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viernes, 8 de febrero de 2019

Salario mínimo interprofesional


¿Qué se entiende por salario mínimo interprofesional? El SMI es la cuantía retributiva mínima que recibe un trabajador referida a la jornada legal de trabajo, sin distinción de sexo o edad del trabajador, sea fijo, eventual o temporero.
En España, durante la última década el SMI ha estado entre 630 euros y 650 euros, pero recientemente, se ha elevado a 900 euros, lo que representa un incremento del 22,3 por ciento respecto al pasado año 2018.
Ante este anuncio, el Banco de España dijo que ese aumento del salario mínimo interprofesional no puede ayudar a corregir la desigualdad y alerta de que el incremento del SMI puede provocar la pérdida de empleo de alguno de los trabajadores con sueldos que antes estaban por debajo de los 900 euros. Ello significa unos 125.000 puestos de trabajo destruidos. De acuerdo con el Banco eso supone un aumento de la desigualdad.
El análisis del supervisor recopila la literatura existente, y basándose en ella, apunta que “no está claro que un incremento del sueldo mínimo legal reduzca la pobreza. Principalmente, porque tiene un efecto negativo sobre el empleo, reduce el número de horas trabajadas y puede tener consecuencias incluso al cabo de un lustro porque cambia la forma en que los empresarios organizan su mano de obra”. (“El Banco de España dice que el subir el salario mínimo no ayudará a las rentas bajas”. (El País, 1 de febrero de 2019)
Al mismo tiempo, el BBVA sostiene que “el notable incremento del salario mínimo puede condicionar la evolución de la economía y del empleo. Las estimaciones de esta entidad coinciden, en líneas generales, con las indicadas por el Banco de España. (“El BBVA prevé que la economía solo se ralentizará una décima este año”. (El País, 7 de febrero de 2019)
Algo parecido, indica la agencia de calificación Moody’s, con la salvedad de que, según ella, los posibles efectos perjudiciales de la subida del salario mínimo se verán compensados por un aumento del PIB, debido a que los trabajadores afectados  al tener más dinero consumirán más. (El PIB es el parámetro utilizado para medir el crecimiento económico, ídolo del vigente sistema económico que solo conduce a una mayor riqueza de los ricos).
En un trabajo periodístico, “Subidas de salario mínimo ¿Qué sabemos sobre sus efectos”, escrito por Carlos García Serrano, catedrático de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad de Alcalá, y publicado en El País  del 29 de diciembre de 2018, se recuerda lo que indicó Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, autor de El malestar en la globalización (2002), en una entrevista publicada el 11 de noviembre en el mismo periódico. Según Stiglitz, subir el salario mínimo no daña el empleo. ¿Quién lleva la razón?
Carlos García escribe: “De acuerdo con la revisión realizada por dos economistas norteamericanos (Neumark y Wascher) hace diez años, el salario mínimo no influye significativamente sobre el nivel de empleo o tiene efectos prácticamente nulos”.
“En el caso español, los estudios han encontrado evidencia de un impacto negativo débil del salario mínimo sobre el empleo adolescente (16-19 años), siendo inapreciables efectos para el resto de los trabajadores”.
Según este catedrático “a la vista de la evidencia empírica presentada anteriormente, parece que un incremento del salario mínimo podría ser una buena medida dirigida a resolver la desigualdad salarial, sin efectos negativos apreciable sobre el empleo agregado. Esta es la conclusión a la que llega la OCDE en último de sus informes (Perspectivas de empleo, 2014)”.
Según la Ministra de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, “La situación del anterior salario mínimo era socialmente insostenible”. “Creo que la subida del salario mínimo a quien va a beneficiar es a esos colectivos: a jóvenes, mujeres y lo que están en una situación vulnerable”. (El País, 12 de noviembre de 2018).
No creo zanjado este discusión si no se menciona el salario de, por ejemplo, de alguno de los directivos de los bancos, ya que hace unos años los ciudadanos tuvimos que rescatarles del “pozo” en que habían caído. Basta con el título de una noticia publicada en El Confidencial  del 16 de febrero de  2018: “Ana Botín gana 10,58 millones en 2017 entre salario y pensiones, un 6,9 % más”.
Una demostración más de que la desigualdad económica si sitúa en el corazón del sistema capitalista actual. El actual sistema económico concentra la riqueza en cada vez menos manos, generando una progresiva desigualdad entre los ciudadanos. Se necesita urgentemente un nuevo paradigma económico.

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