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martes, 28 de febrero de 2012

Capital social. Decrecimiento

     En sociología se entiende por capital social la variable que mide la colaboración social entre diferentes grupos de un colectivo humano y el uso individual de las oportunidades surgidas a partir de ello. Se ha estudiado la relación existente entre el capital social de diferentes grupos humanos y la forma cómo esos grupos han superado condiciones adversas:  Condiciones adversas del tipo que sean son superadas mejor por aquello grupos que poseen mayor capital social; el capital social incluso juega un papel más importante que el capital dinerario.  

    Una de las primeras personas en hablar de capital social fue el sociólogo norteamericano, James Samuel Coleman (1926-1995), presidente de la American Sociological Association y muy conocido por su colaboración en el desarrollo de la teoría de la elección pública.   

          Pero quien más ha insistido en las consecuencias para cualquier grupo humano de un descenso de su capital humano. Robert Putman, sociólogo y politólogo estadounidense, nacido en 1941, se ha referido, en varias ocasiones, los consecuencias negativas de que, en un momento determinado, se haya producido en Estados Unidos un descenso en su capital social y haya aumentado el individualismo y el "sálvese quien pueda"; Putman intentaba explicar por qué los estadounidenses son ahora menos felices. Estudios análogos han sido realizados comparando la distinta forma cómo dos regiones de Italia habían hecho frente a una similar condición adeversa.  Existe una fundacion, Social Capital Foundation  (http://www.socialcapital-foundation.org/%20) cuyo objetivo es promocional el capital social y la cohesión social. 

     Los decrecentistas consideran muy bueno el descenso de las horas de trabajo, consecuencia del descenso de la producción, que defienden. Para Serge Latouche el ideal sería pasar a trabajar tres o cuatro horas al día. Por cuestiones de empatía abogan por un reparto equitativo del tiempo de trabajo, es decir, que todos trabajen menos para que todos puedan trabajar (pleno empleo). De esta forma, por una parte, los beneficios derivados de una jornada laboral menor pueden ser disfrutados por todos por igual, y, por otra, se evita el estigma de los parados. La consecuencia más importante de esta disminución de la jornada laboral reside en que, de esta forma, el ser humano tendrá más tiempo para desarrollarse como tal:  más tiempo para la familia, para los amigos y para hacer o participar en lo que realmente le gusta. Todo lo cual supone un aumento de su capital social.

     Aunque, ni mucho menos, se ha llegado a la situación a la que consideran deseable los decrecentistas -se sigue hablando de crecimiento económico, productividad y competitividad, como si fueran los dioses a los que es obligado adorar- las circunstancias -la crisis- ha dado lugar a una espectacular cifra de desempleados, es decir, de personas que tienen mucho tiempo libre. Si creemos, de alguna manera, obligado a ayudar sin recurrir al concepto de caridad -no tiene en cuenta la dignidad humana-  se hace necesario el establecimiento de organizaciones que compense el descenso de capital dinerario con un aumento del capital social. 

     Los  Banco del Tiempo son una de las organizaciones que es capaz de crear una mayor cantidad de capital social, al mismo tiempo que empondera a sus participantes: todas las personas poseen habilidades, conocimientos o son capaces de realizar interesantes servicios.  Es significativo observar el aumento que están experimentando estas organizaciones en todos los países, así como  el gran número de libros y publicacione, dedicados a estas organizaciones, tengan títulos del tipo "Cómo vivir sin empleo".

     ¿Podría constituir la "crisis" un camino para mostrar que la felicidad no está en consumir lo que no necesitamos? Para mostrar que el actual sistema económico-social no es el único, como nos han dicho siempre, que hay alternativas, algunas incluso ya practicadas en otras partes; para mostrar que no solo no es el único, sino que, además, es inhumano, en cuanto no se ajusta a las verdaderas características del ser humano, un ser capaz de pensar -crear- y sentir -empatía; para mostrar que es suicida destruir la Naturaleza, porque es nuestra única vivienda; etc.

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