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viernes, 19 de julio de 2019

África


“África avanza hacia la creación de un mercado común” es el título de una noticia publicada en El País del día 8 de julio de 2019.En esa noticia se indicaba que Nigeria había firmado la adhesión al acuerdo de creación de un mercado común africano sin barreras para bienes y personas.
Según José Naranjo, autor de la noticia,” este logro, que se espera alcanzar de manera progresiva, traerá dos consecuencias: una menos dependencia del exterior y un fortalecimiento de la industria y el tejido productivo continental.  “En un mundo cada vez más caótico [Brexit, guerras comerciales …], África tiene que unir fuerzas y tener una sola voz. Eso es el AfCFTA ( Zona de Libre Comercio Continental), que solo tendrá éxito si se sientan las bases de la industrialización real del continente”, asegura el economista senegalés Demba Moussa Dembélé. Con un enorme mercado interior, las industrias africanas podrán ser viables y ese proceso debe liderarlo el sector privado. Tenemos las materias primas y empresas con capacidad, ahora, además contamos con el mercado. Sin embargo, hay que mantener una cierta protección del exterior”, advierte.
En busca de más información se me ocurrió consultar el blog de El País “África no es un país”. No encontré nada sobre la creación de un mercado común, pero me pareció interesante  un texto, “La hospitalidad como derecho” (15 de junio de 2019), que hablaba del  senegalés Felwine Sarr,  escritor, músico y,  docente en la Universidad Gaston Berger de Saint-Louis (Senegal), que había participado en un Conservatorio en torno a la hospitalidad, junto a la filósofa y profesora de la Universidad Oberta de Catalunya, Marina Garcés, celebrado el 13 de junio en Medialab Prado de Madrid, un laboratorio ciudadano del Ayuntamiento que funciona como lugar de encuentro para la producción de proyectos culturales.
En el texto “La hospitalidad es un derecho” se indica que Felwine  Sarr es autor de Afrotopía, traducido al castellano, en el que cuestiona todos clichés y estereotipos que marcan y lastran a África desde hace siglos. Igualmente se señala que, junto historiadora francesa, Bénédícte Savoy, Sarr es el autor del Informe encargado por el presidente francés. Emmanuel Macron, sobre la restitución de los bienes robados por Francia durante el período colonial.
En relación con la hospitalidad, en el blog “África no es un país”, se recogen, entre otras, las siguientes afirmaciones de Sarr: “Nuestro mundo está cada vez más afectado por la movilidad, por sociedades cada vez más cosmopolitas, lo que nos hace relativizar las culturas y vislumbrar una sociedad nueva”. “No hay una crisis de migraciones, sino de los Estados-nación que no son capaces de dar respuestas adecuadas ante este movimiento, a esta movilidad que caracteriza a la sociedad actual”. Para Sarr, “debajo de todo esto hay una crisis de la sociedad. Una sociedad que hemos construido en oposición al otro. Somos, nos identificamos, frente al otro. Nos aferramos a la pertenencia al suelo: porque he nacido aquí, porque vivo aquí, porque mis antepasados son de aquí … En cambio, se impone construir un mundo común, una comunidad humana, basada en la pertenencia no a un suelo, sino a un mundo que tenga una historia común”.
A continuación, una noticia que pone de manifiesto hasta qué punto la “hospitalidad” en la sociedad africana es una realidad.
En una noticia sobre la creación de un mercado común africano anterior a la indicada, “África avanza hacia un mercado común continental” (El País, 12 de febrero de 2019), se menciona la celebración de una “cumbre de jefes de Estado y Gobierno de la Unión Africana (UA), celebrada en Adis Abeba (Etiopía)” en la que se felicitó del “buen ritmo de adhesiones: ya son 52 de los 55 los países que se han sumado al acuerdo”.  Esa cumbre sirvió “también para designar a 2019 como el Año de los Refugiados. “El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, presente en esa cita, elogio la capacidad de acogida de los países africanos, donde se concentra la mayor parte de los refugiados del mundo en grandes campos como los de Dadaab, en Kenia, que alberga a somalíes que huyen de la violencia o los de  Chad, con sudaneses, nigeriano y centroafricanos desplazados de los conflictos que viven en sus países”.
“África se está movilizando y aquí nos tenemos que enterar”. (El País, 11 de abril de 2019)

