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viernes, 3 de junio de 2022

Minas de oro y pobreza

 Gran parte de los residuos de las 600 minas abandonadas alrededor de Johannesburgo se acumulan en enormes  vertederos mineros – una elevación de tierra fina que en algunos puntos se vuelve roja, verde y blanca debido a la presencia de plomo, azufre y arsénico-   junto a  asentamientos de casas y chabolas en los que viven alrededor de 2.000 personas.

Científicos, ONG e investigadores se han aliado para documentar los efectos nocivos de los  residuos mineros sobre la población y exigir responsabilidades a las compañías y al Gobierno. Un estudio alerta del elevado índice de nacimientos de niños con parálisis cerebral

Sudáfrica es una de las reservas mundiales de platino y cromo, y la fuente de un tercio de todo el oro que se extrae. Fue  precisamente la fiebre por este metal  lo que en 1886 atrajo a inversores de todo el mundo y terminó generando la riqueza suficiente para fundar Johannesburgo y convertirla en una de las capitales económicas de África.

Pero el famoso oro de la provincia Guateng ha terminado suponiendo un riesgo para la población:  según un estudio de la universidad de North West, hay 600.000 toneladas métricas de uranio enterradas en los 270 vertederos de residuos alrededor de Johannesburgo, la mayoría de las cuales están descubiertas y sin delimitar.

“Si apiláramos los informes académicos y gubernamentales que hablan de los peligros de los relaves de uranio, el montón mediría más de cinco metros”, dice Mariette  Lieffering, investigadora y presidenta de la Federación por un Ambiente Sostenible (FSE). Además de con el cáncer, los altos niveles de radiación están asociados con enfermedades   como el párkinson, el alzhéimer, los síndromes neurotóxicos y las deficiencias en el crecimiento.

Dice esa investigadora: “Para ganar a las compañías, mineras es los juzgados es necesario un estudio epidemiológico a gran escala que vincule la extracción de oro a los problemas de salud de forma concluyente, y eso solo puede hacerse con muchos recursos y voluntad política”.

Bajo las múltiples denuncias de la población se esconde un problema  de dimensiones  colosales: 130 años de actividad minera han dejado un total de 6.000 minas abandonadas en todo el territorio sudafricano, para cuya rehabilitación o cierre el Departamento de Recursos Minerales  admite no tener fondos suficientes. El Gobierno tampoco consigue que las grandes compañías activas se responsabilicen de sus desechos.

Fuente: EL PAIS, 27 de enero de 2019, “El monstruo radiactivo de Sudáfrica

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