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martes, 27 de agosto de 2024

Las afganas, bajo la dictadura del silencio

      Tres años después del regreso de los talibanes al poder, Afganistan se ha convertido en in infierno en la Tierra para la mitad de la población, casi 21 millones de mujeres. Pese  a sus iniciales promesas de "garantizar" sus derechos de acuerdo con el islam", ha publicado unos 100 edictos que han ido cercenando progresivamente los derechos más elementales de las mujeres en todos los ámbitos: educación, sanidad, participación política, trabajo, ocio, cultura... La lista de  restricciones estremece, pero el régimen ha endurecido aún más se cabe la represión con la promulgación la semana pasada de su primer conjunto de leyes de moralidad.

   Son 114 páginas y 35 artículos forman un espeluznante catálogo de reglas que amplían restricciones intolerables.  Una medida particularmente ignominiosa y simbólica es la intención de los talibanes de condenar a las mujeres al silencio: la voz de las afganas queda prohibida en público.  Ninguna podrá desde ahora cantar, recitar o hablar en público si no quiere exponerse al castigo. Junto a ello, la obligación de cubrir el cuerpo en público en todo momento y llevar velo o la prohibición de mirar a hombres que no sean sus parientes y viceversa.

     La comunidad internacional ya fracasó en impedir la vuelta de los talibanes, cuyo primer período de gobierno -desde 1996 a 2001- se caracterizó por las constantes violaciones de derechos humanos, comenzando por las mujeres. El régimen fundamentalista busca ahora el reconocimiento internacional. usando como baza su papel en la lucha contra el terrorismo 7 el narcotráfico  con dos guerras abiertas en el tablero mundial. La ayuda internacional y el trabajo de las ONG sobre el terreno resulta crucial en un país en el que la pobreza extrema amenaza ala mitad de sus 42,2 millones de habitantes. Solo Nicaragua y china mantienen relaciones diplomáticas con el régimen, pero los talibanes han celebrado reuniones de alto nivel con representantes chinos o rusos. Y a finales de junio una delegación de Kabuk -sin mujeres ni representantes de la sociedad civil- asistió en Doha a las tercera cumbre sobre Afganistán. Fue una contradicción palmaria de la ONU, cuyo relator especial sobre los derechos humanos en el país. Richard  Bennenti, había recordado días antes que la instrucción de la opresión a mujeres y niñas "debería conmocionar la conciencia de la humanidad".

     Ninguna urgencia geopolítica justifica pasar por alto el aplastamiento fanático de los derechos humanos de las mujeres y niñas de Afganistán.  La comunidad internacional  no puede volver a dejar a las afganas abandonadas en el infierno, Ahora, además, en silencio. (Fuente: El País. 27 de agosto de 2024). 

     El Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 de la Agenda 2030 es " lograr la igualdad entre lo géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas".  Hablaremos de ello.

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