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miércoles, 4 de septiembre de 2024

Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos

     Hay una imagen que Philippe Lazzarini, Comisionado general de la Agencia de la ONU para los Regugiados Palestin0s (UNRWA), no se quita de la cabeza: una niña, desplazada en una escuela del sur de Gaza, pidiéndole, llorando, agua y un pedazo de pan. Ocurrió a finales del año pasado, en una de sus últimas visitas a la Franja. Desde enero, no ha recibido el permiso israelí para volver a entrar.

     También en enero, Israel acusó a la agencia de tener al menos una docena de empleados palestinos que participaron o fueron de alguna manera cómplices del movimiento islamista Hamás en los ataques del 7 de octubre, que desencadenaron la guerra en Gaza. Lazzarini lleva desde entonces defendiendo la manera de actuar de UNRWA e intentando recuperar y mantener las donaciones para que la agencia siga funcionando. “Ahora tenemos fondos hasta octubre y me tengo que concentrar en cubrir los últimos meses del año. Todos los países, salvo Estados Unidos, han reanudado su financiación, y también hay nuevos países donantes”, explica el responsable suizo, en una entrevista con este diario en Santander, donde participó el jueves en un curso de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).

     Lazzarini insiste en que la presión del Gobierno israelí sobre UNRWA va en aumento: desde el riesgo de que Israel la declare organización terrorista hasta los obstáculos para que su personal obtenga visados. Desde octubre, esta agencia, que da trabajo a 13.000 personas en Gaza, calcula que 200 de sus empleados han muerto violentamente y dos tercios de sus escuelas están destruidas o muy dañadas. Prácticamente, todas sus estructuras en la Franja se han convertido en refugios para la población desplazada.

     Pregunta.  ¿Nos estamos acostumbrando al sufrimiento de los habitantes de Gaza?

     Respuesta. El riesgo que corremos en este momento es banalizar el horror de Gaza. Antes nos sorprendía, pero ahora, 10 meses y 40.000 muertos después, con poblaciones enteras que se limitan a sobrevivir a la guerra, a las enfermedades y al hambre y que huyen de un lado a otro, el sufrimiento de los gazatíes se ha convertido en algo abstracto. Y eso nos hace perder parte de nuestra humanidad, y lo que es peor, nuestros valores universales, nacidos tras la Segunda Guerra Mundial, parecen irrelevantes. Si perdemos eso, ¿qué nos queda? Todo estará permitido.

     P. ¿Dónde están los límites, las líneas rojas?

     R. Yo también me lo pregunto. Incluso si hubiera un alto el fuego hoy, sería el inicio de un camino muy largo y doloroso para la gente de Gaza, una tierra convertida en un campo de ruinas. Es muy difícil imaginar un futuro en la Franja si no hay un deseo colectivo y real de decir: ‘basta, queremos una solución política’. Lo que pasó en los últimos 15 o 20 años es que no se ha dado prioridad a este conflicto y nos hemos acostumbrado al statu quo. Se han vivido varias guerras y todas se resolvieron de la misma manera. La pregunta ahora es si después de esta catástrofe tendremos la determinación de tener un proyecto político. Espero que sí, porque volver a caer en un nuevo statu quo será insostenible.

     P. La inmensa mayoría de países han reanudado sus contribuciones a UNRWA. En este momento, ¿la agencia tiene capacidad financiera de seguir trabajando?

     R. Hay poca visibilidad, vamos viendo mes a mes. Ahora tenemos fondos hasta octubre y me tengo que concentrar en cubrir los últimos meses del año. Todos los países, salvo Estados Unidos, han reanudado su financiación y también hay nuevos donantes, Estados del Sur como Sudáfrica o Brasil. Por ejemplo, ayer recibimos un cheque de Maldivas. Pero todo eso no colma la ausencia de Estados Unidos y además las necesidades son ahora mayores.

