¿Debe preocuparnos el mundo que vamos a dejar a nuestros
hijos y nietos? Sin duda. No se trata, solo, de arreglar nuestro mundo, sino de
construir el que queremos para nuestros hijos y nietos. “¿Por qué debemos preservar un planeta habitable si no fuera por
nuestros hijos y nietos?”.
Es un tema que preocupó
profundamente al oceanógrafo Jacques-Yves Costeau, autor de numerosos
artículos, más de veinte libros y produjo más de noventa películas. Según él,
“la humanidad probablemente ha perjudicado a la Tierra en el siglo XX más que
en toda la historia humana anterior”. Jacques-Yves Costeau, fallecido en 1947,
y no pudo observar, cómo, debido a las
características del vigente sistema económico, se ha incrementado ese deterioro
en los últimos años.
El sueño de michos años en defensa de los derechos humanos de las generaciones futuras, de
Cousteau, inspiró, en 1994, el proyecto de Declaración Universal de los
Derechos Humanos de las Generaciones Futuras, que, posteriormente, fue sometido
a la asamblea general de Naciones Unidas (ONU). La Declaración sobre las
Responsabilidades de las Generaciones Actuales para con las Generaciones
Futuras fue adoptada el 12 de noviembre de 1997 por la Conferencia General de
la UNESCO. Según Federico Mayor Zaragoza, ésta es la primera vez en la historia que la solidaridad se aplica a
entes jurídicos que no existen.
Esta Declaración está estrechamente relacionada con el
concepto de desarrollo sostenible, adoptada en 1992 por la Cumbre de la Tierra.
El desarrollo sostenible es el conjunto de políticas que “garantizan las
necesidades del presente sin comprometer
la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.
Miguel Delibes y Miguel Delibes Castro en La Tierra herida. ¿¿Qué mundo heredarán
nuestros hijos? (2005:160) escriben “Suele atribuirse el desinterés por el futuro
del medio ambiente a la ausencia de una ética intergeneracional. En otras
palabras, se supone que, aunque casi nunca lo hagamos, deberíamos, adoptar las
decisiones e hoy teniendo en cuenta las condiciones en que vamos a dejar el
mundo para los hombres de mañana. Probablemente, sin embargo, este discurso se
ha quedado, almenos en parte, anticuado, puesto que las decisiones de hoy ya
están haciendo sufrir a las generaciones de hoy. Ya estamos purgando nuestros
pecados. No hay que discutir, por tanto, los pros y los contras de una ética
intergeneracional aparentemente contrapuesta a otra ética intrageneracional.
Hay que hablar solo de ética, para todos y para todo tiempo”.
“Ética que sin duda nos lleva a topar con los pobres, capa
humana sobre la que repercuten todos los problemas, especialmente los más
graves”. Para sustentar esa última opinión indican: “como bien sabemos, una
gran tormenta tropical tal vez cause en Florida cuatro o cinco muertes, pero el
mismo huracán, en Haití, matará a miles de personas”.
Las elites del vigente sistema económico nunca
se han mostrado sensibles a los efectos del cambio climático ni sobre las
generaciones actuales ni sobre las generaciones futuras. Solo los ciudadanos
podemos hacer algo.
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