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jueves, 18 de noviembre de 2021

Cultura de paz

Hace unos días, concretamente el 11 de este mes, leí en el periódico El Pais, una noticia, «Borrell: Europa está en peligro y no siempre somos conscientes de ello». La noticia empieza con el siguiente párrafo: «El vicepresidente de la Comisión Europea y máximo responsable de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, ha concluido el borrador de la llamada Brújula Estratégica, un documento que aspira a forjar en la UE una posición común sobre las amenazas geopolíticas que afronta el club y que plantea, como primer paso,  la creación de una fuerza militar de emergencia antes de 2025”.

De la creación de esa fuerza militar ya hablé cuando comente el caso de Afganistán. Ahora Borrell ha añadido el problema de Bielorrusia-Polonia. «Estamos en un mundo en el que todo es susceptible de ser utilizado como arma de agresión y en ese escenario  no basta con que la UE ejerza su poder blando a través de política comercial y de derechos humanos”, resume el alto representante en el documento, cuya elaboración comenzó a mediados de 2020 y que se espera sea adoptada, oficialmente por la UE en marzo de 2022».

“Estamos en un ambiente estratégico muy, muy conflictivo y peligroso”, insiste. “Un mundo mucho más hostil, en el que se nos disputa nuestro espacio económico y nuestro espacio estratégico, y en el que nuestro espacio político está cada vez más degradado”.

Borrell  desea que su «brújula» no sea un documento más de reflexión,   sino «una guía para actuar”. La noticia termina indicando que Borrell «reconoce  que la primera tarea será convencer a los 27 gobiernos de la UE de que los peligros son globales y no se ciñen a la vecindad más cercana”.

Sin duda, Josep Borrell  ignora la historia de la Unión Europea. La construcción europea es un proyecto único que ha logrado que los Estados europeos hayan superado un pasado marcado por guerras entre ellos. La Unión Europea surgió del anhelo de paz así como del hastío del conflicto en que la II Guerra Mundial sumió a los países europeos. Dado que las confrontaciones que desde la Guerra franco-prusiana se habían venido desarrollando en el continente tenían a Francia y Alemania como protagonistas, se dispuso la creación de una asociación que incluyendo a estos dos países pusiese en común la producción de dos sectores industriales esenciales: carbón y acero. Por tal motivo se fundó, con el Tratado de París (1951), la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA), embrión de la actual UE y que englobaba a Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo.

Espero que gobiernos que ahora forman parte de la Unión Europea  recuerden cómo tuvo lugar esa unión y hagan oídos sordos a la propuesta de creación de una fuerza militar de emergencia antes de 2025. El singular valor que la Unión Europea representa, como ejemplo de superación de la división, así como de esfuerzo para la consolidación de un continente pacífico y próspero, le ha valido el reconocimiento del Premio Nobel de la Paz 2012.

En un libro titulado Construir la paz (2003, Fundación para una Cultura de Paz, Icaria ed.) Fredrix  S. Heffermehl  reúne diferentes y trabajos  de personas que trabajan para «construir la paz». Siento decirlo pero Josep Borrell trabaja para «construir la guerra» no la paz, con la que todos soñamos.

En la introducción de ese libro se puede leer el siguiente párrafo escrito, en 1997, por Mijaíl Gorbachov: «Puesto que la mayoría de los ciudadanos no desean las guerras pero, al mismo tiempo, creen que es imposible detenerlas, el primer cambio que debemos propiciar es en nuestras mentes. Debemos cambiar esa idea de que no es posible, porque lo único que nos impide trasformar la realidad son nuestras creencias sobre la misma».

En el epílogo de ese mismo libro, Federico Mayor Zaragoza, director de la Fundación para una Cultura de Paz, escribe: «En 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos lideraron la fundación de la Organización de las Naciones Unidas, cuyo documento fundacional, la Carta de San Francisco, comienza así: Nosotros, los pueblos hemos decidido evitar a las generaciones futuras el horror de la guerra». ¿Ignora Borrell  la Carta de San Francisco y el papel que, en la actualidad, está jugando Naciones Unidas para que las futuras generaciones se encuentren con un planeta habitable, evitar a las generaciones futuras el horror de la guerra? «Las mismas Naciones Unidas que permitieron al mundo remontar el vuelo desde las cenizas de la Segunda Guerra Mundial; las que aprobaron el 10 de diciembre de 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos, imperiosa necesidad se agiganta, en estos momentos, para orientar la gobernación del mundo».

