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jueves, 4 de noviembre de 2021

Desigualdad en un mismo país. España

 El periódico El Pais del 2 de noviembre de 2021 dedica varias páginas al “desequilibrio de la riqueza” en España. Algo que me ha recordado la Agenda 2030, concretamente el Objetivo  de Desarrollo Sostenible número 10: Reducir la desigualdad en y entre países”.

“La desigualdad se cronifica en España tras año y medio de covid”. “La pandemia imìde cerrar las heridas abiertas por la Gran Recesión. “La desigualdad permanece en niveles similares a los de hace dos décadas. Más de año y medio de pandemia del coronavirus ha cortado en seco las opciones de ascenso social para parte de la población española. Si la Gran Recesión, a partir de 2008,  empujo a muchos a la pobreza, el Gran Confinamiento ha cronificado la patología. Los cálculos y estudios disponibles hasta la fecha, así como los expertos consultados, apuntan a que, a pesar de los salvavidas públicos, más reforzados en esta crisis que en la anterior, la brecha entre los que más y menos tienen ha ido a más, Mientras que el 27% de la población española se halla en riesgo de pobreza o exclusión, ocho décimas más que antes de la pandemia, en el lado contrario de la distribución el golpe ha sido mínimo: La Bolsa y el mercado inmobiliario ya superan los niveles previos a la covid”.

El economista José Moisés Martin Carretero dice: “Se han perdido varios años en la lucha contra la desigualdad”.

Andreu Missé, en un artículo de opinión recuerda al sociólogo sueco Göran Therborn cuando explicó que la “desigualdad afecta directamente a la salud, genera exclusión en la educación, provoca muertes prematuras y es la principal causante de la pobreza, que cada vez adquiere más la forma de salarios paupérrimos”.

Explica Missé: “Entre los instrumentos empleados para reducir la desigualdad destacan los impuestos progresivos han permitido la constitución de servicios sociales y la creación de instituciones como el salario minino interprofesional. Los impuestos elevados promovieron sociedades más igualitarias y la consolidación de una amplia clase media en muchos países occidentales entre 1950 y 1980. Durante las tres últimas décadas las ideas neoliberales impulsaron  una drástica reducción de los tipos impositivos que agravaron el aumento de las desigualdades propulsado por la concentración de riqueza. […]  El profesor Thomas Piketty, en su obra ya clásica El capital del siglo XXI (Fondo de Cultura Económica, 2014), demostró la estrecha relación entre la reducción de los tipos fiscales máximos y el aumento de las desigualdades”.

 “La regulación de los ingresos de los trabajadores a través de salarios mínimos ha sido otro instrumento importante para la reducción de las desigualdades. El profesor Joseph  Stiglitz, también galardonado con el Nobel, ha explicado  la relevancia de las políticas públicas  en esta materia en El precio de la desigualdad (Taurus, 2012)”, añade Missé

Y recuerda: “En materia de salario mínimo los últimos días hemos recibido noticias muy alentadoras, La Academia  sueca acaba de conceder el Nobel al profesor David Card por sus estudios sobre el impacto del salario mínimo. Card y Alan Krueger demostraron hace años que el aumento del salario mínimo no implicaba una disminución de la creación de empleo”.

Dos días más tarde (4 de noviembre de 2021) se publicó en mismo periódico otro artículo de opinión sobre el mismo tema, “Desigualdad inasumible”. En ese artículo se indica: “Según el Banco de España, a finales del año pasado los ingresos del 10% más rico eran más de ocho veces superiores a los del 10% más pobre. La brecha  se mantiene con el doble de parados en España que la media europea, mientras que la presión fiscal, según datos de Eurostat, sigue entre cinco y seis puntos por debajo del entorno, con una política fiscal que favorece a pensionistas y clases medias antes que  rentas bajas y jóvenes.[…] Solo los impuestos permiten potentes políticas sociales y redistributivas, y España sigue por debajo  tanto de la presión fiscal media de Europa como la de que le corresponde como Estado social y democrático de derechos”.

¡No olvidar la Agenda 2030!

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