: los bosques
constituyen un gran reserva de la biodiversidad. Los bosques son un bien común de la
Humanidad: son de todos, pero no pertenecen a nadie. A pesar de lo cual, el vigente
sistema económico ha convertido, no solo los bosques, sino todos los bienes
comunes de la Humanidad en mercancías, a pesar de que, sobre todo desde que Hardin
publicó su Tragedia de los comunes, se
sabe que ello supone la desaparición de esos bienes: por una parte, las grandes
empresas utilizan estos bienes en busca de las máximas ganancias económicas
posibles y, por otra, los Gobiernos, por distintos motivos, no saben o no
quieren enfrentarse a ellas. La Premio Nobel de Economía, Elinor Ostrom, ha puesto
de manifiesto la forma cómo deben
gestionarse esas bienes para evitar su desaparición, es decir, dejarlos a las
generaciones futuras.
Comento todo lo anterior, porque he leído (eldiario.es del 25 de mayo
de 2017) un trabajo periodístico titulado “El último gran bosque virgen de
Europa está al borde del colapso”. Dos
cosas: primero, se habla del “último gran bosque de Europa” y, segundo, se dice
que está “al borde del colapso”.
Resumo, a continuación, algunos párrafos de ese trabajo.
Científicos y
ecologistas acusan al gobierno polaco de llevar el ecosistema del bosque de
Białowieża a un punto sin retorno: “un
nuevo plan forestal ha permitido que se triplique la tala y se levante la
prohibición de talar las zonas vírgenes del bosque”. Todo ello, a pesar de que ese espacio se
había declarado Patrimonio de la Humanidad
por la Unesco. “Alberga unas 1.070 especies de plantas vasculares, 4.000
especies de hongos, más de 10.000 especies de insectos, 180 especies de aves en
reproducción y 58 especies de mamíferos, incluyendo muchas especies están en
peligro de extinción”. “No habrá dinero
en el universo capaz de recuperarlo", afirma el profesor Tomasz
Wesołowski, un biólogo forestal de la Universidad de Breslavia que ha dirigido
trabajos de campo en Białowieża en los últimos 43 años. “Cada vez que se tala
un árbol, estamos más cerca de ese punto sin retorno". En recientes
visitas al bosque, the Guardian encontró evidencia de tala generalizada de
árboles. “Algunos de los árboles talados, con los troncos marcados para la
distribución comercial, parecían tener más de 100 años. No les importan los
árboles, sólo les importa la madera", afirma Adam Wajrak, un experimentado
activista medioambiental. “La industria
maderera cree que el bosque existe para servirla, y no al revés".
No
es este el único trabajo periodístico dedicado a este tema. El 2 de agosto de
2017, La Vanguardia publicó una
noticia en la que se indica que “el pasado 28 de
julio, la Corte Europea emitió una decisión preliminar que ordena paralizar la
tala en el bosque primario de Bialowieza, Patrimonio de la Unesco”; que “el
Gobierno polaco defiende la tala selectiva en este bosque primario para frenar el avance de la plaga de escarabajo”;
que “las organizaciones ecologistas polacas aseguran que la plaga de escarabajo
es solo un pretexto para favorecer la actividad maderera”; y que “las
organizaciones presentes en Bialowieza han denunciado que los troncos de los
árboles talados infectados por la plaga de escarabajo no se han retirado del
bosque, lo que hace cuestionar que la verdadera razón de las talas sea la de
luchar contra este insecto, como sostiene el Ejecutivo”.
Multitud de
ciudadanos están intentando detener la tala, apoyados por distintas
organizaciones europeas.Todos están intentando que se cometa lo que, en realidad,
es un “robo a las generaciones futuras".
No hay comentarios:
Publicar un comentario