En esta ocasión, Mayor Zaragoza escribe,: «Atentar contra una sola vida es un acto asesino para el que no se puede encontrar justificación. Hacerlo contra millones de ciudadanos indefensos es atroz y ha de impulsaros a superar nuestra consternación e indignación y a contribuir cada uno, con mayor determinación que nunca, a fortalecer la solidaridad con todos los pueblos de la Tierra. Y eso hemos de hacerlo todos unidos, sin fisuras, porque todos hemos sido alcanzados por el impacto asesino. Debemos permanecer unidos para defender, día a día, unos valores que pueden evitar los desgarros  sociales, la marginación y la exclusión.  Todos juntos,  para  […] aplicar medidas correctoras de la vulnerabilidad moral de nuestros tempos». Y añade:  «En los momentos de gran tensión humana, si se piensa en grande, si se piensa en todos, se acierta. Si se piensa en pequeño, en unos cuantos, se yerra. […] Parece obvio que es muy difícil combatir desde la luz a quienes se muevan desde la oscuridad (Sin duda Borrell se mueve desde la oscuridad).

(Este textonse se ha publicado en la revista cultural digital el día 23 de ese mes.

Glassgov y Amazonia

La relación entre la COP26 y los indígenas de la Amazonia ha sido  puesta de manifiesta por Eliane Brum en un trabajo publicado en periódico El País del 17 de noviembre de 2021, “Estrellas en Glasgow, objetivos en Brasil”; me parece oportuno hablar de ese trabajo en este blog.

Empieza este trabajo recordando algo ya mencionado por Carmen Alborch, que fue profesora de Derecho Mercantil en la Universidad de Valencia,  en su libro Libres. Ciudadanas del mundo (2004, Aguilar) en el capítulo dedicado a Marina Silva: “Los principales líderes de los pueblos originarios de la Amazonia” están recibiendo “amenazas de muerte por intentar detener la minería y la tala en las tierras de su pueblo”.

Escribe  Eliane Brum en este trabajo: “Los líderes indígenas de la Amazonia tuvieron  un protagonismo sin precedentes en Glasgow, señalando que la única  posibilidad de salvar la selva es protegiendo a sus pueblos. El reto es la diferencia de velocidad en ambientes climatizados y el exterminio sobre el terreno, donde se desarrolla la guerra climática”. […] El primer informe del Panel Científico para la Amazonia, presentado el último día de la COP26, mostro que más de un tercio de la Amazonia esta deforestado o degradado. El informe es una iniciativa de 200 científicos de diferentes países para abordar la emergencia de la situación de la  selva, cada vez más cerca del punto sin retorno.  A la reacción de los científicos se suma el acuerdo de invertir 1.700  millones de dólares, entre países y donantes privados, directamente en acciones de los pueblos originarios. Es un avance. Pero la escalada de violencia exige mucho más”.

“No solo necesitamos fondos y dinero, sino compromiso y respeto. Necesitamos que entendáis que financiar un fondo no exime de vuestras responsabilidades con el clima y la Madre Tierra. Y ahora, ¿Qué vais a hacer?, dijo una persona que desde la adolescencia sufre atentados contra su vida por defender la selva.

Pero, cabe preguntar, ¿qué relación existe  entre la Amazonia y el cambio climático? ¿por qué en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 15, de la Agenda 2030, se menciona la necesidad de “gestionar los bosques de forma sostenible”?  

Dedicaré una o, quizás, dos “entradas” a hablar de esos temas

 

miércoles, 17 de noviembre de 2021

COP26. Grupos de presión

 En la obra de Miguel Delibes y Miguel Delibes de Castro La Tierra Herida ¿Qué mundo heredaran nuestros hijos? (2005, Círculo de Lectores) en el apartado “Ética y medio ambiente”, Miguel Delibes, padre, pregunta a su hijo: “¿Sugieres, acaso, que en este conflicto  ( ) n hay intereses egoístas, problemas éticos? ¿Crees que nreo hay culpables?- Su hijo, Miguel Delibes de Castro contesta: “De ninguna manera, Hay intereses poderosos y bien  conocidos detrás de los que pretenden que las cosas sigan como están. […] El lobby más poderoso de aquel país (Estados Unidos) hoy por hoy, es el de las empresas del petróleo y del gas. Todos sabemos cómo se  las gastan (el grito de  “no más sangre `por petróleo” es de una crudeza y realismo que sobrecogen). Este lobby capaz de encender guerras, de sufragar gastos militares para garantizarse el petróleo de Oriente. […] ¿cómo va a ratificar el Protocolo  de Kioto? ¿De verdad podemos creer que le preocupa más el futuro de la humanidad que sus propios intereses. […]  Claro que, por otra parte, cabe decir que si bien Estados Unidos no lidera el cambio mundial hacia una economía basada en energías diferentes, sí que  se posiciona para cuando ese cambio sea inevitable, apostando en la sombra por el avance en las tecnologías de las energías renovables. Seguramente, como cantara Luis Eduardo Aute, “pretende no perderse ningún tren”.