martes, 9 de julio de 2019

Crímenes medioambientales-2


Junto a los crímenes medioambientales están las amenazas, encarcelamiento o asesinatos de periodistas, por el hecho de publicar, en la prensa local, crímenes medioambientales cometidos por empresas occidentales  en países en desarrollo. El 31 de octubre  de 2017, Reporteros Sin Fronteras (RSF) y Freedom Voices Network crearon Forbidden Stories (Historias Prohibidas), un consorcio, sin ánimo de lucro, cuya misión es el seguimiento y la publicación del trabajo de esos periodistas. Bajo la coordinación de este consorcio, treinta medios de todo el mundo procedentes de otros tantos países se han unido para investigar juntos estos escándalos medioambientales. El País se ha sumado a esta una alianza.  El proyecto, de nombre Green Blood (Sangre Verde), se define bajo el lema:  “Silenciaron a los periodistas. Pero no silenciaran las historias”.
Hasta ahora, esos treinta medios han investigado de forma conjunta los escándalos en los que la prensa local ha sufrido censura y violencia. La minería de arena en India, del níquel en Guatemala y del oro en Tanzania han sido el objetivo de estas investigaciones que El País, junto con el resto de miembros del proyecto Green Blood,  han divulgado en los países a que pertenecen. (El País 18, 10 y 20 de junio de 2019)
El proyecto Green Blood casi acaba de empezar y, supongo, que con limitados recursos económicos (Forbidden Stories es un consorcio, sin ánimo de lucro), pero  ¿qué pensar de la destrucción de la Amazonía, uno de los más importantes pulmones de la Humanidad  o   el bosque de Bralowieza (Polonia), Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO?  Lo único que se interpone entre los árboles y las taladoras es la voz de la gente.  
La  Organización No Gubernamental (ONG), WemoveEU,  ha pedido a los ciudadanos europeos que actúen para que dejen de funcionar importantes empresas textiles con claros vínculos con las fábricas de viscosa en Asia, que provocan una contaminación devastadora del agua y crean problemas de salud de las personas.    
Y ¿qué pensar de las atrocidades que cometen en el Congo los traficantes de coltán, que los países desarrollados utilizan para fabricar móviles y tabletas? (Se aconseja leer “Una luchadora contra la tecnología de sangre”, El País, 24 de junio de 2019).
Son únicamente unos pocos ejemplos de cómo la búsqueda de materias primas en países con peores condiciones laborales y menores controles ambientales están llevando a abusos ecológicos de todo tipo. Es así como grandes empresas están obteniendo materias primas básicas para la tecnología, electrodomésticos, teléfonos móviles y, en general, productos que se venden en occidente. Algunas de esas empresas utilizan otras interpuestas para evadir los certificados de respeto al medioambiente.
El problema es mucho más importante de lo que parece: nos conduce directamente al precipicio. Nuestros descendientes no tendrán aire puro para respirar, ni agua limpia para beber, ni suelo fértil para cultivar alimentos.                                                                                                                                                                                  

Crímenes medioambientales-1


¿Qué actos deben ser calificados como crímenes medioambientales? Denominados también “ecocidios”, se califican de crímenes medioambientales a aquellas actividades que alteran las características del medio ambiente hasta hacer que en él no sea posible la vida de los seres humanos y no humanos. Luis Manuel Ruiz, escritor, en una columna periodística, “Ecocidio” (El País del 2 de enero de 2011) citaba lo ocurrido en la isla de Pascua, y señalaba, junto a otros escritores y sociólogos,  que vamos camino de que se repita lo que sucedió a los polinesios, pero  a nivel mucho mayor porque el tamaño del planeta Tierra es varias veces el de la isla de Pascua.
Como indica este escritor en el artículo anterior, esos crímenes son realizados por las grandes empresas: empresas en busca de las máximas ganancias económicas posibles, sin tener en cuenta que ponen  en peligro la supervivencia de la Humanidad.
José Vidal-Beneyton, catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid y Director del Colegio de Altos Estudios Europeos Miguel de Servet de París, en una columna periodística publicada en El País del 15 de diciembre de 2007 hablaba de “grandes expoliadores de nuestro planeta que se han negado a limitar en lo más mínimo su negocio, es decir, renunciar, ni siquiera reducir,  a favor de la supervivencia de todos, el provecho de su tan productiva explotación. De nuevo, el poder y el beneficio  como argumentos supremos, como razones últimas.
El problema reside en las características del vigente sistema económico. Según Paul Mason (Postcapitalismo. Hacia un nuevo futuro, 2016:14, Paidós), “El neoliberalismo es la doctrina que aboga por la ausencia de controles en los mercados: nos dice que la ruta óptima para la prosperidad pasa porque los individuos persigan su propio interés particular y que el mercado es la única vía de expresión de ese interés propio.
En otras palabras, conviene recordar que los fundamentalistas del libre mercado no solo suponen que para que los mercados funcionen perfectamente la demanda debe igualar a la oferta, sino que, además, interpretando un tanto sui generis la doctrina de Adam Smith, suponen que el comportamiento humano responde a un previo cálculo de costes/beneficios: teoría de la elección racional.
El medioambiente es un bien común de la humanidad:  sin pertenecer a nadie, todos pueden disfrutar de él.  Sin embargo, el vigente sistema económico ha convertido en mercancías,  objetos de compra-venta, tanto los derechos humanos  como los bienes comunes de la Humanidad.
En palabras de Barry Schwartz, psicólogo estadounidense, “¿Cómo escapar del dilema en el que muchos individuos actuando racionalmente en su propio interés, pueden en última instancia destruir un recurso compartido y limitado, incluso cuando es evidente que esto no beneficia a nadie a largo plazo? Hay una Tierra, una atmósfera, una fuente se agua y seis mil millones de personas compartiéndolos.  Es necesario lograr acuerdos racionales sobre los bienes comunes”.
El problema ha alcanzado tales dimensiones que, después de muchos estudios y Congresos Internacionales se ha llegado a la conclusión  de que los ecocidios son, realmente, crímenes contra la Humanidad.
Desde la promulgación del Estatuto de Roma, en 1998, el Tribunal Penal Internacional es competente para juzgar los delitos de genocidio, los crímenes de lesa humanidad, los crímenes de guerra y los crímenes de agresión. Sin embargo, aunque el borrador del Estatuto contempló desde un primer momento la incorporación de los delitos medioambientales con carácter transnacional como el quinto crimen, la moción resultó desestimada sin argumentos convincentes que sustentaran su retirada.
Se da la circunstancia de que salvo que el ecocidio adopte un modelo independiente y desvinculado del resto de los delitos contra la Humanidad, los supuestos de ecocidio, provocado por grandes empresas seguirán gozando de impunidad en el marco del Derecho Penal Internacional. No es de extrañar que haya abogados que están estudiando la forma de introducir los ecocidios en el Derecho Penal Internacional. Una de esas personas es Baltarsar Garzón, a través de su Fundación. (http://www.fibgar.org)