     P. Paralelamente, el Parlamento israelí estudia declarar a UNRWA organización terrorista.

     R. Imaginemos la situación: un país miembro de ONU que califica una agencia de la ONU de terrorista. Es algo sin precedentes, pero es posible que ocurra. No sería un ataque solo contra UNRWA sino contra el multilateralismo. Pero creer que si UNRWA desaparece se evapora la cuestión de los refugiados palestinos es ingenuo, porque aunque nosotros dejemos de existir, el estatuto de los refugiados palestinos permanecerá, ya que es una resolución de la ONU diferente. He instado a los Estados miembros a impedir que esto ocurra, porque si lo aceptamos, podría crear un precedente para otros conflictos en el mundo.

     P. Usted ha denunciado que la presión sobre UNRWA y sus trabajadores en Jerusalén ha ido en aumento. ¿De qué manera?

     R. Sentimos una especie de ahogo. Es como si se quisiera provocar una muerte lenta de la organización: nuestra sede de Jerusalén ha sufrido agresiones instigadas por autoridades municipales, en las redes sociales los ataques son constantes, los visados no se prorrogan o se dan para uno o dos meses... El objetivo es todo aquel que señala las violaciones del derecho internacional por parte del Gobierno de Israel.

     P. Si UNRWA desapareciera, ¿quién puede asumir su trabajo?

     R. Tenemos 600.000 niños y niñas profundamente traumatizados viviendo entre las ruinas. Hemos conseguido, desde principios de mes, que 10.000 pequeños regresen a una especie de entorno de aprendizaje en los refugios en los que están, gracias a nuestro personal, que también está desplazado. Queremos llegar a 200.000 niños a finales de septiembre. No estoy hablando de escuelas ni de lugares seguros, porque eso no existe en Gaza ahora, pero la idea es empezar a tratar sus traumas. ¿Quién puede hacer esto aparte de UNRWA? ¿Un gobierno? No hay gobierno en Gaza. ¿El Gobierno israelí, alguna ONG? No. No hay nadie que pueda facilitar servicios a esta escala.

      P. Paralelamente, el Parlamento israelí estudia declarar a UNRWA organización terrorista.

     R. Imaginemos la situación: un país miembro de ONU que califica una agencia de la ONU de terrorista. Es algo sin precedentes, pero es posible que ocurra. No sería un ataque solo contra UNRWA sino contra el multilateralismo. Pero creer que si UNRWA desaparece se evapora la cuestión de los refugiados palestinos es ingenuo, porque aunque nosotros dejemos de existir, el estatuto de los refugiados palestinos permanecerá, ya que es una resolución de la ONU diferente. He instado a los Estados miembros a impedir que esto ocurra, porque si lo aceptamos, podría crear un precedente para otros conflictos en el mundo.

     P. Usted ha denunciado que la presión sobre UNRWA y sus trabajadores en Jerusalén ha ido en aumento. ¿De qué manera?

     R. Sentimos una especie de ahogo. Es como si se quisiera provocar una muerte lenta de la organización: nuestra sede de Jerusalén ha sufrido agresiones instigadas por autoridades municipales, en las redes sociales los ataques son constantes, los visados no se prorrogan o se dan para uno o dos meses... El objetivo es todo aquel que señala las violaciones del derecho internacional por parte del Gobierno de Israel.

     P. Si UNRWA desapareciera, ¿quién puede asumir su trabajo?

     R. Tenemos 600.000 niños y niñas profundamente traumatizados viviendo entre las ruinas. Hemos conseguido, desde principios de mes, que 10.000 pequeños regresen a una especie de entorno de aprendizaje en los refugios en los que están, gracias a nuestro personal, que también está desplazado. Queremos llegar a 200.000 niños a finales de septiembre. No estoy hablando de escuelas ni de lugares seguros, porque eso no existe en Gaza ahora, pero la idea es empezar a tratar sus traumas. ¿Quién puede hacer esto aparte de UNRWA? ¿Un gobierno? No hay gobierno en Gaza. ¿El Gobierno israelí, alguna ONG? No. No hay nadie que pueda facilitar servicios a esta escala.