En líneas generales, lo que dice Miguel Delibes de Castro, coincide con lo que escribe  LLuis Bassets, bajo el título “La gran estafa” publicado en el periódico El País del día 14 de noviembre de 2021. “Primero se rechazaba la idea misma del cambio climático. Luego que tuviera que ver con la actividad humana y con la industrialización. Interesaba disculpar a los extractores de combustibles fósiles. A la vista de los hechos comprobados, más tarde se trató de combatir las políticas medioambientales: o eran erróneas o demasiado caras, más costosas que los perjuicios que pudiera producir el aumento de temperatura del planeta. Ante la doble evidencia científica, sobre el incremento de temperaturas y sobre la capacidad para frenarlo, todo se centra ahora en evitar las medidas drásticas que pudieran dañar los enormes intereses, especialmente de los productores de petróleo, gas y carbón. O  al menos aplazarlas, para sacar provecho de las reservas existentes. Hasta agotarlas si es posible, de forma que el cambio de modelo energético sea entonces obligado y aceptable”.

“La mayor delegación de Glasgow era la formada por los grupos de presión de los productores de combustibles fósiles, más de 500 personas. Observadores perspicaces han señalado el cambio de perfil de los asistentes: si en París en 2015 eran sobre todo ministros, científicos y militantes, en Glasgow son líderes empresariales, financieros y banqueros centrales”, escribe Bassets.

Y continúa: “El aumento insostenible de la temperatura del planeta se da por descontado.  Ahora solo se trata de negocios. De los que proporcione el cambio de época, mientras se exprime el limón de la época que termina. De lo que den de sí  las transferencias de los países ricos que ya han consumido su cuota de en emisiones a los pobres que todavía necesitan crecer. Y de evitar las indemnizaciones exigibles a los contaminantes que han engañado y aplazado decisiones con su negacionismo doloso”.

martes, 16 de noviembre de 2021

Agricultura insostenible. El glifosato

 En la carta que recibí de la ONG Movemos Europa el día 8 de noviembre de 2021 solicitaban mi apoyo a la petición de la Unión Europea del prohíba la venta y uso del glifosato, pesticida fabricado por  Bayer-Monsanto. La carta empieza con la siguiente afirmación: “El pesticida de Monsanto que está acabando con las abejas se resiste a desaparecer”.  

En palabras de un especialista de Greenpeace España,  “está demostrado que “el uso de glifosato tiene graves impactos en el medio ambiente, puesto que contamina los suelos y el agua y afecta a otros seres vivos (organismos acuáticos desde algas microscópicas hasta peces y moluscos, pasando también por las ranas y sus renacuajos, y organismos del suelo, como las lombrices de tierra, fundamentales para mantener e incrementar la fertilidad del suelo). Por último, el uso del glifosato también reduce la diversidad y cantidad de especies vegetales y por ello puede afectar a seres vivos cruciales para la agricultura, como son los polinizadores.

Después de esa afirmación sobre las abejas, un muy conocido polinizador, Movemos Europa indica en esa carta: “Los grupos de presión de Bayer-Monsanto están bombardeando al conjunto de líderes de la Unión Europea con estudios sesgados (que, sorpresa, apoyan sus argumentos)”

Movemos Europa  pide “toda la participación toda la participación ciudadana posible” para hacer frente al “juego sucio” que está realizando Bayer-Monsanto “para mantener en el mercado europeo su herbicida tóxico, el glifosato. “Nuestra comunidad puede luchar por un futuro libre de pesticidas si presiona a Francia en un momento muy delicado de la presidencia de Macron”. 

Con anterioridad, Movemos Europa había protestado contra la fabricación y uso `por Bayer-Monsanto del glifosato, porque había sido clasificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”.  En una ocasión anterior lucharon contra la megafusión Bayer-Monsanto Movemos Europa afirmo que para “convertirse en una de las mayores multinacionales agroquímicas. Juntos controlarán en gran medida lo que se cultiva en nuestros campos y, en definitiva, lo que terminará en nuestros plantos”.  Lamentablemente, en este caso, no consiguieron nada. 

Dentro de la Agenda 2030 existe varios objetivos relacionados con ese tema: el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2  (“Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover una agricultura sostenible”;  Objetivo de Desarrollo Sostenible 3 (“Garantizar una vida sana y promover el bienestar en todas las edades”); Objetivo de Desarrollo Sostenible 9  (Construir   infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación”); Objetivo de Desarrollo Sostenible 15 “Proteger , restablecer y promover el  uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar los bosques de forma sostenible, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y poner freno a la perdida de la diversidad biológica”.