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martes, 17 de octubre de 2017

Economía digital



En el periódico El País  del 27 de septiembre de 2017 se informa de la celebración de la 29º cumbre internacional de centros de estudios especializados en negocios. Según el título de la noticia, el presidente ejecutivo del Grupo PRISA, Juan Luis Cebrián, “Los empleos precarios de la economía digital son caldo de cultivo de populismos”, una afirmación que habría que analizar despacio. Sin embargo, el tema principal que se abordó en esa cumbre fue el de las consecuencias de los avances tecnológicos, avances que, según uno de los conferenciantes, “han revolucionado y seguirán revolucionando la economía”.
La revolución de la economía, consecuencia de los adelantos tecnológicos, se debe a que estos dan lugar a un muy importante descenso del coste marginal, Ello me ha llevado, primero, a informarme, de a que se llama coste marginal y, después, a consultar, entre otros, un libro de Jeremy Rfkin, una persona que, según muchos estudiosos, ha hecho del pronóstico del futuro su profesión, titulado  La sociedad de coste marginal cero. El Internet de las cosas, el procomún colaborativo y el eclipse del capitalismo, publicado en 2014. Jeremy Rfkin ya había publicado antes La Tercera Revolución Industrial, El fin del trabajo, entre otros.
Según el Diccionario de la Lengua Española, el coste marginal es el  ‘aumento de los costes de producción al incrementar en una unidad la cantidad producida. El coste marginal se utiliza en las empresas para determinar la cantidad de bienes a producir y los precios de los productos.
En el libro citado (2014:16), Rifkin menciona OsKar Lange, un profesor de la universidad de Chicago de principios del siglo XX, que “intuyó el dilema subyacente a un capitalismo maduro en el que la búsqueda de innovaciones tecnológicas para fomentar la producción y reducir los precios haría caer al sistema en una contradicción”. 
“Según Lange, cuando un empresario introduce tecnologías que le permiten bajar el precio de lo que produce, adquiere temporalmente una ventaja sobre los competidores […]. Esto les obliga a responder introduciendo sus propias innovaciones con el fin de aumentar su productividad y reducir sus precios en un ciclo que no tiene fin”. (Competir y aumentar la productividad son dos rasgos definitorios del sistema capitalista). Los economistas de hoy no saben cómo “impedir que la economía de mercado se acabe autodestruyendo ante las nuevas tecnologías que acercan la sociedad cada vez más a una era marcada por un coste marginal cercano a cero”. “Aunque el capitalismo  está muy lejos de autodestruirse, está claro que cuanto más nos acerca a una sociedad de coste marginal cercano a cero  su supremacía otrora incontestada se diluye y abre paso a una manera totalmente nueva de organizar la vida económica”.
Rifkin (2014:30) indica que Internet,  al mismo tiempo que nos acerca cada vez más a una era de bienes y servicios casi gratuitos, permite el auge del procomún colaborativo como modelo dominante para organizar la vida económica. “Estamos tan acostumbrados a creer que el Estado y el mercado capitalista son los únicos medios para organizar la sociedad, que nos olvidamos de otro modelo de organización del que dependemos a diario para obtener toda una gama de bienes y servicios que no proceden del Estado ni del mercado”. 
Jeremy Rifkin concede una gran importancia al tercer y cuarto sector social, hasta ahora silenciados.

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