      P. ¿Tiene más esperanza en un alto el fuego en este momento, en las negociaciones en curso en Doha?

R. (Suspiro) No tengo ni idea. Me entero por la prensa, como usted. Un día hay señales positivas, otro día negativas...

P. ¿Cree posible una pausa humanitaria para poder llevar a cabo una campaña de vacunación contra la poliomielitis, tras los casos que se han empezado a registrar en Gaza?

R. Debería ser una prioridad. Hemos pedido una tregua para vacunar y no sé qué respuesta tendremos, pero me temo que nuestra campaña de vacunación deberá realizarse en las circunstancias actuales.

 P. Israel no deja que la prensa extranjera entre en Gaza. ¿Usted cree que si se hubiera permitido la presencia de periodistas extranjeros, no estaríamos hablando de 40.000 muertos en la Franja?

R. Ni en Afganistán, ni en Siria ha ocurrido algo así. La presencia de prensa extranjera hubiera podido atenuar la guerra y también la guerra de propaganda en Gaza. Con prensa internacional se habría documentado de otra manera la magnitud del desastre y habría habido en Europa y en Estados Unidos más imágenes de lo que ocurre en la Franja. Pero la tendencia es exactamente la contraria: no hay periodistas extranjeros en Gaza y a personas que trabajan en comunicación o en sensibilización en ONG y organizaciones humanitarias no se les renuevan los visados en Israel. Es significativo, ¿no?

P. ¿Y usted tiene visado?

R. Yo no he podido entrar en Gaza desde enero. Lo he intentado en vano. Y mi visado para ir a Jerusalén no se ha renovado desde hace cinco o seis semanas. La última vez que fui fue en junio. No me acuerdo de que haya habido otro Comisionado general al que se le haya impedido ir a su sede en Jerusalén.

P. ¿Hay una imagen que le ha marcado especialmente en estos 10 meses de guerra?

R. A finales de 2023 visité una escuela en Rafah convertida en refugio y una niña me suplicó que le diera agua y un pedazo de pan. Tengo hijos y es una imagen que me persigue. Es insoportable que eso esté pasando. Y después, la falta de luz en la mirada de la gente, que vive en modo automático. O un hombre que me dijo que se escondía para llorar para que su familia no le viera, o un empleado de UNRWA diciéndome que lo más duro de todo era que estaban perdiendo la dignidad.

P. Mientras miramos a Gaza, en estos 10 meses ha habido más de 500 palestinos que han  muerto violentamente en Cisjordania, la mayoría a manos de colonos israelíes.

R. La situación en Cisjordania es más que explosiva, es un hervidero, una guerra silenciosa de la que no hablamos casi porque todo queda eclipsado por Gaza.

P. Hablando de otras guerras, Albert Camus escribió que a veces se “silencia un horror para poder combatir mejor otro”. ¿Usted cree que eso pasa en la sociedad israelí y en la sociedad palestina?

R. No hay empatía mutua. Los israelíes no entienden el sufrimiento palestino y los palestinos no imaginan el traumatismo que los terribles ataques del 7 de octubre crearon en la sociedad israelí. Y para nosotros, que no somos ni israelíes ni palestinos, subrayar el sufrimiento de unos, en el caso de UNRWA de los habitantes de Gaza, no implica negar el dolor de los israelíes. En absoluto.

P. Desde octubre, se ve obligado a pronunciar esta frase a menudo.

R. Sí, desgraciadamente                  (Fuente: El País. Planeta Futuro, 23 de agosto de 2024)                                                                                                                                                            No a la guerra. La guerra no es propia del verdadero ser humano: empático, social y solidario, es decir, no es propio del Homo sapiens                                                                                                  

                                                                                                                                                                                                                                           

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