El mundo sigue muy lejos de alcanzar el objetivo de erradicar el hambre y la malnutrición en 2030. Entre 638 y 720 millones de personas, es
decir, entre el 7,8% y el 8,8% de la población mundial, no tuvieron
suficientes alimentos en 2024. Si bien la cifra ha disminuido
ligeramente con respeto a 2023,
todavía deja al mundo con 22 millones de personas más que pasaron
hambre que en 2015, el año en el que se lanzó la Agenda 2030. Estas son
las principales conclusiones del informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2025
(SOFI, por sus siglas en inglés), publicado este lunes y elaborado por
la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA),
el Programa Mundial de Alimentos (PMA), Unicef y la Organización
Mundial de la Salud (OMS).
“Hay una mejora en términos
numéricos porque el promedio es de 673 millones de personas en situación
de hambre, lo que supone que hemos pasado de una prevalencia del hambre
del 8,5% al 8,2%, pero ese número alberga heterogeneidad”, advierte
Máximo Torero, economista jefe de la FAO en una entrevista por
videollamada con EL PAÍS. El análisis minucioso de las cifras desvela
que la mejora global se ha producido por un “notable progreso” en el sur
y sudeste asiático y en América Latina, pero, en cambio, “el hambre
continúa aumentando en casi todas las regiones de África y en Asia occidental”, subraya el informe.
En concreto, el hambre afectó en 2024 a 307 millones de personas en
África, 323 millones en Asia y 34 millones en América Latina y Caribe,
lo que supone que aproximadamente el 20% de la población africana pasó
hambre el año pasado, con respecto al 6,6% de la asiática y al 5,1% de
la latinoamericana. Y las previsiones para el continente africano no son
alentadoras: el número global de personas desnutridas se reducirá a
unos 512 millones en 2023, pero el 60% de ellas se encontrarán en este
continente, si no cambia la tendencia.
Además del número de personas con hambre, hay otro indicador clave que
muestra la persistencia de un sistema alimentario profundamente
desigual. De acuerdo con los datos del informe, alrededor de 2.300
millones de personas (un 28% de la población global) experimentaron
inseguridad alimentaria moderada o grave en 2024. Aunque esta cifra ha
descendido ligeramente respecto a 2023, sigue estando 335 millones por
encima del nivel que existía antes de la pandemia de covid-19.
“A pesar de que la
producción mundial de alimentos es suficiente, millones de personas
pasan hambre o sufren malnutrición porque no disponen de alimentos
seguros y nutritivos, no pueden acceder a ellos o, más a menudo, no
pueden permitírselos”, señalan en una carta conjunta los máximos
dirigentes de las cinco organizaciones responsables del informe, que
recuerdan que la “inseguridad alimentaria y la malnutrición se ven
desproporcionadamente afectadas por la inflación de los precios de los
alimentos”.
Es precisamente el aumento del coste de la comida, según
Torero, uno de los grandes responsables de esta inseguridad alimentaria,
que perjudica especialmente a las mujeres, los hogares rurales y las
comunidades con menos acceso a la protección social. “La inflación del
precio de los alimentos ha subido más incluso que la inflación global”,
dice. Aunque los precios internacionales de las materias primas
agrícolas han comenzado a estabilizarse tras el incremento que
experimentaron con la pandemia de covid-19 y la guerra en Ucrania, los
precios que realmente pagan los consumidores no han seguido la misma
tendencia. “El pan que compras en la tienda no solo depende del precio
del trigo, que representa apenas un 3% o 4%, sino también del costo de
la energía, la logística, el transporte…”, explica el economista jefe de
la FAO.
Además
de esta situación, Torero alude un problema macroeconómico mayor:
muchos países importadores de alimentos, especialmente en África,
“enfrentan altos niveles de deuda y devaluaciones de su moneda” que
encarecen aún más las importaciones.
"A pesar de que la producción mundial de alimentos es suficiente, millones de personas pasan hambre", según los máximos dirigentes de las agencias de la ONU que han elaborado el informe
El resultado, según explica, es devastador para los hogares más pobres,
cuya cesta básica se compone mayoritariamente de alimentos: “Una subida
del 10% en los precios alimentarios puede provocar un aumento del 3,5%
en la inseguridad alimentaria moderada o grave, y del 1,8% en la
severa”. También se traduce en un aumento significativo de la
desnutrición infantil: un aumento del 10% en los precios puede conllevar
un aumento del 4,3% en los casos de desnutrición aguda grave en menores
de cinco años, según el SOFI
Esta subida de precios afecta además directamente a la calidad de la
comida que se ingiere. Según el informe, en 2024 el precio medio global
de una dieta nutritiva alcanzó los 4,46 dólares al día (3,8 euros),
frente a los 4,01 dólares (3,42 euros) que costaban en 2022. Y los
alimentos más nutritivos (frutas, verduras y productos animales) siguen
siendo los más caros, mientras que los ultraprocesados, ricos en
azúcares, sal y grasas saturadas, son los más baratos, lo que contribuye
al aumento de la malnutrición y de la aparición de enfermedades no
transmisibles, como la diabetes o las afecciones cardiovasculares. Según
los últimos datos disponibles, la obesidad en adultos también ha
crecido, y ha pasado del 12,1% en 2012 al 15,8% en 2022. (Fuente: El País. Planeta Futuro. 28 de julio de 2025)
En la Agenda 2030, el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 es "poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible". Prometo dedicar otra "píldora para pensar" a ese tema.