En estos momentos en que nuestros conocimientos científicos y tecnológicos aumentan exponencialmente, sin que hayamos conseguido que todos los seres humanos puedan vivir con la dignidad que, como tales, se merecen, considero necesario distinguir entre inteligencia y sabiduría.
La ciencia es el resultado inevitable de la curiosidad, insaciable curiosidad, del ser humano. Por otra parte, se denomina técnica a la aplicación práctica de la ciencia; un paso necesario para que la ciencia, además de satisfacer la curiosidad, sirva para mejorar la vida del ser humano. Es en este paso de la ciencia a la técnica donde es necesario hacer uso de la sabiduría; no es sabio convertir en realidad todo aquello que sea posible científicamente. Para la inteligencia humana son posibles muchas cosas, algunas de las cuales la sabiduría puede aconsejar no hacer realidad. En otras palabras, la ciencia distingue entre los posible y lo imposible, mientras que la sabiduría debe distinguir entre lo sensato y lo insensato.
Sin embargo, nuestro actual sistema económico y social ha convertido -en una proporción nunca vista hasta ahora- a la ciencia en lo que la técnica ha sido siempre, es decir, en una parte indispensable de la economía, es decir, que su desarrollo vaya unido a la búsqueda de ganancias económicas. La interacción entre ciencia y técnica es, ahora, tan fuerte y penetrante que, incluso, se ha acuñado un nuevo término, "tecnociencia".
En una época en la que los gobiernos buscan afanosamente ceder responsabilidades y, sobre todo, gastos, la idea de Universidad como centro de libre transmisión de saber, está cambiando: están desapareciendo esos, antes, paraísos públicos de la "ciencia por sí misma".
Se intenta que afluya hacia las universidades y centros de investigación dinero privado. Pero cuando esos dineros llegan, las empresas que los invierten (porque de una inversión se trata) pretenden, legítimamente, retornos en forma de conocimientos que no circulen libremente y, sobre todo, de técnicas que les proporcionen los máximos beneficios económicos en el menor tiempo posible. La "ciencia pública" ya no es, en realidad, pública, porque está subvencionada por empresas que, después, se consideran poseedoras de los resultados obtenidos.
El centro de gravedad del desarrollo científico se ha ido desplazado, cada vez más, a la esfera industrial, de forma que, ahora, la ciencia y la técnica están controladas, en un parte muy importante, por los grandes empresas industriales. Al desplazamiento anterior hay que añadir que, debido a los grandes presupuestos que manejan, hay grandes empresas que tienen sus propios laboratorios de investigación y desarrollo.
El nacimiento de la tecnociencia es algo realmente peligroso, no sólo porque la falta de circulación libre de conocimientos dificulta el avance científico, sino porque la sabiduría es incompatible con una exagerada codicia y, también, porque las aplicaciones técnicas no se dirigen a la mejora de la vida del ser humano. Los ejemplos son muy numerosos, uno podría ser el de las energías renovables; son posibles, pero, si no cambia el sistema y los gobiernos recuperan sus obligaciones- solo se harán realidad las que no impidan que las correspondientes empresas tengan el control que ahora tienen sobre el consumo energético.
5 comentarios:
Como siempre Juliana has vuelto a dar con la raíz del problema: la codicia. Y a partir de aquí viene todo lo demás. Es el caso de esas grandes empresas, dispuestas a llevarse la vida por delante de millones de personas con tal de incrementar sus beneficios. Nunca entenderé qué es lo que buscan o qué es lo que quieren en realidad. Supongo que será "la erótica del poder" porque no puedo creer que solo por tener un avión o un barco más grande puedan sacrificar de ese modo la vida de tanta gente.
Saludos.
Todo se debe a una lucha por el poder, por la dominación. Potenciar la ciencia de manera mercantil favorece la competencia, ergo los avances rápidos y beneficiosos -no siempre buenos-. Ejemplos como la obsolescencia programada son la consecuencia de un sistema que necesita dar salida a sus inventos tecnológicos para seguir ganando dinero.
En cualquier caso, estoy totalmente de acuerdo. Hay que poner un poco de sensatez en este mundo de locos, pero la avaricia es muy fuerte; arrastra voluntades de hierro con suma facilidad.
Un saludo.
Os voy a copiar lo que escribe el que fue Relator Espacial de Naciones Unidas para la Alimentación, Jeans Ziegler:
"Están atrapados en una contradicción fundamental: ser un hombre, solo un hombre, o enriquecerse, dominar los mercados, ejercer plenos poderes, convertirse en amos. En nombre de la guerra económica, que declaran de forma permanente a sus posibles competidores, decretan el estado de emergencia. Impantan un régimen de excepción, que se escapa de la moral pública, y suspenden, a veces incluso contra sus propios deseos, los derechos humanos fundamentales (...), las reglas morales (...), los sentimientos ordinarios (que solo practican en familia o entre amigos)".
Por lo demás estoy de acuerdo con vosotros.
Unn saludo
Hola Luisa
En el problema que planteas la solución parece clara.
Me parece bien que las empresas inviertan en tecnologia apoyandose en las universidades. Eso les permite a ambos ganar, por lo tanto es un buen trato.
Otro tema es que la universidad abra "sin condiciones" todo su potencial (laboratorios y cerebros) a las empresas. Ahí reside el error.
Quiero suponer que los gestores de las universidades cuando firman un convenio de colaboración de este tipo se ponen unas condiciones. Lo que parece que hay que hacer es ajustar esas condiciones.
En cuando a lo de la ciencia por la ciencia . . . muy romantico, pero nada practico. Sobre todo cuando cuesta una pasta.
Hola Poderío:
No creo que pueda decirse que la ciencia por la ciencia sea sólo algo romántico. ¿Cuántos descubrimientos cientificos ha dado lugar a importantes técnicas? (Ahora estoy pensado en los GPS)
Lo que me parece romántico es pensar que las empresas vayan a invertir en proyectos que no les proporcionan ganancias inmediatas. Y cómo cada vez los gobiernos se desentienden más de apoyar a los centros públicos de investigación, ... tecnociencia.
Un saludo
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