domingo, 30 de junio de 2019

Haciendo experimentos


En el periódico El País del día 23 de junio de 2019 se publicó una noticia, “Miles de carteras perdidas desvelan un patrón universal de honestidad”, en la que se comentaba un experimento realizado por un grupo de economistas especializados en el estudio de la conducta humana.  En la noticia se indica que “el resultado (del experimento) contradice los modelos clásicos económicos que destacan el propio interés sobre el de los demás”. 
Son muchos los experimentos  cuyos resultados  contradicen la  creencia defendida por los fundamentalistas del libre mercado. Los fundamentalistas del libre mercado no solo suponen que para que los mercados funciones perfectamente la demanda debe igualar a la oferta, sino que, interpretando de una manera sui generis la doctrina de Adam Smith, suponen que el comportamiento humano responde a un previo cálculo de costes/beneficios : los seres humanos son materialistas y egoístas por naturaleza y “no cooperarán con los demás sino en tanto no tengan expectativas de un beneficio propio o se vean obligados a ello por una fuerza externa (Ética para la sociedad civil, 2003:20).   
Experimentos realizados en el ámbito de las neurociencias y en el del desarrollo infantil, nos obligan  a cuestionar la creencia, tan arraigada, de que los seres humanos son como defienden los fundamentalistas del libre mercado. El Premio Nobel 2002  fue concedido a David Kahnerman, psicólogo, y Vernon L. Smith, economista, por haber integrado aspectos de investigación psicológica en la ciencia de la economía.  Según ellos, diversas experiencias llevadas a cabo por médicos y psicólogos han puesto  de manifiesto que, en la actividad de comprar y vender, el ser humano dista mucho de comportarse como un simple ser racional –homo aeconomicus- : el ser humano  es un ser complejo que, además de raciona, tiene sentimientos.
George F. Loewenstein, economista norteamericano, experto en economía del comportamiento, ha realizado experiencias que han puesto de manifiesto que “el egocentrismo, la codicia y la orientación al propio interés trae una sensación de vacío, sinsentido, escasez e infelicidad, mientras el altruismo, la generosidad y la orientación al bien común son fuente de plenitud, abundancia y felicidad”. A nivel emocional, “recibimos lo que damos”.
Podría poner muchos más ejemplos, pero no debo extenderme demasiado. Para terminar mencionaré los experimentos realizados en 1996 que han demostrado que en nuestro cerebro –y en el de otros animales- existen unas neuronas que se han dado en llamar “neuronas espejo”. Cuando uno percibe del dolor de los otros, se movilizan automáticamente los mismos circuitos neuronales afectivos que cuando se siente el propio dolor. Es lo que se llama “empatía”. El destacado  neurólogo Marco Jacoboni  indica que los estudios realizados con las neuronas espejo revelan que los seres humanos somos empáticos por naturaleza.
Gary Olson, profesor de Ciencias Políticas en Moravian College en Betlehem (Pensilvania) , publicó en 2008, un artículo, desde mi punto de vista muy interesante, titulado “de las neuronas espejo a la neuropolítica moral”.  En ese artículo, Gary Olson intenta explicar  cómo, después de que nuestra comprensión de la empatía ha aumentado no hemos sido capaces de construir un mundo más pacífico, sino que seguimos en un mundo colmado de violencia abierta y estructural.  Llega a la conclusión de que el sistema capitalista intenta que  ni pensemos ni sintamos, es decir, intenta mantener a la gente a raya con una identidad construida sobre los valores de mercado. Ustedes habrán oído eso de que “no hay alternativa”.
Sin embargo, a pesar de todo, en estos momentos, está surgiendo un nuevo paradigma económico protagonizado por la sociedad civil. El hecho de que algunos hablen de “economía colaborativa” pone de manifiesto lo alejado que este nuevo paradigma económico se encuentra del vigente sistema económico social.  Un cambio de este tipo necesita su tiempo. La pregunta más importante  es si conseguiremos evitar el desmoronamiento de la civilización y salvar a la Tierra.   

