La economía circular pretende imitar el funcionamiento
cíclico del planeta Tierra. Si en la Tierra siguen existiendo seres vivos, es
porque las sustancias imprescindibles para la
vida funcionan en ciclos: ciclo del agua, ciclo del nitrógeno,…. Aurelio Peccei, fundador del Club de Roma, ya advirtió en 1971, en “Los
límites del crecimiento”, la necesidad imperiosa de adaptar el crecimiento a
las exigencias de un mundo finito.
El actual modelo de producción y gestión de recursos, bienes
y servicios que busca potenciar un consumo a corto plazo, no tiene en cuenta la
cantidad limitada de recursos naturales y el funcionamiento en ciclo de los más
importantes para vivir (recursos no renovables y recursos renovables). Ello
está llevando el planeta a una situación insostenible. El vigente sistema
económico pasa por alto nuestra responsabilidad de dejar a nuestros
descendientes un planeta, al menos, en las mismas condiciones en las que le
hemos recibido.
La economía circular constituye
un nuevo paradigma económico en el que los productos se reutilizan y reciclan
en un ciclo continuo. Se presenta como un sistema de aprovechamiento de
recursos donde prima la reducción, la reutilización y el reciclaje de los
elementos. Es decir, en sustituir el producir, usar y tirar por el reducir,
reusar y reciclar.
En Internet he visto que existe una Fundación para la
Economía Circular, cuyo objetivo principal es convertir a la Unión Europea en
una “economía circular” basada en una sociedad de reciclado a fin de reducir la
producción de residuos y utilizarlos como recurso.
A este respecto, indica que, en 2014, el entonces “Comisario
Europeo de Medio Ambiente, Janez Potocnik, durante el 3º Fórum Internacional
sobre Economía – Eficiencia de los recursos, señaló que «es necesario
transformar Europa en una economía eficiente en los recursos, aunque solo la
eficiencia no es suficiente. También hay que asegurarse de que una vez que
hemos utilizado nuestros productos, nuestros alimentos y nuestros inmuebles,
seleccionamos los materiales de estos y los usamos una y otra vez. Cada año, en
Europa, se utilizan un promedio de 16 toneladas de materiales por persona para
mover nuestra economía. Y además, alrededor de 6 toneladas por persona se
convierten en residuos. Por otra parte, casi la mitad de los residuos generados
terminan en vertederos. En definitiva, el uso de residuos como la principal
fuente de materia prima fiable es esencial para la Unión Europea”.
Sin embargo, Carlos Martinez-Orgado, autor del blog de la
Fundación, escribió, el 14 de diciembre de 1015, una entrada en la que explicaba
que “concluía el otoño de 2014 cuando el
recién estrenado nuevo equipo de la Comisión, con Jean-Claude Juncker a la
cabeza y su vicepresidente, Frans Timmermans, a su lado, decidieron cargarse el
paquete de economía circular presentado por el comisario Janez Potocnik, el mes
de julio anterior. Sorprendería que tan altas instancias no tuvieran mejor cosa
que hacer que forzar la retirada del proyecto en contra de lo manifestado por
casi todo el Parlamento Europeo”. Justificaron la retirada del “paquete de
economía circular” argumentando que la retirada era para presentar “un nuevo
paquete mucho más ambicioso”. Martinez-Orgado
explica cómo se sintió cuando “el nuevo paquete era todo lo contrario de más
ambicioso porque, entre otras cosas, en
matemáticas, 65% es inferior a 70%. “Me quedé muy preocupado porque pareció que
mi flamante mente ingenieril había sufrido algún desajuste”. En resumen, nada de economía circular.
Sin duda, la economía circular es un paradigma económico que
solo puede ser realidad por los ciudadanos. De hecho en Internet pueden encontrarse
multitud de ejemplos. Los gobiernos no
son capaces de enfrentarse a los lobbies empresariales.
Existe una gran coincidencia entre la economía circular y el
procomún colaborativo que indica Jeremy Rifkin al hablar de eclipse del
capitalismo, el movimiento del decrecimiento que indica la necesidad de
consumir únicamente lo que necesitamos, las comunidades de transición diseñadas
para hacer frente al fin del petróleo y cientos
de millones de empresas sociales y organizaciones no gubernamentales,
preocupadas por las generaciones futuras.
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