Últimamente se está hablando mucho del deseo de los habitantes de los países industrializados por consumir alimentos procedentes de agricultura ecológica. Y, al mismo tiempo que esto sucede, se observa un, cada vez más, insistente consejo a los países en desarrollo para que aumenten el rendimiento de sus cosechas mediante la utilización de productos químicos (fertilizantes y fitosanitarios).
Todo ello lleva a una serie de reflexiones, para mí, de gran importancia. La primera de ellas está relacionada con el futuro de la industria agroquímica, que, supongo, reaccionará como reaccionó la industria tabacalera cuando empezó a tener problemas, incluso antes de que se firmase el Tratado Antitabaco: estas empresas trasladaron su campo de actuación a los países en desarrollo, aprovechando las dificultades que, en general, tienen estos países para enfrentarse a ellas.
Una vez en los países en desarrollo, los objetivos prioritarios de esas empresas son bien conocidos: los jóvenes. Si se empieza a fumar joven, los beneficios que se recogen son más duraderos. En la prensa han aparecido noticias acerca de las sustancias que se añaden al tabaco para aumentar la adicción a la nicotina y disminuir los efectos molestos del tabaco.
Dentro de esta dinámica, se puede señalar el proceso judicial iniciado el 19 de noviembre de 2010 en el cual la multinacional tabacalera Philip Morris Internacional demandó a Uruguay una indemnización por el perjuicio económico que le estaba causando su campaña antitabaco, elogiada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los activistas antitabaco. Philip Morris ha llevado el caso ante el Órgano Multilateral de Garantía de Inversiones (OMGI), perteneciente al Grupo Banco Mundial.
Lamento no conocer la decisión tomada, a ese respecto, por el Banco Mundial, pero considero suficiente constatar, por una parte, la frialdad con que obran estas grandes empresas preocupadas, únicamente, por el beneficio económico, y, por otra, la existencia en el Banco Mundial -que dice que su "sueño es un mundo son pobreza"- de un órgano al que pueden acudir las empresas multinacionales en casos como éste.
No es ésta la única reflexión que, siempre a mi juicio, merece la opinión de que los países del Tercer Mundo deben consumir productos químicos para obtener los alimentos que necesita su población. Por ejemplo, considero muy importante analizar, desde el punto de vista ambiental, económico y cultural, la conveniencia de que los países en desarrollo lleven a cabo este tipo de actividad agrícola. De todas formas, conviene recordar la opinión del actual presidente de la FAO.
2 comentarios:
Como otras multinacionales de esta envergadura, las tabaqueras harán todo lo posible para, no solo perpetuarse, sino para incrementar su negocio a toda costa y sin ningún tipo de perjuicios. Por lo que respecta las afirmaciones del presidente de la FAO, en cierto modo, no vienen más que a confirmar que las tesis favorables al crecimiento perpetuo promovidas desde el neoliberalismo han resultado calamitosas para el devenir de los pueblos, independientemente de la actividad y de la comunidad que se trate. Saludos.
Irrita saber que el neoliberalismo se basa en el negocio a toda costa. Hay que decir mil y una veces que no podemos seguir así, que nuestro modo de vida no puede mantenerse a costa de la muerte y del sufrimiento de miles de seres humanos, iguales que nosotros.
Un saludo
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