lunes, 24 de junio de 2019

Las ciudades y los Objetivos de Desarrollo Sostenible


Ahora que tanto se está hablando de Madrid, me ha parecido oportuno estudiar qué relación existe entre las ciudades y la Agenda 2030, es decir, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, relación que desconocía hasta que he leído lo que ha sucedido con el proyecto de Carmena.  Debo confesar que, aunque he aprendido mucho, todavía que me queda mucho que aprender.
Según Naciones Unidas, más de la mitad de la población humana vive actualmente en ciudades. Por eso, indica, es tan importante poner el foco en ellas con el objetivo de crear modelos que permitan hacer frente a los retos de la Agenda 2030 y a algunos de sus ODS.
Para empezar, he tomado conciencia de que las ciudades no solo cuentan con un Objetivo específico, el ODS 11 (ciudades y comunidades sostenibles), sino que, además, pueden colaborar en alcanzar las metas que plantean distintos ODS. 
En 2005, se creó la Red Mundial de Ciudades del Aprendizaje de la UNESCO (GNLC). Desde entonces esta Red se ha expandido rápidamente de modo que en septiembre de 2018 se han sumado más de 200 miembros en 50 países, que han logrado resultados significativos.  Con el fin de que todo funcione bien , a pesar de la diversidad socioeconómica y cultural que caracteriza a las ciudades, la UNESCO ha considerado oportuno, tanto para los antiguos como los nuevos miembros, llevar a cabo una revisión detallada de las acciones realizadas o/y por realizar.
El responsable de Comunicación del  Centro se Innovación en Tecnología para el Desarrollo Humano de la Universidad Politécnica de Madrid indica que “muchas ciudades españolas han realizado avances muy importantes en temas de movilidad y calidad del aire haciendo más verdes la ciudades, pero por supuesto queda mucho por hacer y será importante que las ciudades  tomen los ODS como la agencia de referencia para esas transformaciones”.  En este sentido, la Federación Española de Municipios  y Provincias (FEMP) ya está animando a firmar la Declaración de Compromiso de las Ciudades con la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, que promueve la Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS, con sede en la Universidad Autónoma de Madrid, reds.sdsn.es)
Solo en Madrid ya existen más de 40 huertos urbanos, que gestionados por vecinos apuestan por otro modelo de ciudad,  de producción o de consumo: muy interesante es el proyecto “Madrid agroecológico”.  Lo mismo ocurre en Barcelona, en Valencia o en Sevilla. Este movimiento no siempre es visible, pero sin duda es cada vez más fuerte.
La conveniencia de crear zonas verdes de acceso universal con la finalidad de mejorar la calidad de vida de todos los habitantes de la ciudad, también ayuda al logro del ODS 7, al reducir la temperatura, ofreciendo sombra y absorbiendo la contaminación atmosférica. (ODS 7.-  Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos).
Nadie discute ya que la densidad y las economías de aglomeración de las ciudades actúan como cadenas invisibles que conectan todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible, enlazando la economía, la energía, el medio ambiente, la ciencia, la tecnología y los resultados sociales y económicos a nivel urbano, y por eso, en los próximos días, el Objetivo 11, que aboga, como ya he indicado, por ciudades más seguras, inclusivas, resilientes y sostenibles, será revisado por primera vez como parte del Foro Político de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible.
El ODS 6 que busca garantizar la disponibilidad de agua limpia para todos, tiene mucho que ver con la gestión de las ciudades.
El ODS 13 se refiere a la adopción de medidas urgentes contra el cambio climático, es algo en lo que las ciudades juegan un importante papel. 

Para terminar tengo que decir que todos los expertos creen que es imprescindible el trabajo de la sociedad civil, exigiendo a los gobiernos y a las empresas que se tomen en serio los Objetivos de Desarrollo Sostenible. ¿Qué hará el nuevo Gobierno de la ciudad de Madrid?